Recuerdo de Duchamp-Villon
Es como si los tres hermanos Duchamp se hubieran propuesto hacer real el acento optativo de conocido consejo de Neruda ?Ser¨ªa delicioso asustar a un notario con un ramo de flores?. Guiados por inexorable vocaci¨®n creadora, los tres hermanos Duchamp (e incluso la hermana menor, Susana, pintora y casada con el dada¨ªsta Crotti) dieron a traste con las previsiones y apetencias de su padre, y a ¨¦l mismo (notario, justamente, de profesi¨®n) le proporcionaron el delicado susto de constituir, cada cual a su aire, el ramo o ramillete familiar m¨¢s granado de la vanguardia contempor¨¢nea y del arte, posiblemente de cualquier otra edad.In¨²til resulta buscar en la historia del arte un caso an¨¢logo al de ?los tres Duchamp?. ?El viejo? y ?el joven? (pi¨¦nsese en los Brueghel o en nuestros Herrera) son nomenclatura habitual para distinguir, en el recuento hist¨®rico, a padre e hijo, y con diverso matiz cualitativo (se dice el joven y el viejo, por evitar lo del malo y el bueno). Y si excepcional parece la circunstancia de Pevsner y Gabo hermanos y escultores de primer orden, ?cu¨¢nto m¨¢s no lo ser¨¢ la de estos Duchamp que, por reducir confusiones, dada su pujanza respectiva, hubieron de recurrir a ciertas variantes de nombre y a todas las posibles de apellido.
Gast¨®n, el mayor, se rebautiz¨® como Jacques, al que agreg¨® el apellido materno, Villon. Nombre y apellido del segundo resultan de la elisi¨®n del bautismal y titular Pierre Maurice, la adopci¨®n de secundario Raymond y la fusi¨®n de la rama paterno-materna; Raymond Duchamp-Villon. Tras la modificaciones y permutas que llevaran a cabo sus hermanos mayores, no tuvo problemas el menor, d¨¢ndose a conocer como de hecho se llamaba: Marcel Duchamp. Y, as¨ª, manteniendo en com¨²n algo de lo heredado terminaron por imprimir los tres la peculiaridad y pujanza de sus firmas respectivas en la plana mayor del arte contempor¨¢neo. Apenas iniciados, Jacques abandona los estudios jur¨ªdicos, a cuyo feliz resultado hab¨ªa confiado el padre la esperanza de ver mantenida y continuada la tradici¨®n notarial. A trancas y barrancas, pertinaz reumatismo incluido, concluye Raymond los cursos de medicina (que, por imprevisible paradoja, habr¨¢ de ejercer, a t¨ªtulo de auxiliar, en la guerra del 14), en tanto Susana, para susto definitivo de su progenitor, el notario, decide casarse con un dada¨ªsta. Nuevamente hall¨® Marcel allanado el camino, un camino que, de espaldas a toda titulaci¨®n acad¨¦mica, hab¨ªa de conducirle a la vanguardia o a la cabeza de la vanguardia.
Sabemos que entre los tres hermanos (el nombre de Susana se diluye en su ulterior y poco afortunada experiencia cinematogr¨¢fica) medi¨®, aparte del fraterno, un raro v¨ªnculo de iniciaci¨®n, de compartida afici¨®n a la ciencia oriental y a la pr¨¢ctica del ocultismo. Hubo entre ellos un pacto que, a instancias o por circunstancias de la vida, se vio roto con la muerte de Raymond en la Gran Guerra, el voluntario exilio del ap¨¢trida Marcel, y la soledad fecunda en que Jacques alumbr¨®, ante la incomprensi¨®n de sus compatriotas, uno de los horizontes m¨¢s esclarecidos del arte moderno, en la feliz confluencia del abstraccionismo y la figuraci¨®n.
El influjo de Villon ha sido tan universalmente efectivo y reconocido como ignorado en su propia patria. Si los franceses no supieron ayer (?apenas nada!) a Matisse y C¨¢zanne, tampoco otorgaron a Villon la importancia merecida (hasta el a?o pasado, y con ocasi¨®n del centenario de su nacimiento, no se hab¨ªa colgado en Par¨ªs una exposici¨®n retrospectiva, y antol¨®gica del mayor de los Duchamp). La latencia de este sistem¨¢tico y enigm¨¢tico legislador de la naturaleza es hoy patencia incontestable, del lado de la forma y del cromatismo, y en frentes tan dispares como los que puedan presidir Palazuelo, Adami o Gordillo.
Vidas divergentes
Previniendo Marcel la inminencia de la guerra del 14, y por evitar la m¨¢s remota concomitancia marcial, huye de Francia y se instala furtivamente en Nueva York, donde tales cuales, y falsos, papeles, ama?ados por Picabia y Man Ray, no pueden paliar su condici¨®n de ap¨¢trida, incrementada por sus esc¨¢ndalos pre-dadaistas. ?Y pensar que hoy la cartela habitual de cualquier museo yanqui deja leer, bajo su nombre, esta peregrina leyenda: ?Americano (nacido en Francia)?.Raymond opt¨® por la guerra, y en ella, o a consecuencia de ella, perdi¨® la vida. No poco af¨ªn a las exigencias del rumorismo que indujeron a Marinetti a la formaci¨®n del tragic¨®mico batall¨®n ciclista-futurista, Raymond Duchamp-Villon acudir¨¢ al frente (en el 11.? Regimiento, por m¨¢s se?as, de coraceros), y, como les ocurriera a Boccioni, Apollinaire, Sant'Elia..., habr¨¢ de cazarlos la muerte, antes de que concluya el conflicto mundial del 14. Arrastrando de hospital a hospital, a lo largo de dos a?os, las consecuencias b¨¦licas de una epidemia de tifus, muere, de una septicemia, en noviembre de 1918, sin haber cumplido los 42 a?os.
?Qui¨¦n fue en la cuenta de la escultura contempor¨¢nea Raymond Duchamp Villon?
En 1910, un a?o despu¨¦s de su fundaci¨®n, se adhiere, en compa?¨ªa de sus dos hermanos, a los nacientes postulados del cubismo. En el Sal¨®n de Oto?o de 1912 presenta la singularidad de su casa cubista, decorada, a las ¨®rdenes de Andr¨¦ Mare, por muchos de los adeptos a la nueva disciplina, y pasa, ese mismo a?o, a engrosar las filas de Secci¨®n de Oro, que, en contra de los malos augurios de Vauxcells (?no creo -err¨® el presunto profeta- que esta crisis pasajera de la geometr¨ªa plana tenga resonancia mundial?) hab¨ªa de ser decisiva en el auge de la vanguardia.
Cesa aqu¨ª el apunte biogr¨¢fico, por creer que en la adhesi¨®n primera a las proclamas del cubismo y en la inmediata defensa de la geometr¨ªa plana, que tantos disgusto caus¨® a Vauxcells, y al arte nuevo tan grandes beneficios, se decide lo m¨¢s y mejor, lo m¨¢s certero, de su visi¨®n y de su obra. Sabedor, como Picasso, de que el cubismo era un fen¨®meno eminentemente pict¨®rico, nacido del plano y sin posibilidad real de trascenderlo, ejercit¨® en ¨¦l su meditaci¨®n abstracta (como lo hace el arquitecto sobre la planta, verdadera abstracci¨®n del edificio) y no realiz¨®, ni por asomo, una sola escultura cubista.
Fervoroso admirador de Rodin y consciente, con ¨¦l, de que la escultura es volumen real (no figurada yuxtaposici¨®n, superposici¨®n o interdistancia de meras superficies) se dio Duchamp-Villon a la forja de unas figuras (o figuraciones), aquilatadas en la asidua meditaci¨®n en el plano y ejecutadas a favor de su propia verosimilitud tridimensional, como la de las cosas de la costumbre. Gran escultor y agudo previsor de su tiempo, alumbr¨® un arte ejemplar y acuciado, en fin, por la exigencia vanguardista y por la nueva visi¨®n del universo, asust¨® en compa?¨ªa de sus hermanos, de Jacques y Marcel, a m¨¢s de un circunspecto notario.
Babelia
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