Alegr¨ªa en el tendido y vulgaridad en el ruedo
Hab¨ªa que estar aqu¨ª. Lamentablemente para el mundillo taurino es noticia, casi noticia sensacional, que se inaugure en esta ¨¦poca una plaza de toros. Hab¨ªa que estar aqu¨ª para ver la alegr¨ªa de la afici¨®n palentina y contarlo y poder dar testimonio de esta fecha hist¨®rica en la que con esta plaza se ha puesto un muro de contenci¨®n al chorro de la decadencia de la Fiesta, que parece incontenible.Esta plaza ser¨¢ suficiente, quiz¨¢, para mantener viva la llama de la afici¨®n en Palencia y no lo ser¨¢, ni con mucho, para que ocurra otro tanto en el resto del pa¨ªs, pero s¨ª sirve de ejemplo, mueve a que se aunen voluntades en San Sebasti¨¢n, en C¨¢diz y en La Coru?a, que a¨²n est¨¢n sin coso, la hist¨®rica fecha de ayer puede tener una trascendencia incalculable.
Ayer se inaugur¨® la plaza de Palencia con la primera corrida de feria en la que se lidiaron cinco toros de Juan Mari P¨¦rez Tabernero y un sobrero (el segundo) de Antonio P¨¦rez, para Paquirri, Jos¨¦ Mari Manzanares y el Ni?o de la Capea
Paquirri. -Pinchazo, estocada corta tendida (oreja). Pinchazo hondo, otro a toro arrancado y media estocada tendida perdiendo la muleta (ovaci¨®n y saludos). Manzanares.-Metisaca en los bajos (silencio). Bajonazo tirando la muleta, que produce derrame (bronca y algunos aplausos, saluda correspondiendo a ¨¦stos). Ni?o de la Capea.-Pinchazo en los bajos sin soltar y media baja (silencio). Pinchazo hondo muy bajo que produce derrame (algunos pitos). Los toros.-No tuvieron presencia, ni fuerza, ni casta. Su comportamiento fue de reses de tienta. Hubo un gran lleno.
Pero lo malo es que el taurinismo se ha metido en una senda de la que no sale y nos tenemos que no va a salir. Ayer era una ocasi¨®n propicia para ofrecer a los palentinos la fiesta de toros verdadera y, no su caricatura: para que la primera corrida que pisara el flamante aldero respondiese con dignidad a la solemne ocasi¨®n; para que los toreros se esmeraran y lucieran un repertorio distinto de esos dos pases que van repitiendo a cienlos (y maI) por toda la georaf¨ªa del toreo.
Pero ni por esas. Si exceptuamos alg¨²n momento inspirado de Paquirri, el festejo todo fue de una vulgaridad apabullante. Los seis toros eran seis zapatos que adem¨¢s no se ten¨ªan en pie. Con el capote, a excepci¨®n de una larga cambiada y una chicuelina, ambas de Paquirri, no se vi¨® absolutamente nada.
El Ni?o de la Capea toreaba agachado, con el pico, con la muleta retrasada para asustar al personal en las porf¨ªas (que por cierto no se asust¨®), y cuando consegu¨ªa embarcar la embestida, lo hac¨ªa destemplado, a tirones, a enganchones. Un horror, Manzanares dio unas pinceladitas nada m¨¢s que aseadas en el segundo y al quinto no lo quiso ni ver. Era tan zapato como todos pero ten¨ªa alg¨²n geniecillo, y m¨¢s cabeza que el resto, y eso tuvo que ser lo que le llev¨® a tirar lidia y a machetear como si se encontrara delante de un miura pregonao. Y Paquirri, lo mismo. Pero en la faena del cuarto tuvo detalles toreros, varios derechazos reposados mandones y -?atenci¨®n!- un derechazo cargando la suerte. Hay que contarlo porque hoy casi no se ve: cit¨® de largo, la muleta adelantada, dej¨® llegar al toro cuando ¨¦ste iba a meter la cabeza en la franela, ech¨® adelante la pierna contraria. ?Volteen las campanas para este muletazo y ¨²nanse al gozo por la inauguraci¨®n de la plaza!
Una plaza bien acabada, bonita y c¨®moda, donde desde cualquier localidad se ve perfectamente el espect¨¢culo. La inauguraci¨®n -ya lo dec¨ªamos- supuso una gran fiesta, hubo alegr¨ªa, m¨²sica y canciones. El ¨²nico fallo -ya se sabe: casa nueva, fallo seguro- se produjo en la boca de riego. Cuando a mitad de la corrida quisieron regar, por la manga sal¨ªa un chorrito y luego no pod¨ªan cortar la acometida del agua, que sal¨ªa a borbotones. Se temi¨® por la inundaci¨®n no ya del ruedo sino de toda Tierra de Campos ?Qui¨¦n paraba aqu¨¦llo? Pues lo pararon los bomberos, con rara habilidad. Hubo ovaci¨®n para los bomberos y con la ovaci¨®n, fin del gozo, pues la banda y el p¨²blico entretuvimos la media hora que dur¨® la aver¨ªa cantando aquello de ?la manguera donde est¨¢, d¨®nde est¨¢ la escalera ... ?.
Babelia
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