La dictadura, un sentimiento de frustraci¨®n
Vamos a referirnos en este tercer comentario del estudio sociopol¨ªtico realizado para EL PAIS por , a todas aquellas opiniones y actitudes de la poblaci¨®n espa?ola que est¨¢n directamente relacionadas con las transformaciones pol¨ªticas actuales. Estamos ante un conjunto de temas cuyo ordenamiento supone una tarea compleja, tanto por la proliferaci¨®n de cuestiones interrelacionadas como por la ausencia frecuente de posturas definidas. Existe -como denominador com¨²n m¨¢s generalizado- la percepci¨®n de que la mayor parte de la poblaci¨®n se encuentra desorientada y desconcertada. El resultado inmediato m¨¢s claro es, entonces, una sensaci¨®n de inseguridad general y el temor a la misma.
En primer lugar, como dec¨ªamos en el comentario anterior se perciben los signos econ¨®micos de la transformaci¨®n pol¨ªtica y con ellos un conjunto de creencias mayoritariamente negativas, pero cargadas de intencionalidad esperanzadora. Como por arte de magia, ?la dictadura? o ?los cuarenta a?os? -expresiones utilizadas al referirse a la situaci¨®n anterior se convierte en motivo de frustraci¨®n y, simult¨¢neamente, de agresividad. Esta situaci¨®n supone una tara evidente para el Gobierno, que, al margen de lo que realmente haga, es juzgado por lo que se cree que har¨¢. Y, claro, se empiezan a producir, sorpresas. La proyecci¨®n de situaciones pasadas sobre la realidad actual es tan fuerte que muchos dirigentes pol¨ªticos que han sido activos representantes del R¨¦gimen anterior no van a poder, ni con hechos, eliminar su propia imagen.Una de las expresiones m¨¢s claras para reflejar estas sensaciones es la frase: ?Ya no hay dictadura, pero quedan dictadores?. La utilizaci¨®n abusiva del ?car¨¢cter ingobernable? del espa?ol aparece en cada comentario como motor de la frustraci¨®n. Y la falta de preparaci¨®n para la participaci¨®n, que se reconoce como algo real, se justifica una y otra vez, tratando con ello de paliar simult¨¢neamente, la angustia de dicha frustraci¨®n.
La idea de modificar las estructuras pol¨ªticas no tiene mucho sentido para la mayor parte de la poblaci¨®n, si no se concreta en ?cosas que se pueden hacer? ?o que se puedan decir?, porque la poblaci¨®n espa?ola no est¨¢ interesada en las instituciones de gobierno. Esta consideraci¨®n se convierte, entonces, en un motivo de esperanza e inter¨¦s por lo nuevo, que lleve unida una verdadera idea de servicio. Un servicio aceptado o rechazado libremente por la colectividad. Un servicio donde no pueda haber ?errores irreparables? en virtud de la participaci¨®n electoral.
Por todo ello, los significados de ?transici¨®n?, ?continuidad", y ?ruptura? dejan de tener sentido por s¨ª mismos, si no son una expresi¨®n concreta de las aspiraciones de cada individuo ante la nueva situaci¨®n. Para explicar estas aspiraciones es preciso acudir a las peticiones democr¨¢ticas de nuestra poblaci¨®n, manifestadas antes de que se iniciaran los debates en las Cortes de la ley de Reforma Pol¨ªtica.
El punto fundamental, en el que parecen concretarse las aspiraciones sobre un cambio democr¨¢tico, es el de la realizaci¨®n de elecciones libres, y ello significa que ?no pueden estar condicionadas desde el poder". Alrededor de esta figura central se articulan una serie de exigencias b¨¢sicas como ser¨ªan el respeto a los derechos individuales, la aceptaci¨®n de todas las tendencias pol¨ªticas, la informaci¨®n abierta sin manipulaciones, la libertad de expresi¨®n y de protesta en general, la sindicaci¨®n libre.En funci¨®n de tales inquietudes, y sin perjuicio de un an¨¢lisis detallado que aparecer¨¢ en los pr¨®ximos comentarios, se deducen con bastante claridad un conjunto de resultados que pueden concretarse as¨ª:
1) Existe un rechazo generalizado de la unilateralidad pol¨ªtica y, consiguientemente, una valoraci¨®n positiva del pluralismo y la democracia. La explicaci¨®n no debe buscarse en los valores positivos de las nuevas formas, sino en su car¨¢cter ?distinto? al sistema anterior.
2 ) Paralelamente, se produce una actitud de recelo ante la proliferaci¨®n de partidos, pero aceptando y valorando su aparici¨®n, en la que se basan expectativas de clarificaci¨®n pol¨ªtica ?con el tiempo?.
3) Un rechazo absoluto del terrorismo que se interpreta como signo de actuaci¨®n desesperada, carente de ning¨²n respaldo.
4) Una acentuaci¨®n de cr¨ªticas sobre el centralismo administrativo. Este tema requiere investigaciones representativas de car¨¢cter regional que permitan valorar todos sus matices; no obstante se aprecia una valoraci¨®n positiva de la autonomia de gesti¨®n administrativa, defendiendo los aspectos de solidaridad con otras regiones y una nacionalidad com¨²n.
5) Se observa una aceptaci¨®n de las ?manifestaciones? de la calle, aunque haya temor f¨ªsico ante las mismas. Los ?cambios de comportamiento de la polic¨ªa? est¨¢n proporcionando, sin embargo, uno de los elementos de credibilidad m¨¢s esperanzadores, siendo uno de los signos externos m¨¢s comentados.
6) Rechazo de los l¨ªderes de los grupos pol¨ªticos -al margen de su ideolog¨ªa- por su ?ansia de poder?. La percepci¨®n m¨¢s clara en este sentido es la de que ellos mismos se invisten el mando, despreciando los procesos constituyentes dentro del propio partido. La ?derecha-derecha?, que no es la ultra derecha, tiene aqu¨ª su punto m¨¢s d¨¦bil: ?por las veleidades ideol¨®gicas y oportunistas de sus figuras m¨¢s conocidas?. .
7) Desconfianza (aunque este resultado es anterior, repetimos, a los debates de aprobaci¨®n de la ley de Reforma) sobre el papel de las Cortes en el proceso reformista.
8) Identificaci¨®n plena del Rey como motor pol¨ªtico. Con sorpresa y admiraci¨®n.
9) Ninguna preocupaci¨®n- sobre el papel del Ej¨¦rcito. Parece como si no contara en todo este problema. Es otra sorpresa por lo que tiene de revelador del sentido de civilizaci¨®n que se imprime al cambio, en las actitudes personales de cada uno.
En resumidas cuentas, no hay que darle m¨¢s vueltas. Hablamos de cinco Espa?as y queremos mantener justamente eso: que la unidad de criterio de tos espa?oles no existe hoy. No nos cuestiofiamos si ha existido o no en el pasado, pero hoy, en noviembre de 1976, no puede mantenerse por ser objetivamente inexistente. Pero, ?por qu¨¦ cinco Espa?as? ?De d¨®nde salen? Vamos a ir por partes, porque todo tiene su explicaci¨®n y su consistencia. Y deseamos contarlo con detalle.
Pr¨®ximo cap¨ªtulo: Cinco Espa?as y 36 actitudes pol¨ªticas.
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