A media luz los tres
Desde esta semana han empezado las restricciones en Madrid y todos los d¨ªas, a partir de las ocho de la tarde, ya estamos a media luz los tres, como, en la comedia de Mihura.-?Qu¨¦ tres?- quiere saber el parado.
-Qui¨¦n va a ser: El Poder, la oposici¨®n y el pueblo.
-Bueno, as¨ª hemos estado siempre.
-O, si lo prefiere, Nadiuska, usted y yo.
-O Nadiuska, don Cristino Martos y yo.
-Pare, pare usted el menaje.
Es por la cosa energ¨¦tica, claro. Que hay- que ahorrar. El Ayuntamiento va a iluminar, solamente, el Museo del Prado y la puerta de Alcal¨¢.
-Podr¨ªan iluminar tambi¨¦n la Bolsa.
-Parece que no es momento.
De paso, los sobornados de la Lockheed ya pueden aprovechar y darse un paseo al anochecer sin ser reconocidos. Entre dos luces era cuando sal¨ªa Larra a envenenarse de mal romanticismo madrile?o. Entre dos luces. ha pasado casi todo en la historia de Espa?a. El general Guti¨¦rrez Mellado, para sacarnos de entre dos luces, ha dicho algunas cosas importantes en su entrevista del otro d¨ªa, entrevista con la que Ans¨®n debuta en Eje como presidente y reportero al mismo tiempo.
-Siempre es un sueldo que se ahorran.
Tambi¨¦n por la cosa energ¨¦tica, claro. Entre dos luces transcurren nuestros siglos XVIII y XIX. Y lo que va del XX. Un d¨ªa se encendi¨® la candela republicana, a mediados del siglo, pasado, pero la apagaron en seguida. Y volv¨ªa a encenderse a comienzos de ¨¦ste pero, como dir¨ªa yo mismo antes de abandonar la elocuencia, sopl¨® en ella el viento militar de la Historia.
-Pues ahora son los militares, como Guti¨¦rrez Mellado, los que tienen que encender candelas de esperanza. Ya ve.
Luego vinieron los apagones del franquismo y las trampas en el contador. Ya que la Historia nos hab¨ªa enga?ado, mi t¨ªa enga?aba a la Hidroel¨¦ctrica Madrile?a parando el chisme. En un caf¨¦-teatro hacen el revival Celia G¨¢mez a base de travest¨ª y nostalgia camp. Yo creo que hasta Celia G¨¢mez, en los a?os cuarenta, le pon¨ªa trampa al contador de la luz.
-Pues ahora tendr¨¢ que pon¨¦rsela otra vez, do?a Celia, porque vienen las restricciones.
-No est¨¢ ya para andarse subiendo a los contadores.
A media luz los tres. El Poder, la oposici¨®n y el pueblo. Como siempre en la historia de Espa?a. Sobre todo a partir de las ocho de la tarde. A las ocho de la tarde pierden gas todos los faroles del siglo y es cuando en Madrid se toma el chocolate espeso de la conspiraci¨®n, se traman las Matesas y las Lockheeds, salen y entran en la sombra los embozados de lo de Guinea, matan a Prim en la calle del Turco, se duerme el b¨²nker ante el televisor, hace pactos de sangre la Alianza Popular y a Espronceda se lo llevan los gendarmes del se?or Quintero.
-Lo est¨¢ usted poniendo todo perdido de anacronismos, jefe -avisa el parado.
-El anacronismo es nuestra forma de actualidad.
Me lo dijo don Ram¨®n del Valle-Incl¨¢n, en La Granja del Henar, que ven¨ªa a pedirle a Tamayo unos duros prestados, a cuenta de Los cuernos de don Friolera, para tomarse un caf¨¦ de recuelo con media de arriba:
-El sentido tr¨¢gico de la vida espa?ola s¨®lo puede darse con una est¨¦tica sistem¨¢ticamente deformada.O sea, el anacronismo. Pero lleg¨® Calvo Serer a pedirle colaboraci¨®n para el Madrid, que lo quiere sacar en tres meses. Se re¨²ne todos los mi¨¦rcoles con doce de los suyos, entre dos luces. Los faroles ramonianos agonizan hacia las ocho y todos los gatos son pardos: especuladores, postguineanos, centristas, defraudadores del Fisco, exportadores de divisas y arist¨®cratas sobornados. A las ocho de la tarde, con la penumbra, empezamos a parecer un pa¨ªs decente.
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