La conquista de M¨¢laga
Cuando las tropas italianas se extendieron por Espa?a, en enero de 1937, las fuerzas de Franco controlaban alrededor del 60 por 100 del territorio, dejando a los republicanos el control de dos bloques separados.El sector norte comprend¨ªa una larga franja de unos 300 kil¨®metros en la costa atl¨¢ntica, que inclu¨ªa las provincias vascas, Santander y parte de Asturias. La parte principal del territorio republicano inclu¨ªa la costa mediterr¨¢nea desde la frontera francesa hasta Marbella, y en ella pod¨ªan distinguirse tres ¨¢reas: en el norte, Catalu?a y Arag¨®n, formando un tri¨¢ngulo invertido; en el sur, una franja de costa que iba de Marbella a Motril, en las provincias de M¨¢laga y Granada. Entre ambas zonas se encontraba el grueso del territorio republicano, en forma aproximada del cuadrado que va de Castell¨®n a Motril y de la sierra de Guadalajara a la sierra de Guadalupe, pasando por El Escorial y Talavera de la Reina. En las cercan¨ªas de Madrid se hab¨ªa creado, durante la ofensiva nacionalista de oto?o una peligrosa penetraci¨®n en el frente republicano, que dio a los nacionalistas el control de un ¨¢rea situada entre el Tajo ) Madrid, al sur y suroeste de la ciudad. Con el l¨ªmite norte de la zona republicano situado a pocos kil¨®metros de Madrid, 12 capital se encontraba constantemente en peligro de cerco.
Estudiando este mapa, Roatta decidi¨® emplear sus fuerzas primeramente en un ataque a M¨¢laga, cercana a C¨¢diz, punte de desembarco de las tropas italianas, que era una de las pocas ¨¢reas donde pod¨ªa esperarse un clima relativamente favorable para una ofensiva en pleno ?nvierno.
Ciano aprob¨® entusi¨¢sticamente el ataque a M¨¢laga, que encajaba perfectamente en el esquema de lo que ¨¦l cre¨ªa que deb¨ªan de ser las acciones decisivas de la guerra. A mediados de enero el joven ministro de Asuntos Exteriores expficaba al embajador Cantalupo que las tropas italianas, bajo el mando del general Roatta, tomar¨ªan primero M¨¢laga continuar¨ªan luego por la costa hasta Valencia, donde estaba refugiado el Gobierno republicano desde que en noviembre pareci¨® inminente la ca¨ªda de Madrid. Las tropas ser¨ªan luege transportadas a Guad¨¢lajara para participar en el ataque a Madrid. Despu¨¦s de la ca¨ªda de la capital se tomar¨ªan Bilbao y Santander, dejando a Catalu?a sola ante el asalto combinado de todas las fuerzas nacionalistas ayudadas por sus aliados italianos.
La iniciaci¨®n de esta marcha triunfal por el territorio espa?ol se retras¨® por dificultades organizativas. Las unidades italianas hab¨ªan sido reunidas precipitadamente, y muchos de los oficiales y soldados carec¨ªan de adiestramiento y experiencia. Igualmente el material hab¨ªa sido embarcado con precipitaci¨®n, y una tormenta hab¨ªa causado diversos desperfectos en el mismo.
Toma de posiciones
Cuando, por fin, lleg¨® el momento de salir de C¨¢diz, se hizo evidente que muchos de los hombres alistados como conductores nunca hab¨ªan conducido un cami¨®n. Durante el viaje C¨¢diz-Sevilla los accidentes fueron muy frecuentes.
A finales de enero se hab¨ªan superado la mayor parte de las dificultades, y la I Divisi¨®n de camisas negras empez¨® a tomar posiciones para el ataque a M¨¢laga. Los planes operativos dise?ados por Roatta y distribuidos el 30 de enero propon¨ªan un ataque por tres columnas. La columna de la derecha atacar¨ªa desde Antequera, a trav¨¦s de Almogia; la columna central tomar¨ªa posiciones en Loja y atacar¨ªa Colmenar antes de descender hasta M¨¢laga; la columna de la izquierda iniciar¨ªa su ataque desde Alhama, pasando luego a V¨¦lez-M¨¢laga.
Las fuerzas italianas atacar¨ªan simult¨¢neamente con una columna espa?ola que desde Marbella se mover¨ªa costeando por Fuengirola y Torremolinos, hacia M¨¢laga. Otras dos columnas espa?olas operar¨ªan al oeste del ala derecha italiana, en el sector situado entre Ronda y Antequera, y una quinta columna espa?ola operar¨ªa entre las columnas italianas derecha y central. El papel principal pertenec¨ªa, sin embargo, a los italianos, cuya superior movilidad les permitir¨ªa dejar r¨¢pidamente atr¨¢s a las fuerzas espa?olas, m¨¢s lentas.
Las fuerzas de infanter¨ªa atacantes ir¨ªan apoyadas por unos cincuenta aviones. El apoyo naval provendr¨ªa de los cruceros nacionalistas Canarias y Almirante Cervera, as¨ª como de cuatro barcos PT italianos, escoltados por el Da Verazzano, destructor de la misma nacionalidad. El asalto comenz¨® al alba del d¨ªa 5 de febrero. La sorpresa se logr¨® s¨®lo parcialmente, pero el r¨¢pido avance de los italianos desorient¨® a los defensores. La mayor resistencia la encontr¨® la columna central, que hubo de ser reforzada en los d¨ªas 5 y 6 por tres batallones tomados de las fuerzas de reserva. El general Roatta result¨® herido cuando trataba de poner de nuevo en marcha a la columna central estancada, pero retuvo el mando supremo de las fuerzas italianas hasta el final de la operaci¨®n. El 7 de febrero la resistencia hab¨ªa cesado, y al d¨ªa siguiente las columnas italianas derecha y central, junto con fuerzas especiales, ocuparon M¨¢laga, mientras la columna izquierda italiana tomaba V¨¦lez-M¨¢laga.
La carretera costera de M¨¢laga hacia el Este se dej¨® deliberadamente libre a fin de animar a las fuerzas republicanas a que huyesen en vez de oponer una resistencia desesperada. Despu¨¦s de la ca¨ªda de la ciudad se organiz¨® una columna para perseguir a las fuerzas milicianas que hu¨ªan, persecuci¨®n que dur¨® hasta el 14 de febrero, en que se hizo un alto en Motril.
Bajas importantes
Los fant¨¢sticos planes de Ciano de marchar hasta Valencia fueron desechados. Habr¨ªa sido posible llegar hasta Almer¨ªa, pero para tomar la ciudad hubiera sido necesario avanzar todo el frente de Granada y ocupar los pasos de Sierra Nevada, operaci¨®n que hubiese requerido muchas m¨¢s tropas de las disponibles. Las bajas italianas de la operaci¨®n fueron relativamente importantes, considerando la breve duraci¨®n de la lucha.. Durante la campa?a de M¨¢laga los italianos emplearon su nueva t¨¢ctica de guerra celere, seg¨²n la cual las columnas motorizadas se mov¨ªan r¨¢pidamente hacia adelante protegidas por carros de combate. Despu¨¦s del primer d¨ªa de ataque se hicieron pocos esfuerzos para proteger los flancos de las columnas atacantes, a pesar de que lo accidentado del terreno facilitaba los contraataques. Su seguridad fue confiada casi exclusivamente a la rapidez en el avance, rapidez que habr¨ªa de desorganizar a los defensores e impedir¨ªa que pudiesen reaccionar.
Si la t¨¢ctica tuvo ¨¦xito se debi¨®, en gran parte, a la debilidad de las defensas de M¨¢laga. S¨®lo exist¨ªan alrededor de 12.000 defensores republicanos para un frente de 260 kil¨®metros, y con armamento deficiente, ya que los submarinos italianos que operaban en la costa mediterr¨¢nea hac¨ªan dif¨ªcil y arriesgado el aprovisionamiento de M¨¢laga. Tambi¨¦n hicieron que no prosperase la idea de que la flota republicana abandonase puerto para contribuir a la defensa de la ciudad.
El estado de las fuerzas republicanas en la provincia hab¨ªa cambiado poco desde el mes de julio. Las bandas de milicianos sin s¨®lida disciplina militar, que hab¨ªan sido reemplazados en el resto de Espa?a por fuerzas m¨¢s disciplinadas y organizadas, segu¨ªan constituyendo la defensa principal de M¨¢laga.
La campa?a de M¨¢laga fue una campa?a menor, pero no careci¨® de importancia. La ocupaci¨®n de la ciudad redujo la extensi¨®n del frente y dio a los nacionalistas el control de un puerto mediterr¨¢neo. Se tomaron unos 10.000 prisioneros, muchos de los cuales se incorporaron eventualmente a las filas nacionalistas. La victoria contribuy¨® mucho a elevar la moral de las tropas de Franco, que sent¨ªan la depresi¨®n de su fracaso en la toma de Madrid.
Las autoridades italianas se sent¨ªan euf¨®ricas y no concedieron peso suficiente a las deficiencias de las fuerzas defensoras a la hora de extraer las lecciones de su primera acci¨®n en Espa?a. Las predicciones de que las tropas italianas cortar¨ªan la resistencia espa?ola como. mantequilla caliente parec¨ªan ampliamente confirmadas, y la t¨¢ctica de la guerra celere fue considerada un ¨¦xito total.
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