La prohibici¨®n del aborto no es una verdad eterna
La moral que hemos aprendido los espa?oles, la moral cat¨®lica culta conservadora, no permite el aborto. Pero muchos, creyentes o no, nos preguntamos ?es esa la moral ¨²nica, la que necesariamente debe seguir todo ser humano? Incluso ?es esa la moral obligatoria para todo cat¨®lico? Hoy estamos cuestion¨¢ndonos muchas cosas que se han afirmado como si fueran verdades eternas. Porque han sido ense?adas con una total falta de visi¨®n hist¨®rica. Y esto es lo que ha pasado con el aborto.Toda la ense?anza moral al uso en los pa¨ªses de influencia cat¨®lica, como el nuestro, se basa generalmente en un no rotundo a resolver con sentido com¨²n los nuevos problemas humanos que surgen. Y a esto se a?ade una ignorancia casi total de la moral tradicional (que no es precisamente la moral ultraconservadora); moral que ha sido desarrollada por los pensadores -muchos de ellos cat¨®licos- de la historia moderna.
El doctor de la Iglesia, San Alfonso Mar¨ªa de Ligorio es, sin duda, el mayor moralista cat¨®lico. Porsu competencia en cuestiones morales le elevaron a los altares. Y en ¨¦l podemos recoger lo m¨¢s inteligente de la moral cat¨®lica inspirada en el verdadero sentido de comprensi¨®n humana. La mayor¨ªa de las cuestiones dif¨ªciles y delicadas pueden recibir una inteligente orientaci¨®n acudiendo a ¨¦l. Y una de ellas es el aborto.
Este moralista estudia la posibilidad ¨¦tica del aborto en casos l¨ªmites; y uno de ellos es el de una malformaci¨®n del feto por la cual no puede ser considerado como un ser con verdadera vida humana. Esta concepci¨®n, que ¨¦l no vislumbr¨® en toda su amplitud actual, puede ser hoy aplicada al caso de las madres gestantes de Seveso, a las que el ministro de Sanidad italiano les permitir¨¢ legalmente abortar si ellas lo deciden as¨ª, Y esta determinaci¨®n gubernamental la ha tomado un convencido cat¨®lico como es este ministro.
El Premio Nobel de biolog¨ªa F. Jacob dice: ?O bien se interesa uno por el conjunto de c¨¦lulas que es el feto, y ello por razones metaf¨ªsicas; o bien uno se interesa por la madre, que es un ser humano; y es ella quien debe decir la ¨²ltima palabra en esta cuesti¨®n?.
Las razones metaf¨ªsicas no existen, seg¨²n la moral verdaderamente tradicional. S¨®lo existen las r¨ªgidas normas hechas por eclesi¨¢sticos c¨¦libes vaticanos de hoy, apartados de la angustia real de esas madres que quieren conservar el derecho a la vida de sus hijos; pero no a una vida infrahumana, sino s¨®lo a una vida digna de hombres. De no ser as¨ª prefieren no tener unos hijos con un simulacro de vida solamente.
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