Mecenas de la cultura catalana
Camb¨® apareci¨® muy joven en la arena pol¨ªtica. Fue concejal de Barcelona a los veinticinco a?os, y lo fue porque su nombre y su actuaci¨®n eran ya conocidos y porque todos ve¨ªan en ¨¦l una gran esperanza para el catalanismo pol¨ªtico. La. bala que le hiri¨® gravemente en la campa?a por lo que fue muy pronto el gran triunfo de la Solidaritat populariz¨® a¨²n m¨¢s su prestigio, que en 1901, a los treinta y un anos, se extendi¨® a Espa?a entera tras sus primeras intervenciones en el Congreso. No s¨®lo por su oratoria penetrante e inolvidable, sino por el modo tajante con que entr¨® en los temas a que se refiri¨®. Fue en el primero de sus discursos que nos dijo: ?La conciencia nacional colectiva existe en Catalu?a, y el reconocimiento como personalidad pol¨ªtica vendr¨¢ con toda seguridad; no, lo dud¨¦is, hay cosas que no pueden evitarse?.Pasaron los a?os, y la actividad pol¨ªtica de Camb¨® tuvo sus momentos ¨¢lgidos -entre otros en las Cortes de 1916-, y sus momentos tristes. Dotado como muy pocos para el Gobierno, s¨®lo muy pasajeramente y muy parcialmente pudo a gobernar. Tras la etapa tr¨¢gica iniciada en 1919, una serie de decepciones le llev¨® a apartarse de la pol¨ªtica activa, quiz¨¢ cansado de tener que pedir dinero para su partido a unos industriales y capitalistas que le pon¨ªan condiciones para d¨¢rselo, so?¨® en la posibilidad de disponer de dinero propio y libre y se lanz¨® a los grandes negocios. Triunf¨®, y lo obtuvo. Quiz¨¢ no tuvo suficientemente presente, que m¨¢s que la voluntad de los que lo poseen aquellas condiciones limitadoras las impone el dinero por s¨ª mismo, lo tenga quien lo tenga...
?El hecho vivo de Catalu?a?
Fue, eso s¨ª, un mecenas inolvidable. La Fundaci¨® Bernat Metge -traducci¨®n al, catal¨¢n de los cl¨¢sicos griegos y latinos, que a¨²n persiste, la Fundaci¨®n B¨ªblica Catalane, la fundaci¨®n para el catal¨¢n en la Sorbona de Par¨ªs, la colecci¨®n de pinturas cedida a la ciudad de Barcelona son muestras -aparte de tantas otras ayudas, conocidas o an¨®nimas- de su voluntad de apoyar la cultura catalana. Pero su pasi¨®n pol¨ªtica persisti¨®. En 1934, en las Cortes de la Rep¨²blica y ante la amenaza de la desaparici¨®n del Estatut de la autonom¨ªa catalana, volvi¨® a lo que hab¨ªa dicho hac¨ªa veintisiete a?os, y dijo: ?No os hag¨¢is ilusiones: pasar¨¢ este Parlamento, desaparecer¨¢n todos los partidos que est¨¢n aqu¨ª representados, caer¨¢n reg¨ªmenes, y el hecho vivo de Catalu?a subsistir¨¢?.
Parece que, en los momentos en que vivimos, hay quien lo olvida. Los catalanes aunque, podamos, discrepar en otros aspectos de la ideolog¨ªa y de las actitudes pol¨ªticas de Camb¨®, no olvidamos aquellas afirmaciones suyas, porque las sabemos ciertas.
Conoc¨ª a Camb¨®. Con mi padre eran amigos, y a ello deb¨ª el poderle o¨ªr hablar algunas -pocas- veces. Arisco con los que le importunaban. trataba a los que estimaba como a mi padre- con un afecto cordial. Su personalidad produc¨ªa una gran impresi¨®n. De estatura mediana, pero bien constituido daba una impresi¨®n de agilidad. Su rostro, aparentemente adusto, pod¨ªa llegar a manifestar las impresiones y los sentimientos m¨¢s sutiles. La expresividad de su cabeza, de su torso y de sus brazos cuando se lanzaba a fondo en un discurso, literalmente inolvidable.
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