Preparativos para la ofensiva de Guadalajara
Al finalizar la operaci¨®n de M¨¢laga, el Corpo Truppe Voluntarie (CTV) se estaba convirtiendo r¨¢pidamente en un ej¨¦rcito expedicionario de casi 50.000 hombres, con mandos y oficiales experimentados en la primera guerra mundial. Mussolini esperaba que sus tropas conseguir¨ªan dos o tres victorias gloriosas que pondr¨ªa fin a la guerra civil. O que, al menos, colocar¨ªan a Franco en una posici¨®n de superioridad permanente, antes de que se pusiesen en pr¨¢ctica los acuerdos de no intervenci¨®n. Para que estas victorias demostrasen al mundo que la nueva generaci¨®n de italianos era digna sucesora de sus antepasados romanos, era esencial que el CTV fuese utilizado en bloque bajo las ¨®rdenes de Roatta, en ataques r¨¢pidos a objetivos importantes.Una de las perspectivas m¨¢s prometedoras parec¨ªa ser el ataque a Sagunto desde Teruel, ya que cortar¨ªa en dos la principal zona republicana. Separar¨ªa a Madrid, Valencia y Alicante, de Barcelona y el resto de Catalu?a, y pondr¨ªa a las fuerzas nacionalistas en posici¨®n favorable para atacar Valencia. Como preliminar de esta ambiciosa operaci¨®n, el CTV planeaba utilizar una divisi¨®n de camisas negras junto con fuerzas espa?olas para desencadenar un ataque de distracci¨®n de Sig¨¹enza hacia Guadalajara. Enfrentados a la amenaza de un cerco alrededor de Madrid, los republicanos no se atrever¨ªan a mover sus defensas de la capital, y el ataque a Sagunto podr¨ªa realizarse sin problemas.
D¨ªas despu¨¦s de la ca¨ªda de M¨¢laga, Roatta volvi¨® a Roma para hacer examinar por especialistas su brazo herido. Dej¨® a su comandante en jefe, coronel Emilio Faldella, la tarea de acordar con Franco las futuras operaciones. Faldella lleg¨® a Salamanca el 12 de febrero y solicit¨® una entrevista para el d¨ªa siguiente. Durante la tarde, el general Barroso visit¨® a Faldella y discuti¨® con ¨¦l la ofensiva desencadenada el 6 de febrero al sur, y sureste de la capital por la Divisi¨®n Reforzada de Madrid del ej¨¦rcito nacionalista. Las tropas acababan de cruzar el Jarama, y Barroso estaba exultante. Cuando Faldella mencion¨® que ¨¦l pensaba proponer una ofensiva italiana con tra Sagunto y Valencia, Barroso expres¨® inmediatamente su desacuerdo. Franco, dijo, nunca permitir¨ªa que los italianos realicen un ataque independiente contra la sede del Gobierno republicano.
Despu¨¦s de esta conversacion con Barroso, Faldella revis¨® el texto de la nota del CTV a Franco, sugiriendo que el CTV fuese utilizado, o bien para un ataque sobre Sagunto y Valencia, o bien para una ofensiva en gran escala desde Sig¨¹enza a Guadalajara.
Franco no estaba de acuerdo
El 13 de febrero Faldella y su ayudante, coronel Zanussi, se reunieron con Franco, Barroso y el general Moreno. Si Faldella hab¨ªa esperado agradecimiento por la ofensiva de M¨¢laga, se vio bruscamente, decepcionado. Franco no dijo una palabra sobre M¨¢laga, y en cambio critic¨® la nota del CTV como ?una imposici¨®n en el pleno sentido del t¨¦rmino?.
?Hablando sinceramente -dijo Franco- las tropas italianas han sido enviadas aqu¨ª sin mi autorizaci¨®n. Primero me dijeron que ven¨ªan compa?¨ªas de voluntarios a integrarse en los batallones espa?oles. Despu¨¦s se me pidi¨® que formase batallones italianos, y acced¨ª. M¨¢s tarde supe que llegar¨ªan generales y oficiales italianos para mandarlos, y por ¨²ltimo, empezaron a llegar unidades completas.
Ahora, usted quiere forzarme a autorizar que sus tropas luchen juntas bajo las ¨®rdenes del general Roatta, cuando mis planes son totalmente distintos... La utilidad de estas tropas se ve claramente reducida por la exigencia de que siempre act¨²en conjuntamente. Esta es una clase especial de guerra y debe ser conducida de forma especial. Una masa b¨¦lica de tal tama?o no puede utilizarse junta, sino repartirse entre varios frentes donde ser¨ªa m¨¢s ¨²til.?
Faldella ten¨ªa ¨®rdenes estrictas de Roma en el sentido de utilizar el CTV como ,una unidad de acciones decisivas destinadas a acelerar r¨¢pidamente la guerra, y estaba personalmente convencido de que ¨¦sta ser¨ªa la actuaci¨®n m¨¢s correcta. Argument¨® que era mucho mejor no dispersar en distintas direcciones una fuerza que pod¨ªa romper el equilibrio existente y decidir el resultado de la contienda si se utilizaba en masa, simult¨¢neamente con el resto del ej¨¦rcito nacionalista. Franco dif¨ªcilmente pod¨ªa estar en desacuerdo en el terreno de la pura estrategia militar, pero insisti¨® una vez m¨¢s en que una guerra civil era distinta de un conflicto internacional. En una guerra civil prefer¨ªa la ocupaci¨®n lenta y sistem¨¢tica del territorio, con tiempo para realizar la limpieza necesaria que garantizara la seguridad pol¨ªtica de las ¨¢reas conquistadas. Una derrota r¨¢pida de enemigos dejar¨ªa el territorio infestado de enemigos.
La respuesta escrita de Franco, fechada el 14 de febrero, aceptaba renuentemente la propuesta italiana de un ataque sobre Guadalajara, pero no sin subrayar de nuevo que los planes italianos estaban lejos de coincidir con sus deseos.
Mientras tanto, la lucha se hab¨ªa hecho extremadamente dura en el sector del Jarama, y se estaban produciendo p¨¦rdidas graves en ambos lados. Para el d¨ªa 16 de febrero las fuerzas nacionalistas mandadas por el general Varela hab¨ªan perdido su capacidad ofensiva, y su ataque se detuvo despu¨¦s de un ¨²ltimo intento de avance el 17 de febrero. Al d¨ªa siguiente los republicanos iniciaron un contraataque y Varela se encontr¨® pronto en serias dificultades. Sus tropas estaban exhaustas y no exist¨ªa posibilidad de refuerzos. El 17 de febrero, el general Barroso pidi¨® a Faldella que iniciase lo antes posible la ofensiva italiana con objeto de dar un respiro a Varela. Dos d¨ªas despu¨¦s el orgulloso comandante de la Legi¨®n Extranjera espa?ola, general Mill¨¢n Astray, pidi¨® de nuevo al mando italiano que actuase inmediatamente.
Los italianos no estaban dispuestos a sacrificar sus tropas en acciones oscuras, destinadas a ayudar a las fuerzas del Jarama. Consideraban al CTV como un ej¨¦rcito de choque destinado a obtener portentosas victorias, y no a consumirse en acciones de distracci¨®n. En consecuencia, Faldella se parapet¨® tras la excusa de que sus tropas estaban organiz¨¢ndose y se limit¨® a prometer que har¨ªan lo posible para acelerar la iniciativa de la ofensiva.
?El ataque comenzar¨¢ el 8 de marzo...?
Afortunadamente para los nacionalistas, las fuerzas republicanas que atacaban en el Jarama hab¨ªan sufrido tambi¨¦n p¨¦rdidas considerables durante los diez d¨ªas de lucha precedentes y fueron incapaces de desalojarles de sus posiciones. Hacia el 23 de febrero la lucha hab¨ªa cesado en el sector, por agotamiento de ambas partes. Resurgi¨® de nuevo brevemente a finales del mes, pero en la pr¨¢ctica la batalla hab¨ªa terminado. En conjunto, los nacionalistas, sufrieron unas 6.000 bajas en el Jarama. Las p¨¦rdidas republicanas se acercaron probablemente a los 10.000 hombres. Roatta estaba plenamente consciente del fracaso de las fuerzas nacionalistas en el Jarama, a pesar de lo cual los planes italianos siguieron adelante sin modificaciones sustanciales. Roma esperaba que la operaci¨®n fuese fundamental y que culminase en el cerco a Madrid. La actitud de Franco respecto de la operaci¨®n planeada es m¨¢s dif¨ªcil de definir. Despu¨¦s de la negativa italiana a su deseo de utilizar el CTV seg¨²n su propio criterio, los contactos que tuvo con los italianos se celebraron en un ambiente lleno de ambig¨¹edades y reticencias. Mart¨ªnez Bande, importante historiador militar nacionalista, mantiene que, a partir de mediados de febrero, Franco no cre¨ªa que Ia proyectada ofensiva contra Guadalajara fuese decisiva, entre otras cosas, por su falta de coordinaci¨®n con la ofensiva del Jarama. En su conversaci¨®n con Roatta, el 1 de marzo, Franco aludi¨® a las dificultades con que se enfrentaban las fuerzas nacionales en el Jarama, pero asegur¨® al mismo tiempo al alto mando italiano que atacar¨ªa simult¨¢neamente con el CTV.
Roatta no era el ¨²nico en creer que Franco segu¨ªa tratando de poner cerco a Madrid. El general Moscard¨®, que mandaba la Divisi¨®n Nacionalista de Soria, la cual hab¨ªa de operar en el sector de Somosierra, firm¨® el 4 de marzo una orden que descubr¨ªa los objetivos de la pr¨®xima operaci¨®n, como ?el corte completo de las comunicaciones entre Madrid y la zona del este, cerrando el cerco y forzando rendici¨®n de la ciudad?.
Las comunicaciones finales entre Roatta y Franco antes del ataque se produjeron en forma de un intercambio notas el 5 de marzo. El alto mando italiano comunic¨® a Franco que hab¨ªa fijado el comienzo del ataque para el 8 de marzo. En su respuesta Franco se?alaba, una vez m¨¢s, las dificultades con que se encontraban las fuerzas nacionales en el Jarama. En vista de sus ?limitadas posibilidades de penetraci¨®n..., la uni¨®n de las fuerzas voluntarias a las del general Orgaz est¨¢n en funci¨®n -de la resistencia que aquel encuentre en su frente?. De todos modos Franco aceptaba, ?en principio, que esa uni¨®n se realizase al sureste de Alcal¨¢, en la regi¨®n situada entre el Henares y Taju?a, cuyo centro es Pozuelo del Rey.
Roatta hubiera debido, quiz¨¢, leer entre las l¨ªneas de la carta de Franco que tendr¨ªa que contar s¨®lo con sus propias fuerzas junto con las de la II Brigada Nacionalista, estacionada en Somosierra, pero no es claro qu¨¦ interpretaci¨®n le dio. Es improbable que hubiese seguido adelante con sus planes de haber sabido que durante los primeros d¨ªas de la ofensiva las fuerzas nacionalistas del Jarama no se mover¨ªan en absoluto, pero no estaba muy preocupado, sin embargo, por la idea de que su ataque pudiese tener una eficacia limitada. El f¨¢cil ¨¦xito de t¨¢ctica de guerra celere en M¨¢laga hab¨ªan hecho pensar que sus fuerzas podr¨ªan aplastar las defensas republicanas y avanzar con rapidez suficiente para impedirles concentrar reservas significativas antes de que alcanzasen Guadalajara, (Continuar¨¢)
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