Pundonor en dos tiempos
El t¨ªtulo de esta cr¨®nica tiene su justificaci¨®n en el comportamiento de dos toreros, bien diferentes por situaci¨®n y estilo, ante sus respectivas responsabilidades. El pundonor en dos tiempos corresponde a el Ni?o de la Capea, que llegaba a Bilbao como figura sobradamente placeada y a Currillo, penitente de una oportunidad al sustituir a Palomo, y con una experiencia exigua.De todos los aficionados es bien sabido el caudal de recursos y comodidades que atesora Pedro Molla, Ni?o de la Capea. Su sitio, indiscutible con los astados, su buena t¨¦cnica y una celosa administraci¨®n, le ten¨ªan alejado de aquellos comienzos esperanzadores. Hoy se ha olvidado de su reciente vida pasada y ha sacado a relucir un valor consciente y un deseo de triunfo que merecen reconocimiento p¨²blico. Ce?ido, mand¨®n con el capote cuantas veces lo manej¨®, desigual con la muleta, unas veces el¨¦ctrico y otras reposado, pero siempre en el terreno dif¨ªcil, en la media distancia cuando la ocasi¨®n lo requer¨ªa, o en la cara del toro cuando ¨¦ste se negaba a embestir. Bajo la r¨²brica del pundonor alberg¨® valent¨ªa y unas ganas inmensas de torear. La oreja, cortada a su primero, puede ser discutible pues no redonde¨® la faena. Su entrega no admite dudas.
Por primera vez en lo que va de feria, la plaza de Bilbao ha registrado una entrada muy pr¨®xima al lleno completo
Angel Teruel, pinchazo hondo y golletazo (silencio). Media en buen sitio (silencio). Ni?o de la Capea, pinchazo hondo que hiere y descabello (oreja). Media baja y descabello (palmas y pitos). Currillo, pinchazo con fe, otro igualmente bueno y dos descabellos (vuelta). Pinchazo y estocada muy baja (oreja, petici¨®n de otra y dos vueltas). Los toros. A buen seguro que Alvaro Domecq no habr¨¢ quedado satisfecho con los toros lidiados esta tarde. Los Torrestrella, bonitos, gordos y variados de capas, contagiaron ilusi¨®n en su salida. Anunciaron bravura en varas, pero la vaciaron en el tr¨¢mite. Blandearon en demas¨ªa; tres de ellos se dolieron en banderillas y dos escarbaron, llegando al tercio final con la cara alta, punteando, cuando no frenaban el viaje. Hubo una excepci¨®n, el sexto, un hermoso ejemplar llamado ?Serrano?, que reivindic¨® la divisa. Empuj¨® en varas, aunque en el tercer encuentro se saliera suelto, se creci¨® en banderillas para llegar a la muleta de Currillo, encastado, con la boca cerrada y buscando pelea.
Otro tiempo de pundonor qued¨® cubierto por Currillo, aut¨¦ntico triunfador de la tarde. Su toreo, sin estar plenamente sazonado todav¨ªa, apunta certeramente hacia la calidad. En sus dos toros aguant¨® enormemente, atornill¨® los tobillos en la arena y acompa?¨® las embestidas con la cintura, llevando los brazos sueltos y largos hacia el remate de los pases. Currillo anticip¨® el triunfo rotundo del sexto en el tercero, ofreciendo un toreo corto, pero ligado y vibrante. En los medios construy¨® su ¨²ltima faena, respondiendo al encastado reto de ?Serrano? con el coraz¨®n y con las mu?ecas. La plaza, conmovida, trepid¨® de ovaciones. Pidieron las dos orejas para el gaditano. Tan s¨®lo lleg¨® una, con buen criterio presidencial.
Angel Teruel, acad¨¦mico, elegant¨®n, amanerado y fr¨ªo, tore¨® con una cartesiana eficacia. Meritoria su tauromaquia, no lo neguemos, pero empalagosa y remilgada. Toreo de laboratorio, colocado, preciso, pero solemnemente aburrido. De seguro que el madrile?o se habr¨¢ sentido incomprendido, pero reflexione y convendr¨¢ con nosotros en que torear de poco vale si no se tiende un invisible puente de comunicaci¨®n entre el artista y el p¨²blico.
Babelia
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