Causas de la derrota italiana
?Cu¨¢les fueron las causas de la derrota italiana? La fuerza y rapidez de la acci¨®n republicana debe, sin duda, colocarse entre las principales causas; claramente, el hecho de que el grueso de la ofensiva hubiese sido confiada a un ej¨¦rcito italiano estimul¨® considerablemente la reacci¨®n de sus oponentes. El sentimiento nacionalista espa?ol y el fuerte antifascismo de los miembros de las Brigadas Internacionales se unieron como poderosos incentivos para lograr un rendimiento m¨¢ximo de las tropas. Como ha testificado Vicente Rojo, Guadalajara vio la ?m¨¢s r¨¢pida y ordenada concentraci¨®n de fuerzas realizadas por la Rep¨²blica?.La concentraci¨®n republicana de tropas y material fue posible en gran parte por la incapacidad de los tropas de Franco en el Jarama, para montar una ofensiva que hubiese mantenido ocupados en este sector a las tropas republicanas. Una parte importante de las unidades que acudieron a Guadalajara hab¨ªan tomado parte en la batalla del Jarama, incluyendo la XI y XII Brigadas Internacionales y la brigada de asalto de El Campesino.
La falta de apoyo de las fuerzas franquistas del Jarama a la ofensiva del CTV apunta a las especiales dificultades de una ofensiva combinada entre una de las partes de una contienda civil y un ej¨¦rcito extranjero. Los conocidos problemas de las alianzas b¨¦licas se complican por las especiales exigencias de una guerra civil. Franco necesitaba ayuda de las armas y asistencia t¨¦cnica italianas, pero la presencia de un ej¨¦rcito expedicionario que ¨¦l no hab¨ªa pedido no favorec¨ªa en nada su posici¨®n pol¨ªtica. Adem¨¢s, los italianos estaban ansiosos de lograr un r¨¢pido fin de la guerra, cosa que les permitir¨ªa dedicar su plena atenci¨®n a la pacificaci¨®n de Etiop¨ªa y les dejar¨ªa una mayor libertad de acci¨®n en la escena internacional. Franco, por el contrario, hab¨ªa aprendido en los meses anteriores que la participaci¨®n y consolidaci¨®n pol¨ªticas era un proceso lento que exig¨ªa su tiempo. Tem¨ªa que una victoria demasiado r¨¢pida no le permitiese pacificar los territorios ocupados, lo cual ser¨ªa un semillero de problemas para el futuro. A¨²n m¨¢s importante, los italianos estaban ansiosos de lograr victorias espectaculares que redundasen en su propia gloria, e insist¨ªan, por tanto, en utilizar sus tropas como una unidad en acciones decisivas. Franco, sin embargo, no pod¨ªa menos de sentirse inc¨®modo, ante la perspectiva de que las fuerzas italianas ganasen independientemente una batalla importante, y en especial, una batalla que condujese al colapso de la Rep¨²blica. Si hab¨ªa de gobernar el pa¨ªs despu¨¦s de la guerra, Franco no pod¨ªa permitir que la ca¨ªda de Madrid fuese atribuible a un ej¨¦rcito extranjero.
Franco hab¨ªa dicho claramente a los italianos que no aprobaba sus planes para la ofensiva de Guadalajara, pero dada su dependencia de Italia, como fuente de armas y apoyo diplom¨¢tico, no pod¨ªa rechazar rotundamente la propuesta. Adem¨¢s, un ataque italiano al norte de Madrid tendr¨ªa, aun cuando no lograse sus objetivos, las ventajas de suavizar la presi¨®n sobre sus propias fuerzas, situadas al sur de la ciudad. En estas circunstancias, aunque aprob¨® el plan italiano y prometi¨® una peque?a ofensiva de apoyo en el Jarama, ni ¨¦l ni sus oficiales ten¨ªan ning¨²n incentivo para sacrificar sus tropas en aras de una victoria italiana. Esta parece ser la explicaci¨®n m¨¢s probable de la falta de apoyo por parte de tropas espa?olas durante la ofensiva.
Despu¨¦s que el ataque italiano fue detenido por los republicanos, de nuevo las condiciones de la alianza influyeron en el curso de los acontecimientos. Roatta estaba convencido de que no pod¨ªa lograrse nada m¨¢s en el sector de Guadalajara, o al menos, de que hab¨ªan desaparecido las posibilidades de lograr una victoria r¨¢pida y decisiva sin grandes p¨¦rdidas. En consecuencia deseaba vivamente retirar sus tropas del frente lo antes posible, pero s¨®lo pod¨ªa hacerlo si lograba convencer a Franco de que las sustituyese por tropas espa?olas. Franco justificaba su negativa sosteniendo que las perspectivas eran favorables para una ofensiva, pero parece improbable que estuviese realmente convencido de lo que dec¨ªa.
Un brindis por los republicanos
Una explicaci¨®n m¨¢s posible de su insistencia en que los italianos continuasen la ofensiva es que no les desagradaba el verles jugar un papel desgraciado y poco glorioso, y que no ten¨ªa ninguna prisa en ir en su ayuda. No disponemos de evidencia directa sobre los motivos y actitudes de Franco, pero parece claro que la arrogancia y aires de superioridad de los italianos hab¨ªan molestado a muchos espa?oles. Despu¨¦s de la batalla de Guadalajara, muchos nacionalistas, y entre ellos, miembros del staff de Franco, brindaron a la salud de los republicanos que hab¨ªan demostrado que los espa?oles, aunque fuesen rojos, pod¨ªan a los mejores italianos. El propio Franco debi¨® encontrar exasperante la inoportuna presi¨®n de sus aliados, que se hab¨ªan forzado a aceptar un mando combinado y rehusaban dejarle dirigir la guerra a su ritmo y marea. Ahora que los papeles se hab¨ªan invertido moment¨¢neamente, y que eran los italianos quienes solicitaban su ayuda, no ten¨ªan prisa en aliviar la situaci¨®n. Esto explica por qu¨¦, cuando sobrevino el ataque republicano del d¨ªa 18 de marzo, las tropas italianas se encontraban todav¨ªa en el frente, a pesar de las urgentes y repetidas peticiones de Roatta para que fuesen sustituidos. Recientemente, un autor italiano ha sugerido que Franco plane¨® la derrota italiana de Guadalajara. En realidad, no existe evidencia de que previese o desease su derrota, pero las consideraciones pol¨ªticas que aqu¨ª fueron discutidas, y las fricciones y rivalidades existentes en la alianza contribuyeron claramente a ella.
Las causas de la derrota italiana no se limitaron, sin embargo, a factores situados fuera de su control, como pueden ser la inesperada fuerza de la reacci¨®n republicana o la falta de colaboraci¨®n del ej¨¦rcito nacionalista en la ofensiva. La debilidad y deficiencias del CTV, tanto entre las tropas como entre los mandos, contribuyeron tambi¨¦n de forma importante a su fracaso. Al parecer los italianos sobreestimaron grandemente la capacidad de sus tropas, o no tuvieron en cuenta las exigencias que se les impondr¨ªan en operaciones de tipo de las planeadas. En vista de c¨®mo se realiz¨® el reclutamiento, no es sorprendente que muchos no se encontrasen en buenas condiciones f¨ªsicas para el combate, y mucho menos para acciones de choque. En un informe enviado a Roma el 30 de marzo, el general Roatta se quejaba ?de los muchos hombres casados y maduros que no eran muy agresivos?. La mayor¨ªa de los 2.300 hombres a los que Faldella pas¨® revista, en abril de 1937, ten¨ªan entre veintiocho y treinta y dos a?os, y entre todos ten¨ªan unos 7.300 hijos, de una media de edad que superaba los tres a?os. Estas tropas hab¨ªan recibido un precario entrenamiento. Algunos no sab¨ªan siquiera utilizar adecuadamente sus armas y muchos de los conductores y otros miembros del personal especializado estaban poco familiarizados con el material que hab¨ªan de manejar. Quiz¨¢ m¨¢s importante a¨²n que las deficiencias f¨ªsicas y falta de entrenamiento de las tropas, era su falta de motivaci¨®n. Tanto antes como durante la batalla, los propagandistas italianos trataron de elevar su moral, presentando a los republicanos como b¨¢rbaros responsables de innumerables atrocidades y describiendo la guerra como una cruzada anticomunista, as¨ª como realizando llamamientos a la lealtad personal hacia el Duce y a la responsabilidad de las tropas como representantes del fascismo en suelo extranjero.
Esta propaganda fue, sin embargo, un verdadero fracaso.
Odiar al enemigo
Mientras la batalla se desarrollaba, Roatta not¨® que uno de los m¨¢s importantes defectos de sus tropas era ?que no odiaban al enemigo?. Incluso el propio Mussolini se vio forzado a admitir ante el gran Consejo Fascista que la falta de motivaci¨®n hab¨ªa sido un factor importante en la derrota. Una ?guerra doctrinal?, observ¨®, siempre es dif¨ªcil, y cuando los soldados no sienten que est¨¢n defendiendo sus propios ideales ?no es f¨¢cil crear un esp¨ªritu b¨¦lico?.
Otra parte importante de responsabilidad por la derrota del ej¨¦rcito italiano ha de atribuirse a Roatta y sus ayudantes: los italianos subestimaron claramente al adversario, suponiendo que, una vez roto el frente republicano, una sola divisi¨®n italiana podr¨ªa llevar la ofensiva hasta Guadalajara. Quiz¨¢ esto resultase comprensible a la luz de su experencia en M¨¢laga, aunque un estudio m¨¢s cuidadoso hubiese revelado que M¨¢laga era uno de los sectores m¨¢s d¨¦biles de todo el territorio republicano, y que era de esperar una resistencia mucho m¨¢s obstinada en los alrededores de Madrid. Lo sorprendente es que despu¨¦s de que la ofensiva hab¨ªa sido ya definida el 10 de marzo, e incluso despu¨¦s de las duras luchas libradas en la carretera de Zaragoza el d¨ªa 13, los italianos siguiesen subestimando al enemigo y no dieran los pasos necesarios para contrarrestar una posible contraofensiva republicana, que les cogi¨® totalmente por sorpresa el 18 de marzo.
Los planes italianos de ataque fueron apresurados, incompletos y basados en informaci¨®n inadecuada. Las tropas, que iban a operar en el ¨¢rea entre Sig¨¹enza y Guadalajara, deb¨ªan haber sido equipadas y entrenadas para una campa?a invernal, pero los italianos no tuvieron en cuenta este hecho. Duran.te los primeros d¨ªas de la batalla, la mayor¨ªa de los soldados dispon¨ªan tan s¨®lo de uniformes coloniales, totalmente inadecuados para las heladas temperaturas con que se encontraron.
En la zona en cuesti¨®n puede circularse f¨¢cilmente con veh¨ªculos a motor por terreno seco, pero resulta impracticable tan pronto como empiece a llover. La fina capa de lodo que se forma inmediatamente despu¨¦s de una tormenta hace dif¨ªcil la marcha, incluso de hombres a pie, y restringe el uso de veh¨ªculos a las carreteras pavimentadas. La rudimentaria red de carreteras disponibles en una zona escasamente poblada, como la de Guadalajara, resulta totalmente inadecuada para permitir un flujo de 2.400 camiones, adem¨¢s de las filas de artiller¨ªa, tanques, camiones y columnas de soldados. Los embotellamientos deten¨ªan frecuentemente el tr¨¢fico, dejando sin suministros a las tropas en la carretera, al fuego a¨¦reo y artillero. Estas dificultades pod¨ªan haber sido f¨¢cilmente previstas, pero no lo fueron.
Algunos te¨®ricos y dirigentes militares europeos, especialinente franceses, trataron de extraer de la experiencia italiana, en Guadalajara, conclusiones acerca de la eficacia de las t¨¢cticas de guerra r¨¢pida y acerca de las ventajas t¨¢cticas del apoyo a¨¦reo. Las especiales condiciones bajo las cuales se libr¨® esta batalla, hacen dif¨ªcil el an¨¢lisis a partir de este caso, pero tanto en Italia como en otros pa¨ªses, los defensores de t¨¢cticas m¨¢s tradicionales vieron confirmadas sus opiniones, y los proponentes del nuevo sistema se vieron enfrentados a lo que parec¨ªa un serio fracaso del mismo.
Guadalajara y M¨¢laga fueron las dos ¨²nicas batallas de la guerra civil en las que Franco permiti¨® a los italianos jugar independientemente un papel central. En todas las acciones posteriores, insistir¨ªa en que aquellas operaciones, en el seno de unidades mayores, formadas principalmente por tropas espa?olas y mandadas por generales espa?oles. Ninguna de aquellas dos batallas fue de gran importancia en la guerra, pero Guadalajara fij¨® en la mente del p¨²blico una imagen indeleable de la intervenci¨®n italiana en Espa?a.
FIN DE LA SERIE
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