Cantabria, cuna del idioma castellano
En EL PAIS se public¨® una colaboraci¨®n de Eugenio Maz¨®n Verdejo titulada San Mill¨¢n de la Cogolla: mil a?os de la lengua espa?ola, t¨ªtulo que debiera haber dicho de la lengua espa?ola escrita, pues sin duda, el nacimiento de la lengua castellana, hoy ya espa?ola, est¨¢, probablemente, m¨¢s cerca de los dos mil a?os que del milenio.Bajo el t¨ªtulo de confusi¨®n, dice el se?or Maz¨®n: ?El maestro Men¨¦ndez Pidal dej¨® dicho que la lengua castellana ?ha nacido en el rinc¨®n c¨¢ntabro?. Pero confundir Cantabria con la Monta?a santanderina es un error en que, no cay¨® el maestro, pues con ese nombre se conoce, a partir del siglo X hasta el XII, una amplia zona norte?a que desde luego inclu¨ªa a la hoy llamada Rioja Alta.?
El p¨¢rrafo, que no tiene desperdicio, merece analizarse detalladamente: El maestro Men¨¦ndez Pidal, no s¨®lo dice parecida frase, sino que, tambi¨¦n, dice textualmente: ?Cantabria, la ¨²ltima conquista romana, por tanto comarca de romanizaci¨®n m¨¢s tard¨ªa, nos parece, en su evoluci¨®n ling¨¹¨ªstica, como m¨¢s ind¨®cil a la com¨²n evoluci¨®n de las otras regiones, m¨¢s revolucionaria m¨¢s, inventiva, original y dada al neologismo?. ?El dialecto castellano representa en todas sus caracter¨ªsticas, una nota diferencial frente a los dem¨¢s dialectos de Espa?a, como una fuerza rebelde y discordante que surge de la Cantabria?, y en otro lugar dice: ?Pero all¨¢, al norte del reino visig¨®tico se alimentaba latente una radical disidencia ling¨¹¨ªstica; en un rinc¨®n de laCantabria ... ?
Basten estas citas para asegurar que s¨ª dej¨® Men¨¦ndez Pidal, se?alado este riric¨®n c¨¢ntabro sin error alguno, pues, la Monta?a santanderina, como la denomina el articulista, de la cordillera al mar, fue ?la ¨²ltima conquista romana?, cita que no permite confusi¨®n alguna, y adem¨¢s estaba ?al norte del reino visig¨®tico".
Modernamente el historiador Adolfo Schultenofig estudi¨® a los c¨¢ntabros y ajusto la frontera de su territorio, y m¨¢s recientemente public¨® un importante estudio, "Los c¨¢ntabros", el P. Joaqu¨ªn Gonz¨¢lez Echegaray, obras estas con plena vigencia para su consulta.
Sigamos con el aludido art¨ªculo; en ¨¦l se dice que "a partir del siglo X y hasta el XII se conoce como Cantabria una amplia zona norte?a que, desde luego, inclu¨ªa a la hoy llamada Rioja Alta". Es curioso pensar que los c¨¢ntabros, que aparecen como tales en la historia en escrito del siglo II a. de J. C. y cuya personalidad y territorialidad est¨¢ desde esta ¨¦poca bastante definida, pueden surgir flotando en medio de estos milenios de historia ?desde y hasta? durante dos siglos, en ajeno territorio y quiera ¨¦ste considerarse como c¨¢ntabro. Pero el intento busca su fundamento diciendo que ?frente a Logro?o, casi a un tiro de piedra, se encuentran las ruinas de la Cantabria descuida por Leovigildo en el 574?.
Sabido es que Logro?o tuvo desde antiguo una sierra bautizada con el nombre de Sierra de Cantabria, y quiz¨¢s, pues lo desconozco, puedan existir en ella ruinas de alguna poblaci¨®n. No es extra?o este nombre por la importancia del pueblo c¨¢ntabro o por la presencia circunstancial de c¨¢ntabros en ella. Tambi¨¦n toda la cordillera recibe el nombre de Cant¨¢brica y todo el mar de la costa (tambi¨¦n Cant¨¢brico) recibe el antiguo nombre de Cant¨¢brico. Y no en esas fechas, pues Paulus Orosio le denomina Cant¨¢bricus Oceanus y Claudius CIaudiantis, poeta del siglo I, en Laus Serenae, tambi¨¦n le llama el C¨¢ntabro Oc¨¦ano. Y no pueden los c¨¢ntabros pensar en que fueron los due?os y se?ores de toda la cordillera y de todo el mar.?Me entiende?
Cantabria, no desde el siglo X hasta el s. XII, sino desde antes de nuestra era, fue ya conocida y situada geogr¨¢ficamente. Basten tres citas hist¨®ricas, las m¨¢s antiguas conocidas, para identificarla, y precisamente ellas coinciden en confundir sus l¨ªmites con lo que despu¨¦s ser¨ªa, como el se?or Maz¨®n dice, la Monta?a santanderina.
En el s. II a. de J. C. aparece la partida de bautismo del pueblo C¨¢ntabro en los Or¨ªgenes de Marco Porcio Cat¨®n, demostrando a la vez que los c¨¢ntabros eran ya sobradamente conocidos, pues para situar al m¨¢s importante r¨ªo ib¨¦rico le basta decir "el r¨ªo Ebro nace entre los c¨¢ntabro". Julio C¨¦sar, al tratar de las guerras de las GAlias y la batalla de Ilerda (49 a. de J,C.) dice: "Los c¨¢ntabros y otros b¨¢rbaros del litoral oce¨¢nico". Strab¨®n, veinticinco a?os antes de J.C. la diferencia perfectamente de sus vecinos al decir que los pueblos c¨¢ntabros de la pen¨ªnsula son "los galaicos, astures, c¨¢ntabros y vascones", enumer¨¢ndolos sucesivamente en este orden.
Estas tres citas ya sit¨²an al pueblo c¨¢ntabro desde el nacimiento del Ebro hasta el oc¨¦ano y entre los territorios de astures y vascos. ?Est¨¢ claro? Pero a¨²n hay m¨¢s. La duda que el autor pudiera tener entre Logro?o y Cantabria podemos aclararla con una prueba documental concluyente que me dio a conocer el autor de Los c¨¢ntabros y, que creo in¨¦dita. El texto, categ¨®rico, es una glosa del C¨®dice Emilianense, Nro. 39, existente en la biblioteca de la Real Academia de la Historia, glosa escrita en el s. XI, precisamente en el eje de esos dos siglos al que se refiere el se?or Maz¨®n, escrita por el mismo autor de la glosa de Carlo Magno estudiada por D¨¢maso Alonso. En esta se trata de la predicaci¨®n de San Mill¨¢n de la Cogolla, en Cantabria, y en la cual, al final de Ia misma, como si previera esta duda, despu¨¦s de tratar de la predicaci¨®n y para que no existiera confusi¨®n nos ofrece la seguridad de la situaci¨®n de Cantabria a la que se refieren los hechos, diciendo: ?Cantabria sita est in monte Iggeto, juxta fons Iberi?. El monte Igedo, est¨¢ sobre Valderredible y las fuentes del Ebro cerca de Reinosa, ambas en la actual provincia de Santander. Por otra parte ning¨²n historiador pone en duda que la ciudad que destruy¨® Leovigildo fuera Amaya, la capital avanzada de los c¨¢ntabros.
R¨¢zones
Bajo este titulillo ofrece el articulista una serie de interrogantes y conclusiones que lo escrito anteriormente nos evita comentar. Sin embargo, dice, ?las lenguas no nacen, se gestan lentamente en la oscuridad del habla hasta que alg¨²n d¨ªa alguien tiene la osad¨ªa de escribirlas con pretensiones literarias..., etc¨¦tera?. Pero no nos dice que circunstancias han de concurrir para que pueda producirsela gestaci¨®n de la lengua. Sobre lo dicho por Men¨¦ndez Pidal, en cuanto a las propicias caracter¨ªsticas raciales del pueblo c¨¢ntabro, es sin duda la regi¨®n espa?ola que vive las circunstancias hist¨®ricas en las que puede producirse este hecho, que en un pueblo en movimiento o bajo el dominio de invasores ser¨ªa dif¨ªcil. Cantabria vive, con densidad de poblaci¨®n y permanencia, cerrada por d¨¦biles fronteras, frente a los romanos que lentamente, por este hecho, van latinizando la regi¨®n con un dominio nunca total que permite el encuentro del lat¨ªn con la lengua promitiva de los c¨¢ntabros, que no ser¨ªa diferente (ah¨ª est¨¢ su toponimia) a las que hoy damos el nombre de euskeras. Un dialecto m¨¢s, como los veintitantos que se cuentan actualmente en las regiones vascas. Con los visigodos sigue la frontera b¨¦lica, con una casi total independencia, que obliga a los ataques de diversos monarcas y destruida Amaya, y dominados los c¨¢ntabros de la cordillera, a la designaci¨®n de un se?or del mismo pueblo c¨¢ntabro como duque responsable de la paz y seguridad del territorio. M¨¢s tarde, frente a los ¨¢rabes,se hace m¨¢s firme e impenetrable, esta frontera. Y este territorio, de la cordillera al mar, es la ¨²nica regi¨®n que permanece libre, sin pactos, frente a la invasi¨®n. Son centurias favorables para la gestaci¨®n del idioma. Son circunstancias que solamente en Cantabria se ofrecen. Por ello no es extra?o que, cuando se abren estas fronteras a la reconquista, sus hombres sean portadores del habla castellana como un aglutinante fuerte para la naciente Espa?a y que en el mapa ling¨¹¨ªstico aparezca, borrando los dialectos moz¨¢rabes, como una gigantesca cuna que avanza, abri¨¦ndose de Norte a Sur, con su v¨¦rtice en Cantabria, donde por su nacimiento y permanencia lleg¨® a borrar casi totalmente su lenguaje primitivo. Por ello tampoco es extra?o que aparezcan en las primeras glosas castellanas alguna palabra del primitivo dialecto de los c¨¢ntabros prerromanos (euskera) y que el glosista mezclara a¨²n vocablos Iatinos, del dialecto primitivo y del naciente castellano.
Queda, pues, sentado que Cantabria puede llamarse con toda propiedad cuna de la lengua espa?ola.
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