La huelga de los agricultores remolacheros
Los motivos que han provocado el conflicto -con car¨¢cter de huelga- de los agricultores cultivadores de remolacha, en varias provincias, son varios, pero con un com¨²n denominador: la recusaci¨®n de sus representantes sindicales.Esta recusaci¨®n no es de ¨ªndole pol¨ªtica -aunque alguna comisi¨®n campesina, en la ¨®rbita del Partido Comunista saque partido en esta ocasi¨®n-, sino que est¨¢ justificada por la ligereza y arbitrariedad con que han funcionado estos representantes sindicales, que han actuado sin consultar con sus representados, y atentos, tan s¨®lo, a las sugerencias de la Administraci¨®n o a los acuerdos de ¨¦sta con la industria azucarera, sin celebrar asambleas de agricultores para explicarles y pedir su conformidad antes de hacer firmes esos acuerdos intersectoriales. Este modo de actuaci¨®n ha sido el caracter¨ªstico de los a?os pasados, pero ahora, al verse sorprendidos los remolacheros con variaciones de precios al entregar su producto, lo que ignoraba la mayor¨ªa, protestan con raz¨®n.
Se dan dos casos distintos entre los agricultores y sus relaciones con los representantes sindicales y las industrias azucareras. En la regi¨®n leonesa -la m¨¢s afectada- hay que distinguir entre los agricultores que contrataron directamente con una industria azucarera, y los que dieron su representaci¨®n, para contratar a la correspondiente Uteco (Uni¨®n Territorial de Cooperativas del Campo).
Los agricultores que pactaron, jur¨ªdicamente, con una industria, sab¨ªan que, al entregar su remolacha, cobrar¨ªan una cantidad fija por el cupo contratado, y si se superaba ¨¦ste, el excedente, ser¨ªa objeto de otro precio. Pero aqu¨ª intervinieron los presidentes de las agrupaciones presidenciales de remolacheros y acordaron, intersectorialmente, unas rebajas, que modificaban el precio de la totalidad de la remolacha entregada, de tal modo que el agricultor ignora el precio que va a percibir, y generalmente se cree perjudicado por este acuerdo, tomado sin su consentimiento, que modifica el contrato anteriormente pactado con la industria. Ahora se niega a entregar su remolacha sin saber exactamente lo que va a percibir.
Hay que recordar -antes de hablar del otro caso de los agricultores remolacheros- que la equivocada pol¨ªtica agraria seguida por el anterior r¨¦gimen se reflej¨® en el sector remolachero con la negativa a toda elevaci¨®n del precio de la remolacha. La consecuencia fue el abandono de este cultivo por los agricultores y la disminuci¨®n de producci¨®n hasta bajar a cuatro millones de toneladas de esta ra¨ªz, equivalentes a 550.000 toneladas de az¨²car, aproximadamente. Esto ocurr¨ªa en 1973, justo cuando en el mercado internacional sub¨ªa el az¨²car hasta 92 pesetas el kilo. Como el consumo nacional era de un mill¨®n de kilos hubo que importar 460.000 toneladas de az¨²car en la campa?a 1974/1974 y 585.000 en 1974/1975, pagadas a un promedio de cincuenta pesetas kilo, resultando as¨ª una salida de m¨¢s de 50.000 millones de pesetas en divisas, que le cost¨® al Estado espa?ol importar ese az¨²car que hubiera podido producirse en Espa?a si a los agricultores se les hubiera aumentado el precio de la remolacha, pagadero en pesetas.
A la vista de este desastre econ¨®mico el Gobierno elev¨® el precio de la remolacha para la campa?a 1975/1976, otorgando incentivos para el incremento del cultivo durante un trienio. A estas medidas respondieron los agricultores con un incremento de cultivo que cubri¨® las necesidades de consumo en Espa?a, desmintiendo de este modo las aseveraciones de que el sector agrario no est¨¢ capacitado para responder a la demanda nacional.
Los representantes oficiales de los agricultores, dispuestos siempre a seguir -y aun pasarse- a los deseos de la Administraci¨®n, empujaron a los agricultores a sembrar remolacha, asumiendo responsabilidades arriesgadas. Ahora el Gobierno, con unos excedentes de az¨²car, aumentados con unas importaciones de Cuba concertadas para varios a?os y con alto precio, se desdice de lo ofrecido a los remolacheros y nada quiere saber de los excedentes que se prev¨¦n en esta campana, de unas 130.000 toneladas sobre los 1.080.000 toneladas garantizadas.
Hay unos miles de agricultores -los del segundo caso mencionado anteriormente- que las Uteco de Zamora y Salamanca les ofrecieron contratar, en nombre de ellos, con las industrias azucareras. Pero ¨¦stas no aceptaron ese tipo de contrataci¨®n; los responsables de las Uteco no informaron debidamente a sus representados de este hecho, y ahora esos cultivadores se encuentran indefensos, sin contrato, al momento de entregar la remolacha, teniendo que aceptar lo que se les ofrezca. Como es natural,su indignaci¨®n contra los responsables de las Uteco es grande, y les acusan de haber aprovechado su representaci¨®n. para canalizar por esos organismos el suministro de abonos, herbicidas, etc¨¦tera, y los cobros de la remolacha por la correspondiente Caja de Ahorros, obteniendo indudables beneficios a cambio de dejarles en la estacada, sin contrato, frente a los descuentos que se les quiera hacer. Los agricultores remblacheros recusan por todo esto a sus representantes sindicales.
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