El acoso al peat¨®n
Aunque ahora se planean los cepos para los coches, hace ya tiempo que el peat¨®n tiene los suyos. Las ciudades actuales est¨¢n pensadas en funci¨®n de los coches; el paseante queda exterminado. Queda, todo lo m¨¢s, el peat¨®n. No hay que extra?arse de este proceso, ya que los planificadores y legisladores son propietarios de autom¨®viles y siempre se desplazan en ¨¦l. Es pues normal que su ¨®ptica sea la del individuo motorizado. Es m¨¢s, son los que han inventado el t¨¦rmino de peat¨®n -es decir, el individuo que va a pie-, como si esto no fuera lo consustancial al ser humano. A este peat¨®n hay que encauzarlo y acorralarlo en aceras o pasos de cebra y obligarle a que cruce por pasos subterr¨¢neos o pasarelas elevadas o se le ponen rejas -como actualmente en la Universitaria- para que no cruce las v¨ªas r¨¢pidas estorbando a los autom¨®viles.La primac¨ªa concedida al coche conduce adem¨¢s a que las aceras sean cada vez m¨¢s estrechas y encima invadidas por coches, que la luz verde para los peatones sea cada vez m¨¢s corta y que sea un verdadero insulto para los paseantes seguir llamando paseos a carreteras como la Castellana de Madrid.
La no lejana advertencia del alcalde contra los coches encaramados por las aceras fue acogida por parte de peatones y conductores con la misma sonrisa de conmiseraci¨®n. Los insultos que van a llover sobre medidas eficaces, como la de los cepos, van a mostrar c¨®mo no se est¨¢ dispuesto a admitir medidas correctoras de los abusos m¨¢s flagrantes como el estacionamiento en doble fila, o en las aceras, o la invasi¨®n del carril bus por los particulares.
El timo del autom¨®vil
La verdad es que la vida tampoco es f¨¢cil para el automovilista; despu¨¦s de una marcha lenta, intenta encontrar un sitio libre donde estacionar. En realidad ha ca¨ªdo en la trampa que le tendieron: para acallar las quejas del ciudadano que necesita desplazarse, en vez de mejorar el transporte p¨²blico, se le engatus¨® con el mito del autom¨®vil privado al alcance de todos los espa?oles. Pero cuanto m¨¢s al alcance de todos est¨¦ el coche privado, menos utilidad tiene para cada uno. La frustraci¨®n que el ciudadano espa?ol sufre, ya sea como peat¨®n acorralado o al volante de un coche con el que ni puede correr ni puede estacionar, es un factor importante en los costes sociales del desarrollo. En una sociedad tan tensa como la actual todos estos aumentos extra de tensi¨®n hay que valorarlos en todo el da?o que producen.
La soluci¨®n, por t¨®pica que sea, no es menos verdad: en las modernas ciudades espa?olas se ha planteado un amontonamiento colectivo; la ¨²nica forma racional de desplazarse s¨®lo puede ser tambi¨¦n la colectiva. Si los habitantes viven amontonados dentro de altos bloques de viviendas, no es posible que salgan a la calle y pretendan coger un coche que ocupa una superficie de rodaje proporcionalmente muy elevada (un autob¨²s transporta de media tantos pasajeros como treinta coches). La mejora del sistema de desplazamientos ciudadanos es por tanto clara. Pero los influyentes y los que han de tomar esas decisiones son gente motorizada. Hasta ahora la ¨²nica medida algo radical en materia de transporte que ha sido adoptada es la instalaci¨®n del carrilbus. Pero la timidez de su implantaci¨®n muestra los poderosos intereses que Ia frenan.USA, ABC, Jos¨¦ Luis.
A este respecto es significativo el caso de la madrile?a calle de Serrano en la que hace tiempo se implant¨® el carril bus a excepci¨®n de tres manzanas: embajada americana, ABC, Jos¨¦ Luis. Este a?o pareci¨® un espejismo ver que se?alizaban el nuevo carril delante de estas tres manzanas. Pero efectivamente era una falsa alarma. La noche siguiente los obreros municipales borraban con dificultad lo se?alizado la v¨ªspera, desplazando el carril hacia el centro de la calzada y dejando una te¨®rica zona de carga y descarga al borde de la acera, que por supuesto se usa como zona de aparcamiento para todos. Jos¨¦ Luis volvi¨® entonces a reconquistar la antigua impunidad cuando los buenos coches de los aperitivos aparcaban en doble o triple fila ante la pasividad de los guardias (quiz¨¢ solamente la zona de la Bolsa de Madrid goza de una impunidad a¨²n mayor en materia de aparcamiento).
ABC ha podido volver a tener el trasiego que antes ten¨ªa y con respecto a la embajada americana ya dir¨¢n para qu¨¦ demonios necesita un carril de carga y descarga todo el santo d¨ªa a su disposici¨®n. Cuando necesitan hacerlo ya tienen otros m¨¦todos de carga y sobre todo de descarga.
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