Los sistemas electorales: mayoritario o proporcional
La adopci¨®n de un determinado sistema electoral es una opci¨®n de orden puramente t¨¦cnico: dilucidar el criterio a seguir para repartir las actas de diputado entre los distintos candidatos, teniendo en cuenta los votos emitidos por los electores. Dos grandes f¨®rmulas ha ideado el ingenio humano: El sistema mayoritario, seg¨²n el cual, resulta elegido el candidato o lista de candidatos que haya obtenido la mayor¨ªa de votos en el distrito de que se trate; y la representanci¨®n proporcional, en cuya virtud cada partido obtiene en cada circunscripci¨®n un n¨²mero de esca?os proporcional al n¨²mero de votos emitidos en favor de sus candidatos.El problema, sin embargo, es bastante m¨¢s complejo. Como racionalizaci¨®n a posteriori de la experiencia, la configuraci¨®n o selecci¨®n de un modelo electoral concreto puede perseguir uno de estos tres objetivos principales: 1) Lograr una decisi¨®n en lo que afecta a la designaci¨®n de los gobernantes o, lo que es lo mismo, decidir qui¨¦n debe prevalecer entre varios candidatos posibles; 2) reproducir en los ¨®rganos legislativos y representativos del Estado, con la mayor fidelidad posible, las diversas corrientes de opini¨®n que act¨²an en la colectividad, y 3) garantizar el funcionamiento flexible y eficaz del Parlamento, al tiempo que se asegura la representaci¨®n de las minor¨ªas.
De alguna manera estos tres objetivos est¨¢n impl¨ªcitos en toda ley electoral pero seg¨²n que en el esp¨ªritu del legislador predomine, consciente o inconscientemente, uno u otro, se adoptar¨¢ el m¨¦todo de las mayor¨ªas, la representaci¨®n proporcional o f¨®rmulas m¨¢s o menos mixtas o con correctivos destinados a evitar o paliar los inconvenientes de los modelos puros.
Pero no acaba aqu¨ª el problema. Como es natural, tambi¨¦n pesan de manera fundamental en el momento de optar, consideraciones de ¨ªndole pol¨ªtica m¨¢s inmediatas.
Ello es particularmente cierto en los ¨²ltimos tiempos, en que, como consecuencia de los progresos realizados por la sociolog¨ªa electoral y por sus t¨¦cnicas de aplicaci¨®n, se ha llegado a conocer, con car¨¢cter tendencial al menos, la influencia del sistema electoral en el propio r¨¦gimen pol¨ªtico, as¨ª como en el n¨²mero, representaci¨®n y estructura de los distintos partidos. De este modo la defensa de una u otra f¨®rmula electoral se hace tambi¨¦n en funci¨®n de intereses frecuente mente partidistas y de linaje pol¨ªtico que se desea favorecer o proteger.
Desde una perspectiva hist¨®rica, la opci¨®n entre el modelo mayoritario y la representaci¨®n proporcional origin¨® en Europa desde finales del siglo XIX sustanciosas pol¨¦micas, a¨²n inacabadas. Gran Breta?a, con su gran influencia en la ¨¦poca, puso de moda el sistema de mayor¨ªas que hoy conservan los pa¨ªses democr¨¢ticos del c¨ªrculo anglosaj¨®n: Estados Unidos, Canad¨¢, Nueva Zelanda y Australia. Progresivamente, la representaci¨®n proporcional se fue imponiendo, sin embargo, en el ¨¢mbito europeo: B¨¦lgica y Suecia lo adoptan entre 1900 y 1914 y despu¨¦s de la primera guerra mundial se introduce por la fuerza del esp¨ªritu democr¨¢tico de la ¨¦poca en Holanda, Dinamarca, Suiza, Noruega, la Alemania de Weimar y la Italia prefascista. Al finalizar la segunda gran guerra e incluso con anterioridad, durante la d¨¦cada de los treinta, se aIzaron severas cr¨ªticas contra la representaci¨®n propocional a la que se imput¨® el haber facilitado en la preguerra el auge de los movimientos fascistas en Italia, Alemania y B¨¦lgica y de la que se tem¨ªa que favoreciese a los partidos comunistas en la posguerra. De ah¨ª una ligera regresi¨®n de la representa ci¨®n proporcional en beneficio de sistemas mixtos o del modelo mayoritario. Alemania, Jap¨®n y tambi¨¦n Francia, en 1951, establecen modelos mixtos. Francia, al proclamarse la Quinta Rep¨²blica en 1958, volver¨¢ a su m¨¦todo tradicional, el mayoritario a dos vueltas, que estuvo vigente durante la Tercera Rep¨²blica.
Ma?ana: El escrutinio mayoritario.
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