Ense?anza de la Arquitectura, y cambios pol¨ªticos
Si alg¨²n d¨ªa se llegan a consolidar en este pa¨ªs las condiciones m¨ªnimas para una coherencia democr¨¢tica, habr¨¢n de acometerse con toda urgencia los apartados que conciernen a la construcci¨®n y formal¨ªzaci¨®n del medio f¨ªsico, dentro de la nueva dimensi¨®n de la vida comunitaria: preparar y, reparar la arquitectura de nuestras ciudades y la ordenaci¨®n y planificaci¨®n del territorio con unos presupuestos pol¨ªticos, culturales y t¨¦cnicos, m¨¢s eficaces que los resultados ambientales que hoy nos toca: sufrir. Y en el caso de que esta prioridad fuera atendida por la estrategia del poder, habr¨ªa de cobrar conciencia en los pol¨ªticos del cambio la previsora actitud de ordenar los procesos educativos y los campos de investigaci¨®n, en una acci¨®n paralela.La voz arqu¨ªteciural, disociada de su genuino significado, ha pasado a ser un t¨¦rmino manipulado seg¨²n los intereses de la clase que lo utiliza. Para la ¨¦lite arquitect¨®nica, su connotacion sigue anclada en la operaci¨®n ambigua de la vanguard¨ªa cultural que pretende imponer su leng¨¹a?e ritual a las -exigencias de una realidad enajenada y programada por los intereses del mercado. El promotor inmobiliario se sirve de ella para designar las tradicionales t¨¦cnicas de la construcci¨®n, cor¨ªibinadas -con el proceso burocr¨¢tico y lleva impl¨ªcito. Para la cr¨ªtica m¨¢s radicalizada, la arquitec tura es una forma sin contenido revolucionario alguno, de hecho, en consecuencia, marginado de la historia.
Subyace a la ense?anza de la arquitectura un ciego debate. Sin una verdadera teor¨ªa, operativa y una praxis que haga eficaz su cometido, llena su tiempo en confiar la expresi¨®n a unas im¨¢genes en las que la funci¨®n social o la militancia pol¨ªtica permitan acallar o la mala conciencia o la incapacidad real, para proponer otras alternativas no ligadas a la b¨²squeda plat¨®nica de la forma en las m¨²ltiples acepciones que su verificaci¨®n comporta. Siguen las escuelas alejadas de un aprendizaje que sintonice con la realidad y procure eficacia a sus aspiraciones tanto te¨®ricas como pr¨¢cticas. Los modelos de recuperaci¨®n formal, de sistem¨¢tizaci¨®n cient¨ªfica, los nuevos cauces de autoexpresi¨®n, el tribalismo sociol¨®gico.... no dejan de ser aproximaciones, mas o menos gratuitas, aun ideal pedag¨®gico de transici¨®n, capaz de integrar adecuadamente los descubrimientos cient¨ªficos conformadores de la realidad ambiental de nuestro tiempo.
Pretender, una alternativa desde los actuales m¨¦todos docentes, o desde, los hipertrofiados gremios profesionales, equivale, orillada toda atenci¨®n pol¨ªtica, a abandonar la arquitectura a un ejercicio para exorcistas. Urge, pues, conformar la docencia y la pr¨¢ctica de la arquitectura de acuerdo con los procesos de cambi pol¨ªtio, si se tiene en cuenta que las diversas manifestaciones arquitect¨®nicas han obedecido hist¨®ricamente a los modos diferentes de organizaci¨®n adoptados por el hombre.
Investigaci¨®n global
Las cuestiones m¨¢s patentes que se le ofrec¨ªan a la arquitectura en la d¨¦cada de los sesenta ven¨ªan a cifrarse en estas tresy no poco expl¨ªcitas generalizaciones: A) Relaciones entre ideolog¨ªa y metodolog¨ªa. B) Formalizaci¨®n del lenguaje arquitect¨®nico como medio simb¨®lico de comunicaci¨®n. C) El problema de la ciudad a modo de campo de experimentaci¨®n.A la luz de este amplio espectro,,se convierte la ense?anza de ,la. arquitectura en un proceso de investigaci¨®n global en torno al medio fisico del hombre o en espec¨ªfica actividad formalizadora de las im¨¢genes ambientales de la sociedad'moderna. Lo primero comporta la incorporaci¨®n de algunas disciplinas indispensables en la interpretaci¨®n del mundo material. ?C¨®mo se puede explicar la forma de la arquitectura, de espaldas, por ejemplo, al pensamiento dial¨¦ctico, a los descubrimi¨¦ntos antropol¨®gicos, avance de las ciencias sociol¨®gicas, conexiones de la nueva est¨¦tica con la vida cotidiana ... ?
Lo segundo exigir¨ªa vincular el proyecto arquitect¨®nico a una cada vez m¨¢s necesaria metodolog¨ªa hist¨®rica que explicara el dise?o por encima de las puras relaciones geom¨¦tricas, la ilustraci¨®n acad¨¦mica, las falsas recuperaciones hist¨®ricas, la intuici¨®n formal, o el latente mito europeo de la raz¨®n que con tanto benepl¨¢cito sirve de pretexto
ideol¨®gico al racionalismofornialista de las ¨²ltimas vanguardias.
Lejos de toda limitaci¨®n creadora, tan acariciada por los oportunistas del negocio de la forma, las aportaciones de la ciencia y d el pensamiento contempor¨¢neo deben, aceptarse como expediente pedag¨®gico que explique su propia raz¨®n de ser, con el ap¨¦ndice de unas realidades muy precisas en nuestro entorno hist¨®rico- nacional. Las culturas centralistas y perif¨¦ricas carecen, en lo tocante a su patrimonio arqu¨ªtect¨®nico, de una historiograf¨ªa b¨¢sica, cuyo auge podr¨ªa, a la luz de las nue vas interpretaciones hist¨®ricas, potenciar una base enriquecedora de conocimiento (m¨¢s la recuperaci¨®n de una tradici¨®n a¨²n por descubrir) y hallazgo de valores positivos, en las nuevas formas de convivencia.
Exigencia interdisciplinar
A nadie se le ouculta la no vigencia de la ceremonia con que nuestro pa¨ªs se desarrolla la arquitectura y el servicio descarado a puros intereses comerciales con que se entronizaban s¨ªmbolos y se hipertrofian espacios. En la misma medida en que la dispersi¨®n y atomizaci¨®n acent¨²a el grado de fruici¨®n perceptiva, enesa misma medida reduce a l¨ªmites inciviles los gestos de participaci¨®n en la reconstrucci¨®n ambiental de la comunidad. Exigencia de todo ello, es una adecuada educaci¨®n perceptiva y est¨¦tica del grupo social en torno a sus derechos y obligaciones, cr¨ªticas y demandas.
Dif¨ªcilmente pueden las tradicionales escuelas de arquitectura (con sus reticencias ancestrales, su inercia formal, su incapacidad ante nuevas decisiones ... ) asimilar y encauzar el aluvi¨®n de problemas que sobre ellas se vierten. ?C¨®mo impartir¨¢ una sola escuela los conocimientos que de hecho hab¨ªan de corresponder, -como m¨ªnimo, a tres facultades espec¨ªficamente abiertas a la propia disciplina arquitect¨®nica, a la ciencia urbana y a la ense?anza del dise?o? ?Qu¨¦ frutos pueden esperarse de un centro que alberga a m¨¢s de 5.000 alumnos y cuenta s¨®lo con 300 profesores, al amparo de una organizaci¨®n acad¨¦mica inalterada e inalterable desde hace m¨¢s de cien a?os? ?C¨®mo conciliar la deficiencia de los conocimientos, con el papel efectivo que luego asumir¨¢ el alumno en la pr¨¢ctica profelsional?
La ense?¨¢nza de un pueblo responde a lo que esa colectividad es o le deja ser cualquier alternativa en los m¨¦todos, pedag¨¢gicos que no presuponga un cambio transformador de los cose imparten, dejar¨¢ un vac¨ªo imposible de llenar por v¨ªa de improvisaci¨®n.
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