El contraataque republicano
El primer indicio de ataque se produjo a la una y media de la madrugada, cuando sucesivas oleadas de aviones republicanos empezaron a bombardear las l¨ªneas italianas, concentrando su ataque sobre Brihuega y sus inmediaciones. Tan pronto como el ¨²ltimo aeroplano dej¨® caer sus bombas y emprendi¨® regreso hacia el sur, empezaron a aparecer tanques rusos seguidos de unidades de infanter¨ªa por los alrededores de Brihuega. Parece que el Sexto Regimiento Pittau, que manten¨ªa desde el pueblo la peque?a cabeza de puente sobre el Taju?a, fue sorprendido por estas acciones y reaccion¨® con gran lentitud. El error cometido unos d¨ªas atr¨¢s al no ocupar las elevaciones del terreno existente en las cercan¨ªas de la cabeza de puente, resultaba patente ahora, cuando las tropas italianas se ve¨ªan sometidas a fuego intenso desde las colinas. Seg¨²n rumores que circulaban entre las tropas del CTV, varias semanas despu¨¦s de la batalla, pudo o¨ªrse a un oficial gritando: ??S¨¢lvese el que pueda!? Tanto si esto es cierto como si no la polic¨ªa militar italiana inform¨® de que el p¨¢nico se hab¨ªa apoderado de los hombres y que hubo un abandono masivo de las l¨ªneas de fuego. En su huida hacia Brihuega, los camisas negras no destruyeron el puente sobre el Taju?a, y las tropas de ?El Campesino? alcanzaron sin problemas el pueblo por el este.A lo largo de la carretera Torija-Brihuega, el ataque republicano ven¨ªa encabezado por el batall¨®n Garibaldi, apoyado por tanques rusos mandados por el general Pavlov. Haci¨¦ndoles frente se encontraba el primer regimiento de la Primera Divisi¨®n, al mando del coronel Frezza. Inmediatamente detr¨¢s del batall¨®n de Frezza, se encontraba el cruce vital entre las carreteras de Torija-Brihuega con la carretera que une a Brihuega por el nordeste con el kil¨®metro 83,5 de la carretera de Zaragoza. Se supon¨ªa que el cruce estaba defendido por otras unidades del regimiento Pittau, que hab¨ªan de tomar posiciones defensivas en el mismo. Durante el primer ataque muri¨® el coronel Crezza y sus tropas fueron diezmadas por el fuego moral de los tanques de Pavlov. Las tropas pronto quedaron desorganizadas, y antes de una hora, el primer regimiento hu¨ªa en desbandada. Las tropas del regimiento Pittau no se portaron en la defensa del cruce mejor de lo que lo hab¨ªan hecho en la cabeza de puente, y pronto fue aqu¨¦l tomado por los tanques republicanos.
El coronel Salvi, cuyas tropas se encontraban en situaci¨®n de reserva un poco m¨¢s atr¨¢s de la l¨ªnea principal de fuego, tom¨® posiciones improvisadas al oeste de Brihuega, e incorporando a sus unidades elementos del primero y sexto regimientos en retirada, hizo lo que pudo para establecer posiciones defensivas, pero a media tarde Brihuega se encontraba en manos republicanas y el ala izquierda de la vanguardia hab¨ªa sido rota m¨¢s al oeste, el tercer regimiento de la Primera Divisi¨®n, al mando del coronel Mazza, resisti¨® el ataque inicial de la setenta br¨ªgada. La divisi¨®n Littorio, de Bergonzoli, fue tambi¨¦n atacada a lo largo de la carretera de Zaragoza, pero Bergonzoli rechaz¨® el primer ataque y contraatac¨® vigorosamente con fuerte apoyo de artiller¨ªa, abriendo una brecha entre la XI Brigada Internacional y la segunda Brigada Espa?ola. Esto coloc¨® a los republicanos en una situaci¨®n cr¨ªtica, ya que la divisi¨®n Littorio amenazaba la carretera de Brihuega a Torija, pero Lister consigui¨® rechazar el contraataque con ayuda de dos unidades de tanques y dos batallones tra¨ªdos apresuradamente de la reserva.
Un responsable
Durante la mayor parte de la tarde el comandante de la Primera Divisi¨®n, general Rossi, hab¨ªa observado el curso de los acontecimientos sin hacer ning¨²n intento de reagrupar sus tropas para un contraataque, o de establecer un per¨ªmetro defensivo. Al caer la tarde llam¨® al cuartel general del CTV informando de que sus tropas se encontraban ?irremediablemente en retirada? y que ¨¦l mismo se propon¨ªa retirarse a una posici¨®n m¨¢s lejana del frente. El mensaje de Rossi precipit¨® los acontecimientos. Si la Primera Divisi¨®n se retiraba de todos los frentes, el flanco izquierdo de la divisi¨®n Littorio quedaba completamente desprotegido y un grave peligro de ser atacado y cercado. Despues de hablar con Faldelle, el general Bergonzoli decidi¨® ordenar la retirada de la divisi¨®n Littorio, aunque el ataque republicano hab¨ªa cesado.
Sobre el general Rossi recae una gran parte de la culpa de la derrota italiana del d¨ªa 18. Las posiciones de la Primera Divisi¨®n en Brihuega y en la cabeza del puente sobre el Taju?a, eran extremadamente d¨¦biles, si no indefendibles. Rossi los hab¨ªa heredado de la Segunda Divisi¨®n cuando reemplaz¨® a ¨¦sta el d¨ªa 13 de marzo, pero en los d¨ªas siguientes hizo muy poco o nada para mejorarlas. El grupo de Pittau hab¨ªa dado claras muestras de su desorganizaci¨®n y debilidad, pero tampoco en este caso tom¨® Rossi cartas en el asunto. Por ¨²ltimo, durante el d¨ªa 18 fracas¨® totalmente en su misi¨®n de proporcionar unas l¨ªneas de acci¨®n que detuvieran el ataque republicano, debido al parecer a una sobreestimaci¨®n suya de la gravedad del colapso de su propio frente. Cuando Rossi inform¨® al alto mando del CTV que sus hombres se encontraban ?irremediablemente en retirada?, las tropas de Pittau hab¨ªan perdido, la cabeza de puente y el cruce de carreteras y Brihuega se encontraba en manos republicanas, pero el segundo regimiento de Salvi, reforzado por tropas desconectadas de las fuerzas de Frezza y Pittau, se encontraba intacto y bien armado. El regimiento de Mazza estaba bati¨¦ndose en retirada, pero lo hacia de forma ordenada. Y lo que es m¨¢s importante, el ataque republicano hab¨ªa cesado por completo. La situaci¨®n era costosamente dif¨ªcil para los italianos, pero no justificaba un abandono precipitado del sector.
En la tarde del d¨ªa 18 de marzo, los republicanos perdieron todo contacto con las tropas italianas en retirada. Durante la misma, que dur¨® hasta bien entrado el d¨ªa siguiente, ni una sola unidad republicana tom¨® contacto con el CTV.
A pesar de la calma reinante en el frente a lo largo del d¨ªa 19, Roatta estaba muy preocupado. La experiencia de los d¨ªas anteriores hab¨ªa abierto sus ojos a los efectos que hab¨ªan producido sobre sus tropas los 10 d¨ªas pasados bajo las inclemencias del tiempo, bajo el constante hostigamiento desde los bosques y desde el aire y bajo una campa?a de propaganda llevada con gran habilidad. Tem¨ªa que su ej¨¦rcito fuese incapaz de resistir otro ataque, y pidi¨® a Franco que lo reemplazara inmediatamente por tropas espa?olas. A pesar del desastre de los d¨ªas anteriores, Roatta tuvo la desfachatez de decir que sus tropas eran fuerzas de choque, destinadas a operaciones ofensivas y no a mantener un frente, Franco, que ten¨ªa gran experiencia de mando en la Legi¨®n Extranjera, debi¨® asombrarse de lo que Roatta entend¨ªa por fuerzas de choque. En cualquier caso no mostr¨® ninguna inclinaci¨®n a trasladar r¨¢pidamente sus tropas en sustituci¨®n de las italianas.
Hasta el 20 de marzo los republicanos no volvieron a atacar. En dicho d¨ªa, una columna, encabezada por ocho tanques rusos, intent¨® avanzar por la carretera de Zaragoza pero fue rechazada, y perdi¨® dos tanques, destruidos por la artiller¨ªa italiana. El d¨ªa 21 fue rechazado otro ataque republicano. La moral de las tropas se elev¨® considerablemente ante su capacidad de resistir, pero sus mandos se estaban poniendo m¨¢s nerviosos por momentos. Empujado por el oficial de enlace de Roatta en el cuartel general de Franco, el embajador Cantalupo pidi¨® a Franco que retirase las tropas italianas inmediatamente. Franco accedi¨® a iniciar la sustituci¨®n el d¨ªa 23, as¨ª que, aunque los italianos hubieron de realizar un nuevo ataque republicano a lo largo del d¨ªa 22, la batalla de Guadalajara hab¨ªa terminado.
Significado de la batalla
Medida en t¨¦rminos puramente t¨¢cticos y estrat¨¦gicos, Guadalajara fue ¨¦xito relativamente menor de las fuerzas republicanas. Hab¨ªan conseguido detener otro ataque sobre Madrid, como lo hab¨ªan hecho en el oto?o en la Ciudad Universitaria y en febrero en el Jarama; pero no hab¨ªan sido capaces de realizar ning¨²n avance importante, y ni tan s¨®lo hab¨ªan recuperado el terreno perdido en las etapas iniciales de la lucha. Por otra parte, las p¨¦rdidas republicanas parecen haber sido mayores que las que ellos infligieron a los italianos.
La verdadera importancia de Guadalajara no puede medirse, sin embargo, en t¨¦rminos puramente num¨¦ricos, ya que fue mucho m¨¢s importante desde un punto de vista psicol¨®gico y moral, que desde un punto de vista t¨¢ctico y estrat¨¦gico. El r¨¦gimen fascista se apoyaba fuertemente en el mito de la infalibilidad e invencibilidad del Duce. ?Mussolini siempre tiene raz¨®n?, era el slogan pintado en las paredes de todas las ciudades y pueblos italianos. Guadalajara proporcion¨® el material necesario para un contra-mito. El fascismo hab¨ªa lanzado sus tropas contra la Rep¨²blica y hab¨ªa sido rechazado. La magn¨ªfica maquinaria de propaganda republicana se puso inmediatamente en acci¨®n para anunciar al mundo a bombo y platillo la derrota italiana. La batalla adquiri¨® pronto proporciones ¨¦picas. Por ejemplo, Hemingway escrib¨ªa: ?He pasado cuatro d¨ªas estudiando la batalla sobre el propio terreno con los mandos que la dirigieron y puedo afirmar con orgullo que Brihuega ocupar¨¢ su lugar en la historia militar junto al resto de las batallas decisivas de todo el mundo.? La moral de los defensores de Madrid y sus simpatizantes en todo el mundo, se elev¨® considerablemente con este ¨¦xito.
La propaganda fascista no tard¨® en responder. Entre otras hubo una contribuci¨®n no firmada de Mussolini que se public¨® en Il Popolo d'Italia el d¨ªa 17 de junio bajo el t¨ªtulo de ?Guadalajara?, en la que no se contentaba con afirmar que el resultado de la batalla hab¨ªa sido incierto, sino que se atrev¨ªa a declarar que Guadalajara hab¨ªa sido una victoria italiana.
Dijeran lo que dijeran los propagandistas, los italianos sab¨ªan que en Guadalajara hab¨ªan sufrido una vergonzosa. derrota, y nadie lo sab¨ªa mejor que las tropas y oficiales que hab¨ªan participado en la batalla. Antes de que el CTV pudiera volver a la acci¨®n, deber¨ªa ser cuidadosamente purgado y reorganizado.
(continuar¨¢)
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