El humanismo liberal europeo, frente a una nueva reacci¨®n
La bipolarizaci¨®n pol¨ªtica francesa, que durante los ¨²ltimos d¨ªas ha cobrado un vuelo extraordinario con la segunda fundaci¨®n del gaullismo por el se?or Chirac (Ressemblement pour la Republique, RPR), no es un fen¨®meno aislado en el llamado mundo industrializado. Se trata, en verdad, de una ofensiva, o de una reacci¨®n, que como toda reacci¨®n es siempre de car¨¢cter restrictivo, es decir, derechista, que afecta por igual al Este y al Oeste, al ¨¢rea capitalista y socialista o, si se quiere, a la atl¨¢ntica y a la sovi¨¦tica. Pero lo fundamental de esa reacci¨®n no es que se est¨¦ implementado en Europa occidental, frente a la izquierda socialista y comunista, puesto que esa izquierda ha merecido siempre los desvelos de la derecha: lo notable de la nueva reacci¨®n es que se est¨¢ organizando para combatir a la democracia liberal que a partir de 1945 tom¨® el poder en Europa, esto es, a lo que en forma gen¨¦rica se llama socialdemocracia, democracia cristiana, radicalismo republicano o, simplemente, humanismo industrial.
Elocuencia
Los hechos que en ese sentido se est¨¢n produciendo no pueden ser m¨¢s elocuentes:
1. En Francia, la ofensiva del Ressemblement del se?or Chirac apunta mucho m¨¢s al presidente Giscard d'Estaing que a la Uni¨®n de la Izquierda Socialistas y comunistas no son m¨¢s que la disculpa de Chirac para atacar al Eliseo. El presidente—lleg¨® a decir el ?bulldozer? la semana pasada en un congreso gaullista que ha recordado demasiado las ?grandezas? y los delirios nacionalistas de la cervecer¨ªa de Munich— es el verdadero mentor del caos y del peligro comunista que se cierne sobre Francia. El, y su capitalismo liberal trasnochado... (?Franco, Per¨®n?)
2. En Gran Breta?a, el se?or Callaghan ha unido su voz a la del se?or Wilson —ambos representaron en una ¨¦poca nada menos que a la izquierda laborista— para condenar a los ?infiltrados trostkistas? de su propio partido. Si se tiene en cuenta que los trostkistas y marxistas brit¨¢nicos, relativamente escasos act¨²an casi exclusivamente en el ¨¢mbito sindical del ?Labour Party?, y que desde hace dos a?os el ataque s¨®lo puede tener un destinatario real: la izquierda del se?or Foot.
3. En Alemania Federal, el se?or Strauss se separ¨® de la Democracia Cristiana que dirige un moderado como el se?or Kohl, y todos los esfuerzos que ¨¦ste ha hecho la semana pasada en pos de una reconciliaci¨®n resultaron est¨¦riles, a pesar de que, seg¨²n me asegur¨® un portavoz de la CDU ?las ofertas de Kohl incluyeron la posibilidad de una direcci¨®n colegiada de la CDU-CSU?. Quiz¨¢ las perspectivas de Strauss al frente de un partido derechista independiente no sean excesivamente brillantes. Pero es evidente que Strauss, lo mismo que Chirac —y los dos se han distinguido siempre por su agudeza pol¨ªtica— se sienten hoy suficientemente fuertes para navegar en su propio barco.
4. En el Consejo de la OTAN, que termin¨® ayer en Bruselas, las advertencias acerca del poder¨ªo militar e industrial de la URSS fueron las m¨¢s estridentes de los ¨²ltimos quince a?os, m¨¢s a¨²n que las de Schlesinger el a?o pasado, que le costaron el puesto en la Administraci¨®n Ford. Entretanto, la Alianza rechaz¨®, por primera vez, dos propuestas de ?limitaci¨®n? de fuerzas presentadas por la URSS y el se?or Carter, que bas¨® su campa?a electoral en la necesidad de reducir la carrera armamentista, le dijo a Europa occidental, en voz alta, lo que hasta ahora el se?or Kissinger s¨®lo se atrev¨ªa a susurrarle: que es imprescindible intensificar el ?esfuerzo com¨²n?. Y todo esto ocurre cuando el se?or Brejnev vuelve a imponer, con motivo de su cumplea?os, el pr¨®ximo d¨ªa 19, el culto a la personalidad. En tanto Brejnev multiplica sus ?llamados? a los pa¨ªses del Pacto de Varsovia, en favor de una mayor austeridad econ¨®mica y de un —tambi¨¦n— ?esfuerzo defensivo? m¨¢s generalizado, (se calcula que el presupuesto militar del Pacto aumentar¨¢ en 1977 en por lo menos el 15 %) en Mosc¨² no pasa d¨ªa sin que los diarios y la televisi¨®n dediquen buena parte de su espacio, como en los a?os de Stalin, a la rese?a biogr¨¢fica del n¨²mero uno sovi¨¦tico.
Claridad
El panorama parece bastante claro. Pero hay una circunstancia a¨²n m¨¢s significativa: todos estos sucesos se han registrado en forma simult¨¢nea, tanto en el Este como en el Oeste: y el algunos casos, como en el de Gran Breta?a, la reacci¨®n est¨¢ obligando al humanismo liberal a abandonar cap¨ªtulos enteros de su plataforma ideol¨®gica. Por algo el se?or Brandt habr¨ªa dicho hace unos d¨ªas en Madrid: ?Un triunfo socialista en cualquier pa¨ªs de Europa durante los pr¨®ximos meses puede herir de muerte, a la larga, al socialismo europeo. Hoy como en 1930, estamos en el centro de un cicl¨®n, en medio de una terrible paradoja hist¨®rica. Tambi¨¦n entonces el socialismo parec¨ªa fuerte, y lo era, sobre todo en n¨²mero de votos. Pero detr¨¢s estaban los guardias nazis, que se alimentaron, justamente, de nuestra fuerza. ?
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