Intereses econ¨®micos y planes urban¨ªsticos
Este 14 de agosto se cumple un mes desde que la Comisi¨®n Provincial de Urbanismo de Barcelona -¨®rgano desconcentrado del Ministerio de la Vivienda, presidido por el gobernador civil y compuesto por una serie de representantes de la Administraci¨®n en Barcelona, el director general de Urbanismo y algunos t¨¦cnicos- aprob¨®, definitivamente, el Plan General Metropolitano de Barcelona y sus 26 municipios colindantes, que afecta a una extensi¨®n de 47.752 hect¨¢reas que dan cobijo, en la actualidad, a algo m¨¢s de tres millones de personas.Toda la prensa ha venido comentando las vicisitudes que ha experimentado el intento de racionalizar el futuro urban¨ªstico de Barcelona, y la opini¨®n madrile?a atribuy¨® al Gobierno un cierto favoritismo por Barcelona cuando se cre¨® la Entidad Municipal Metropolitana de Barcelona. En una rueda de prensa del entonces alcalde de Barcelona, se?or Mas¨®, en el Circulo Catal¨¢n de Madrid, a finales de noviembre de 1974, produjo un gran impacto a todos los miembros del grupo catal¨¢n desplazados desde Barcelona aquella imagen. Los catalanes reivindicaban el trasvase del Ebro, pretend¨ªan decir que la nueva experimentaci¨®n urban¨ªstica aplicada a Barcelona no convenc¨ªa y que todo parec¨ªa haber sido una maniobra para frenar el ambicioso proyecto urban¨ªstico que supon¨ªa la resisi¨®n del Plan Cornarcal de Barcelona de 1953, aprobado nor la extinguida Comisi¨®n de Urbanismo y Servicios Comunes de Barcelona y su Comarca en marzo de 1974, que era abiertamente atacado por los ?propietarios de suelo?, deseosos de poder seguir con la especulaci¨®n inmobiliaria caracter¨ªstica de los a?os de la ?Barcelona de Porcioles?. Albert Serratosa, que ha sido considerado como el padre de aquel plan, fue tildado de socialista, y hasta de loco, por querer establecer un plan director que preservara equipamientos p¨²blicos y consiguiera unos niveles medios aceptables de servicios y zonas verdes, poniendo coto a la especulaci¨®n del suelo.
Desde aquellas fechas de 1974 las discusiones en torno al Plan General Metropolitano de Barcelona han sido muy arduas y las cifras de 20.000 ¨® 30.000 escritos de alegaciones y recursos presentados a cada fase de aprobaci¨®n del Plan demuestran bien a las claras la magnitud de los intereses afectados y la predisposici¨®n de tales intereses a hacer gravitar sobre otros los problemas ocasionados por la necesaria limitaci¨®n de los derechos de propiedad en funci¨®n de las necesidades generales.
Dentro de esta l¨ªnea, el Ministerio de la Vivienda se ve ahora enfrentado de nuevo a los miles de recursos de alzada que le han llegado hasta la fecha l¨ªmite del 5 de agosto, en que finalizaba el plazo, para alegar contra la aprobaci¨®n definitiva del Plan por la Comisi¨®n Provincial de Urbanismo. Es notorio que algunos de los propietarios afectados por limitaciones en fases previas han tenido ?fuerza suficiente? para conseguir la desafectaci¨®n de sus propiedades tras las prime as fases de informaci¨®n p¨²blica, pero es tambi¨¦n notorio que son muchos miles los que no han tenido otro resorte que seguir la v¨ªa administrativa que ha dado a ganar mucho dinero a algunos traficantes de influencias pero que no siempre ha servido para ?remediar? lo que el propietario afectado consideraba como injusta afectaci¨®n. Esta experiencia piloto barcelonesa pone de manifiesto que en Espa?a no habr¨¢ manera de racionalizar sin trauma el urbanismo mientras no se acometan reformas de fondo respecto a la representaci¨®n democr¨¢tica en las instancias de Gobierno y Administraci¨®n y mientras no se ponga coto a la pr¨¢ctica generalizada de tolerancia y fraude fiscal sobre la propiedad inmobiliaria existente. Con lo primero, se evitar¨ªa parte del tr¨¢fico de influencias sobre los intereses economicos ligados a la propiedad del suelo y a sus posibles utilizaciones urban¨ªsticas, y, con lo segundo, se conseguir¨ªa que las exproplaciones fueran proporcionadas al valor fiscal del suelo, con lo que se conseguir¨ªa hacer desaparecer el doble mercado de precios del suelo (uno, el fiscal, y otro, el real de mercado libre) hoy existente.
Mientras no se creen instrumentos y se adec¨²en estructuras en este sentido, cualquier plan urban¨ªstico futuro seguira siendo, como hasta ahora, una lucha de intereses econ¨®micos, y el porvenir de nuetras ciudades y nuestro habitat ser¨¢ pr¨¢cticamente ingobernable.
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