Una apostilla de Emilio Romero
Augusto Ass¨ªa tiene una especial predilecci¨®n por leer y replicar mis art¨ªculos, asunto que agradezco; ahora lo ha hecho, y a las veinticuatro horas de leer mi ¨²ltimo texto publicado en este peri¨®dico. Viene a sostener que mis compromisos en el r¨¦gimen de Franco me restan la autoridad necesaria para mis discrepancias con Gil Robles en mi imputaci¨®n de sus fracasos. Augusto Ass¨ªa, espl¨¦ndido periodista, es un credencialista m¨¢s de esos que tanto abundan para definir qui¨¦nes han de hablar, y qui¨¦nes han de callar en esta hora de la vida espa?ola. Y el hombre lo dice desde una plataforma liberal que se ha puesto debajo. Lo malo es que uno tiene memoria, y Augusto Ass¨ªa parece que ha olvidado su franquismo. Lo voy a recordar. Yo tengo el orgullo de haber dirigido peri¨®dicos de la cadena del Movimiento en provincias, entre los a?os 42 y 46; y luego el orgullo y satisfacci¨®n de haber sido director de Pueblo de Madrid durante veintid¨®s a?os.?Y cu¨¢l es el curriculum del se?or Ass¨ªa? Pues fue redactor en el peri¨®dico del Movimiento La Voz de Espa?a, de San Sebasti¨¢n, durante la guerra civil, a las ¨®rdenes de Juan Jos¨¦ Pradera, uno de los m¨¢s caracterizados franquistas, derechistas e integristas del pa¨ªs, hijo de V¨ªctor Pradera. Luego el propio Pradera se lo trajo a Madrid, cuando ya era director del diario Ya, el gran peri¨®dico franquista de la Editorial Cat¨®lica. Augusto Ass¨ªa obtuvo cierto monopolio por parte de Franco en alguna corresponsal¨ªa y estuvo en Estados Unidos, en Inglaterra, y en Alemania. Asimismo enviaba cr¨®nicas a La Vanguardia de barcelona, peri¨®dico del conde de God¨®, y al principio y durante mucho tiempo, lo dirig¨ªa aquel franquista furibundo que fue Luis de Galinsoga. A Emilio Romero, sin embargo, lo ech¨® del peri¨®dico Informaci¨®n, de Alicante, un gobernador por no prestarse a ser su ?cronista oficial?. Pidi¨® la cabeza de Emilio Romero un alcalde de L¨¦rida, y un gobernador, por su sentido cr¨ªtico del oficio period¨ªstico. Y Juan Jos¨¦ Pradera, el protector de Augusto Ass¨ªa, lo ech¨® de la direcci¨®n de Pueblo, en 1954, por no prestarse a formar parte de su s¨¦quito pol¨ªtico-econ¨®mico. Mientras todo esto, y muchas cosas m¨¢s, le ocurr¨ªan a Emilio Romero, por ser un cr¨ªtico de la situaci¨®n, don Augusto Ass¨ªa viv¨ªa en el mejor de los mundos. Alimentado y agasajado por el franquismo.
Donde se deduce que la mejor receta para vivir tranquilos es tener la lengua quieta, para evitar que se desaten otras. En este caso la m¨ªa.
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