Aranguren present¨® el libro del exilio espa?ol
Intervinieron tambi¨¦n Jes¨²s Aguirre y Jos¨¦ Luis Abell¨¢n
En la librer¨ªa M¨¦xico, del Fondo de Cultura Econ¨®mica, se celebr¨® la presentaci¨®n de El exilio espa?ol en 1939, ambicioso colectivo, que dirige Jos¨¦ Luis Abell¨¢n para la Editorial Taurus, y del que han aparecido los dos primeros tomos de los seis que forman el total de la obra.
En el acto, que result¨® un puente de amistad hispanomexicana, y un repetido voto por la reanudaci¨®n de las relaciones diplom¨¢ticas entre los dos pa¨ªses, intervinieron, en primer lugar, el editor, Jes¨²s Aguirre, al que siguieron Abell¨¢n y el profesor Aranguren.Jes¨²s Aguirre, tras mencionar los motivos que le hab¨ªan hecho elegir la librer¨ªa M¨¦xico como lugar id¨®neo para esta presentaci¨®n, hizo una l¨²cida caracterizaci¨®n del actual per¨ªodo cultural y editorial espa?ol. Se?al¨® que las perspectivas de su editorial se situaban en el marco interpartidista que habr¨¢ de resultar del verdadero juego democr¨¢tico, lo que en la sala se interpret¨® como un paso de autodefinici¨®n, cara a la pol¨¦mica, de momento subtezr¨¢nea, que plantea la relaci¨®n entre las editoriales m¨¢s progresivas y los intentos canalizadores de los partidos pol¨ªticos. Tras se?alar la intenci¨®n del texto de aclarar de manera exhaustiva la historia del exilio espa?ol de la posguerra, prometi¨® la salida total del libro en un per¨ªodo m¨¢ximo de un a?o.
A continuaci¨®n, Jos¨¦ Luis Abell¨¢n dibuj¨® un cuadro del exilio mismo, de las relaciones entre los exiliados y las culturas que les recibieron, haciendo particular hincapi¨¦ en aquellos que fijaron su residencia en M¨¦xico, pa¨ªs que se ha caracterizado por definirse por la legitimidad repu?icana durante todo el per¨ªodo franquista. Aludi¨® a que, las verdaderas relaciones culturales entre Espa?a e Hispanoam¨¦rica, se hab¨ªan establecido con el puente de los exiliados.
Finalmente, el profesor Aranguren situ¨® en estos momentos de transici¨®n espa?ola los anhelos y frustraciones fundamentales de los exil¨ªados espa?oles. A mi modo de ver, marc¨® de manera desgarrada las distancias abismales que separan 1931 de 1976, desgarro agudizado por el inter¨¦s y el cari?o del que, como dijo Abell¨¢n, fue uno de los primeros profesores espa?olesque recordara en las aulas el per¨ªodo de decapitaci¨®n cultural que sigui¨® a la guerra civil, con el exilio de la que calific¨® como ?la mejor mitad del profesorado universitario espa?ol?. ?Una hipot¨¦tica restauraci¨®n de la Rep¨²blica espa?ola -dijo- ser¨ªa ya muy distinta de la del 31.?
Al acto asisti¨® un p¨²blico que llenaba a tope la librer¨ªa M¨¦xico. Muchos de los asistentes, del exilio interior y exterior. Muchas caras conocidas: alguna ins¨®lita aparici¨®n, como la de Juan Goytisolo, o la poco menos ins¨®lita de Manuel Azc¨¢rate, Rodrigo Ur¨ªa, Jes¨²s Prados, Vidal Beneyto. Carlos Blanco, Anselmo Carretero, Aurora de Albornoz y Elena Soriano, los Caballero Bonald, y los Montero, Jaime Salinas, Manuel And¨²jar, Jos¨¦ Mari Guelbenzu, Jos¨¦ Luis Cano, Barnat¨¢n y Savater, Lourdes Ortiz y un largo etc¨¦tera de figuras de las m¨¢s distintas tendencias est¨¦ticas y pol¨ªticas esperaron el coctail que se sirvi¨® al final.
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