Los funcionarios sindicales
La cada vez m¨¢s pr¨®xima desaparici¨®n de la Organizaci¨®n Sindical (OSE) ha agudizado el viejo problema del destino futuro de los 30.000 espa?oles que trabajan en la OSE, los sindicatos nacionales, las hermandades de labradores, las cofrad¨ªas de pescadores y dem¨¢s ¨®rganos del verticalismo.La soluci¨®n a este problema, derivado para unos del reformismo sindical y para otros de la ruptura sindical, debe apoyarse en elementales y democr¨¢ticos principios b¨¢sicos. El primero es el derecho de los hoy sindicatos ilegales para contratar libremente a sus presentes y futuros cuadros de funcionarios. Resultar¨ªa inadmisible que se pretendiera limitar la libertad de las sindicales ni tan siquiera con la presi¨®n que supondr¨ªa que el Gobierno les intentara echar encima el futuro de 30.000 familias espa?olas.
En segundo lugar debe garantizarse, de manera clara, definitiva e inequ¨ªvoca, el empleo de los actuales funcionarios de la OSE y el del personal que en ella trabaja con contrato laboral. Debe distinguirse, eso s¨ª, entre los aut¨¦nticos funcionarios y la l¨ªnea pol¨ªtica que a partir de su empleo en gabinetes negros, cargos de libre designaci¨®n, oposiciones patri¨®ticas y dem¨¢s corruptelas, ha encontrado asilo en la OSE a la hora de los ceses en funciones estrictamente pol¨ªticas y gubernativas, al igual que hasta hace bien poco lo encontr¨®, aunque en menor grado, en altos cuerpos del mutualismo laboral, pariente pol¨ªtico de la OSE.
La garant¨ªa del empleo exige el paso de los, valga la redundancia, funcionarios funcionarios de la OSE a la Administraci¨®n del Estado, y s¨®lo al Estado, pues la OSE ha sido, y es, una parte del todo pol¨ªtico-burocr¨¢tico-administrativo del franquismo que, como cualquier otro Ministerio, ha desempe?ado, funciones de evidente car¨¢cter p¨²blico, aunque, por el enmascaramiento del car¨¢cter estatal de la OSE, nunca se haya reconocido un espec¨ªfico estatuto de funcionarios p¨²blicos a estos trabajadores.
Debe descartarse cuanto antes el intento de algunos sectores de llevar a los funcionarios de la OSE a un organismo aut¨®nomo parasindical. La Administraci¨®n del Estado, y s¨®lo ella, debe ser el futuro empresario de estos funcionarios, y dentro de ella, los ministerios en los que se hayan de diluir (no perpetuar) el aparato de la OSE y sus funciones estatales.
Llevar a los funcionarios de la OSE a ese pretendido organismo aut¨®nomo, aunque dependiera del Estado, es restarles la seguridad que el Estado les dar¨ªa, pues el Estado no parece que vaya a desaparecer y los organismos aut¨®nomos desaparecen cualquier viernes por un simple decreto-ley. Unase a ello que tal organismo, en cuanto continuador de la OSE, ser¨ªa un aparato no democr¨¢tico, incompatible con la libertad sindical, y no parece que el futuro de los hoy trabajadores de la OSE deba ser incompatible con la libertad sindical.
Finalmente, el paso al eventual organismo introducir¨ªa un fuerte elemento de incertidumbre laboral en las perspectivas de los funcionarios de la OSE (el desconocimiento de los estatutos de tal organismo aut¨®nomo), profundamente lejana del conocimiento de las reglas que les dar¨¢ su integraci¨®n en la Administraci¨®n estatal.
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