Entre la vanguardia y el clasicismo
La personalidad literaria de Gerardo Diego va unida al nacimiento de la ya famosa generaci¨®n po¨¦tica del 27, que ¨¦l mismo antolog¨® con verdadero sentido de futuro. En este su ochenta aniversario, hay sesenta a?os de producci¨®n ininterrumpida. Una obra dispar, discutible para algunos y brillante para los m¨¢s. La cr¨ªtica ha pasado por ella con cierta prisa.Los manuales resaltan razones hist¨®ricas -ultra¨ªsmo, creacionimo, Antolog¨ªa, direcci¨®n de la revista Carmen- y el singular hallazgo formal: vigor de imagen y rigor alado en el soneto. Casi todos copian id¨¦ntica fuente, que suele ser el autor, a mi juicio indiscutible int¨¦rprete de su propia obra.
Los adjetivos que han dejado a su vera s¨®lo rozan el perfil gen¨¦rico de su figura. Insisten, una y otra vez, en separar lo que siempre estuvo unido. Gerardo Diego, entre la vanguardia y el clasicismo, creacionista y ?humano?, vers¨¢til y virtuoso. Pocos resaltan el esfuerzo lineal de la investigaci¨®n po¨¦tica, aut¨¦ntico meollo de su hacer, tanto en la parte deshumanizada como en la tradicional.
Por otro costado, su ingeniosidad y variante poliformismo contribuyeron a esa imagen de comod¨ªn que, soto voce, le atribuyen al lado de las restantes cimas de su generaci¨®n. Gerardo Diego destaca en todos los frentes, antes, en y despu¨¦s de la guerra. De esta habilidad literaria deducen unos maestr¨ªa y otros adaptaci¨®n. Creo que un juicio tal obedece al ¨¢mbito por ¨¦l abierto y aprovechado por sus imitadores, que son legi¨®n, pero no a la entra?a de sus obras m¨¢s representativas.
Imagen y Manual de espumas consolidan la vanguardia en Espa?a. En ellos hay una nueva po¨¦tica, la de los a?os veinte. Robar al idioma expresiones in¨¦ditas significa algo m¨¢s que mero capricho. El creacionismo intent¨® el salto en el aire: objetualizar la expresi¨®n. Huidobro ten¨ªa un credo bien concreto: ?No se trata de imitar la naturaleza, sino de hacer como ella.? Dejar libre, abandonada a sus fuerzas, que no son caprichosas, la creaci¨®n literaria. La t¨¦cnica era, en parte, estudiada. Saltar la univocidad del signo y obtener, mediante asociaciones distantes -Reverdy-, pero unidas por un efecto s¨ªquico com¨²n, un objeto ¨²nico, ¨¦l y no otro. Experimentar, de esta manera, la fragancia de la creaci¨®n. ?Puede hablarse todav¨ªa, de distanciamiento humano?
El m¨¦todo obtiene en Gerardo Diego una gama pol¨ªcroma y angular. Es, si se quiere, la versi¨®n moderna del concepto b¨¢sico, la libre disposici¨®n del ingenio frente a la realidad y el lenguaje. La conciencia demi¨²rgica del acto po¨¦tico.
La tentaci¨®n de este se?uelo fascinante no atenaz¨® al poeta. Una de sus caracter¨ªsticas es la alternancia de referencias en la misma unidad de tiempo. Y no por capricho, sino por exigencia creadora, aunque los resultados obtenidos no siempre est¨¢n a la misma altura. Lo que en composiciones de vanguardia es inconexo y esquinado se formaliza en otras sin perder aquel nervio electrizante yjuguet¨®n, salvo en las ciertamente ingenuas e insustanciales, que tambi¨¦n las tiene. Comp¨¢rense Versos humanos, Poemas adrede, Angeles de Compostela, las composiciones a Violante y poemas de Hasta siempre, La suerte o la muerte, Versos divinos, Mi Santander, mi cuna, mi pabra o El Cordob¨¦s dilucidado.
En sus obras entra la emoci¨®n lopesca, el arabesco gongorino -F¨¢bula de Equis y Zeda-, la taracea picassiana, las on¨ªricas, semovientes naturalezas de Dal¨ª, la imagen em¨¦tica y el mundo al rev¨¦s de la greguer¨ªa. Si a esto a?adimos el crom¨¢tico vaiv¨¦n de un piano, la aguja de un viol¨ªn o el embrujo de una guitarra, tendremos, en cruces sinest¨¦sicos y cabriolas, mentales, una aproximaci¨®n de esajuventud y alegr¨ªa que D¨¢maso Alonso viera en sus versos. M¨²sica y pintura, objetividad creadora y subjetividad expresiva, como ¨¦l mismo dice, son las coordenadas de su creaci¨®n. En la pl¨¢stica, temblor; en la ac¨²stica, coherencia. Con estos juegos pudo y puede, ¨¦l, tan n¨®rdico, cantarle por seguidillas a los del Sur. Pero donde logra el equilibrio de estas fuerzas l¨²dicas es, sin duda, en Alondra de Verdad y Biograf¨ªa incompleta, un libro del que no se habla como merece. Hay en ¨¦l una liquidez de estilo y armon¨ªa de composici¨®n que bien pudieran acercarlo al de Sobre los ¨¢ngeles, de Alberti, y Poeta en Nueva York, de Lorca. Por otra parte, poemas como los titulados Valle Vallejo y Continuidad sit¨²an a Gerardo Diego entre los faros orientadores de algunas formas po¨¦ticas de ¨²ltima hora.
Babelia
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