Los taxistas
Como Marcelino Camacho est¨¢ en Mosc¨² estrechando lazos, mis ¨²nicos contactos con la dictadura del proletariado, en estos d¨ªas, son el quiosquero y el taxista. El taxista se me ha puesto una camiseta que dice: ?El taxi, para el que lo trabaja?.Hubo un tiempo, no muy lejano, en que todos los taxis de Madrid eran de unos se?ores que se estaban en sus casinos jugando al bingo, apost¨¢ndose las ganancias que les dejaba una flotilla de taxis por las calles de Madrid. Pero los taxistas hicieron el mot¨ªn de las gorras (como el de Esquilache con los chambergos, s¨®lo que a la viceversa): llenaron Cibeles de gorras blancas, como otras palomas de Correos, y ah¨ª empezaron sus reivindicaciones. Sin embargo, todav¨ªa quedan taxistas a sueldo, como el de la camiseta.
-Somos muchos los que vamos a ponernos la camiseta, caballero. Esto hay que pararlo.
El taxi, que es como mi segunda residencia. suele ser un sitio de lectura conformista: ?Pap¨¢, no corras?. ?Se ruega no fumar, por razones de salud?. ?Por favor, cierre despacio?. Los taxistas suelen leer el Ya y escuchar por la radio del coche a la se?ora Francis. Buena gente, en fin. Pero de pronto, la revoluci¨®n pendiente ha llegado hasta aqu¨ª: ?El taxi, para el que lo trabaja?. voy leyendo en la protesta dorsal del mec¨¢nico, mientras atravesamos un Madrid de Bancos y multinacionales. Y recuerdo la camiseta que ha llevado mi amiga la progre todo este verano. Una camiseta dibujada por Forges, con una pancarta que dice: ?Ya est¨¢ bien?.
?Qu¨¦ es lo que ya est¨¢ bien? ?La reforma gradual, el piropito madrile?o que soporta la progre por las calles, la pertinaz sequ¨ªa? Algunas progres m¨¢s concienzudas se han hecho imprimir en la delantera los dos tomos completos de El segundo sexo, de Simone de Beauvoir, en se?al de reivindicaci¨®n. Claro que eso depende de la delantera que tenga cada una. Adem¨¢s de ser progre, a veces conviene estar bien dotada.
-Y por qu¨¦ no hacemos todos como la progre y el taxista?
Quiero decir que cada espa?ol debiera andar por ah¨ª con la camiseta escrita de sus reivindicaciones. Por ejemplo, los sobornados de la Lockheed: ?La Lockheed para el que la trabaja?. Ser¨ªa una manera de hacer valer sus derechos Y, sobre todo, una manera de identificarles.
Porque si no, me parece que al se?or Rodr¨ªguez Acosta le van a dar las tantas hasta encontrarlos. Y a lo mejor ni los encuentra. En las primeras tertulias pol¨ªticas de estos d¨ªas, la gente de orden dice que con dos o tres partidos tendr¨ªamos bastante. Se quejan de la proliferaci¨®n de las siglas. Ya el maestro D¨¢maso Alonso me lo dijo una vez:
-Estamos en un siglo de siglas.
Y eso que el Movimiento todav¨ªa no hab¨ªa abierto su ventanilla de asociaciones.
Bueno, pues si cada uno llevase su camiseta pol¨ªtica, la cosa se clarificar¨ªa mucho. Por ejemplo, don Adolfo Su¨¢rez. Camiseta roja y negra: ?La reforma para el que la trabaja?. Don Blas Pi?ar. Camiseta roja y gualda: ?La Patriapara el que la trabaja?. Fern¨¢ndez de la Mora. Camiseta de colores crepusculares: ?El crep¨²sculo para el que lo trabaja?. Cort¨¦s-Cavanillas. Camiseta con corona: ?La Monarqu¨ªa, para el que la trabaja?.
Y en este plan.
Ahora que el Gobierno ha decidido declarar materia reservada lo que se trate en los Consejos de Ministros, e incluso el color de la corbata que se pongan el d¨ªa de Consejo, yo les sugiero que acudan a Presidencia con sus camisetas correspondientes: ?La materia reservada para el que la trabaja?. Es una manera de que los periodistas no les mosconeen con preguntas. Y los periodistas, por nuestra parte, vestiremos unas camisetas que digan: ?La informaci¨®n para el que la trabaja?. O sea, el motorista que va a por el elelostil oficial. Es el ¨²nico que realmente se gana el sueldo en un pa¨ªs sin informaci¨®n. A los periodistas, que nos den una licencia de taxi para poder vivir.
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