Aceituneros altivos
El aceite vuelve a ser tema de actualidad. El FORPPA se plantea en estos d¨ªas la regulaci¨®n de la campa?a de aceite de oliva y reaparecen as¨ª las dificultades para la resoluci¨®n adecuada de un problema viejo y complejo. El presidente del citado organismo ha concedido recientemente unas declaraciones a RTVE en las que parece plantear la vuelta a la protecci¨®n del sector olivarero como suministrador de la m¨¢s importante grasa de producci¨®n nacional y soporte de actividad de un importante sector de la poblaci¨®n agraria. La Administraci¨®n se dispone, pues, a recoger las reivindicaciones de los productores desandando el camino iniciado hace dos a?os con la liberaci¨®n del comercio del aceite de oliva.A¨²n no est¨¢n lejanas las voces de la concentraci¨®n veraniega de olivareros en Ja¨¦n -toda la prensa nacional recog¨ªa el hecho en su d¨ªa- y parece ser que han encontrado eco suficiente en los niveles pol¨ªticos de decisi¨®n. Sin embargo, son p¨²blicos y notorios los poderosos intereses que mueven al sector y ello obliga a cuestionar el marcado car¨¢cter social con que se intenta justificar la intervenci¨®n. Una gran proporci¨®n de los dos millones de hect¨¢reas de olivar se localiza en Andaluc¨ªa. La estructura de propiedad indica que un 55% de ellas pertenecen a grandes propietarios cuyas necesidades de mano de obra puramente eventual contribuyen al paro end¨¦mico de algunas zonas del campo andaluz.
El problema del olivar ha cobrado nuevos matices en anos recientes. Los costes de producci¨®n del aceite de oliva se han ido elevando al mismo tiempo que aparec¨ªan en el mercado los aceites de semillas oleaginosas, con costes comparativamente muy inferiores, que han ido sustituyendo su consumo y su lugar indiscutible en las preferencias del p¨²blico. As¨ª, el consumo de aceite en 1976-77 puede oscilar entre 760.000 y 780.00 toneladas -21,5 kilogramos per c¨¢pita-, de las cuales un 40% corresponde al de oliva, un 30% al de soja y el resto al de otras semillas, principalmente girasol. Esta estructura del consumo va a seguir evolucionando hacia la constante disminuci¨®n de la participaci¨®n del aceite de oliva.
Ante esta realidad, el sector olivarero logr¨® la liberalizaci¨®n del mercado mientras que se segu¨ªan controlando los precios del aceite de soja y girasol a trav¨¦s de la CAT para mantener el precio del de oliva. Pocos beneficios se lograron para ese 45% de peque?os propietarios, que cultivan una media de cinco hect¨¢reas, ya que no ten¨ªan capacidad suficiente para beneficiarse de las medidas liberalizadoras al no tener acceso alguno a los mecanismos comerciales, que se encuentran en perfecta simbiosis con los grandes propietarios del sector. Como aquellas medidas no dieron los resultados apetecidos, ahora se pretende la vuelta a la protecci¨®n con resultados previsibles, de nuevo muy favorables al gran propietario.
Debe quedar claro que no se pretende aqu¨ª acabar con una producci¨®n tradicionalmente muy importante para la econom¨ªa espa?ola, como es el aceite de oliva. El olivar es necesario en Espa?a y hasta el equilibrio natural de la zona mediterr¨¢nea lo exige en cierta medida. Pero la pol¨ªtica del sector debe planificarse de forma que no reste posibilidades al desarrollo de otros pcitenciales de producci¨®n del pa¨ªs. As¨ª, pensamos que el girasol debe extenderse por extensas zonas de secano, hoy dedicadas a otros cultivos; en primer lugar, porque su aceite, debido al.precio de producci¨®n, va a ser utilizado por el.consumidor de forma creciente, pero, adem¨¢s, porque su harina puede competir con la de soja en la alimentaci¨®n animal a pesar de los problemas derivados de su contenido en fibra. Otros productos oleaginosos pueden y deben fomentarse: c¨¢rtamo, colza, cacahuete y, sobre todo, algod¨®n. Desde 1962 desciende de forma alarmante la producci¨®n de este ¨²ltimo, cuyas exigencias en mano de obra justificar¨ªan igualmente medidas de ?marcado car¨¢cter social?. Actualmente se importan las dos terceras partes del algod¨®n que se consume en nuestro pa¨ªs y la utlizaci¨®n de su aceite es cada d¨ªa m¨¢s insignificante.
Por ¨²ltimo, hay que hacer referencia a las tan tra¨ªdas y llevadas importaciones de soja. En estos momentos la importaci¨®n de haba de soja es todav¨ªa necesaria para la alimentaci¨®n de la ganader¨ªa (otro d¨ªa habr¨¢ que hablar m¨¢s extensamente de este sector). De la molturaci¨®n del haba importada se obtienen fuertes cantidades de aceite de soja, de las que se exporta una regular proporci¨®n. El FORPPA debe convencerse de que no es subvencionando el aceite de oliva como se puede luchar contra las importaciones de soja.
En definitiva, parece que la intervenci¨®n televisiva a que al principio se hac¨ªa referencia podr¨ªa haber ido por otros derroteros: quiz¨¢ un apoyo decidido al girasol y al algod¨®n, o un plan de control de la penetraci¨®n de capital extranjero en el sector molturador de semillas oleaginosas, o, mejor todav¨ªa, la regulaci¨®n del mercado de aceite de oliva en base a una reconversi¨®n profunda e inaplazable del sector olivarero. Eso s¨ª que ser¨ªa pol¨ªtica social. Y tambi¨¦n pol¨ªtica econ¨®mica.
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