Las navidades del 76
ESTE PAIS est¨¢ necesitando algunas dosis de sensatez por todos lados, En la v¨ªspera de la Nochebuena nos encontramos con tal aluvi¨®n de malas noticias pol¨ªticas que parece como si alguien hubiera decidido juntarlas todas para darnos un susto esta Navidad. Sin otro ¨¢nimo que el de poner un poco, los temas en su sitio vamos a referirnos a tres hechos, aparentemente desconexos entre s¨ª, pero que se ven unidos por un hilo conductor: son las tres verdaderas y profundas preocupaciones del Gobierno y cada una de ellas, y por s¨ª sola, podr¨ªa provocar reacciones tales que acabaran con el presente y el futuro del Gabinete Su¨¢rez.Oriol
EL PRIMER hecho sigue siendo el secuestro del presidente del Consejo de Estado, que lleva ya casi dos semanas en poder de los GRAPO. Cada d¨ªa suscita m¨¢s sospechas la identidad de, estos extremistas de izquierda, a los que nadie conoc¨ªa en la izquierda m¨¢s extrema, y que en su paroxismo pretenden -hacer valer su palabra -en uno de sus comunicados' como garantia de que el se?or Oriol ser¨¢ devuelto con vida si el Gobierno otorga la amnist¨ªa. ?Cu¨¢nto vale la palabra de un terrorista? Nosotros creemos que nada. Pensamos, adem¨¢s, que es muy posible que los GRAPO sean una invenci¨®n manipulada. Desde el asesinato del almirante Carrero hasta hoy, las actividades terroristas sobre nuestro suelo suscitan demasiadas preguntas sin contestaci¨®n, y no es la menor de ellas -valga un ejemplo- saber qui¨¦n puso la bomba de la calle del Correo.
Surgen y desaparecen grupos de este g¨¦nero -GARI, GRAPO, DRIL-, que secuestran, asesinan, amenazan, pero que no se sabe de d¨®nde obtienen el dinero, las armas y, las complicidades. La sospecha de que hay organizaciones extranjeras interesadas en impedir la estabilizaci¨®n pol¨ªtica de Espa?a es hoy ya m¨¢s que una sospecha. Hay indicios. racionales de que servicios secretos, polic¨ªas paralelas y pistoleros a sueldo se mezclan en toda esta historia. Lo grave es que en ellas se juega no s¨®lo con la vida humana, sino con el futuro de todo un pa¨ªs. Por eso les har¨ªamos simplemente a los secuestradores de Oriol esta reflexi¨®n: s¨ª efectivamente-est¨¢n por la normalizaci¨®n democr¨¢tica espa?ola. deben poner en libertad a su reh¨¦n y aceptar la palabra del Gobierno de que una ampliaci¨®n de la amnist¨ªa est¨¢ en marcha. (Aunque habr¨ªa que decir que estaba en marcha y que ha sido h¨¢bilmente paralizada por grupos ultraclerechistas que exhiben, claro, entre otras cosas, el tema del secuestro.)Devolver vivo al se?or Oriol. en fechas tradicionalmente humanitarias como son las Navidades, ser¨ªa devolver la tranquilidad no s¨®lo a toda una familia, sino a los espa?oles deseosos de articular en paz su convivencia. Exigir en cambio al Gobierno acciones que le deb¨ªliten es atentar contra las propias posibilidades de la amnist¨ªa que los secuestradores dicen pedir. Nuestra posici¨®n a favor de la amnist¨ªa y de una salida inteligente, que evite sangre y tensiones, de todo este asunto no se contradice con nuestro deseo de que el Gobierno no merme su cr¨¦dito con ¨¦l. Y la acci¨®n policial, tan brillante en otros casos, no permite por el momento garantizar un ¨¦xito por esta v¨ªa en el asunto Oriol, lo que inevitablemente perjudica la imagen del Gabinete.
Carrillo detenido
MIENTRAS TANTO, en la tarde de ayer ha sido detenido en Madrid gantiago Carrillo, secretario general del Partido Comunista de Espa?a. La medida es l¨®gica, pues hab¨ªa sido ordenada su detenci¨®n; como hubiera sido tambi¨¦n l¨®gica, y quiz¨¢ m¨¢s conveniente y gallarda, la decisi¨®n del interesado de personars¨¦en el juzgado de guardia el mismo d¨ªa en que las autoridades consideraron oportuno darse of¨ªcialmente por enteradas de su presencia en Espa?a.
Lo importante ahora es que el Gobierno confirme ante la opini¨®n p¨²blica nacional e internacional que vivimos realmente en un Estado de Derecho: La expulsi¨®n del se?or Carrillo del pa¨ªs en el que naci¨®y cuya nacionalidad ostenta es un imposible jur¨ªdico. Sus hipot¨¦ticas respon sabilidades por actuaciones durante la guerra est¨¢n pres critas. La ley de Amnist¨ªa cubre, igualmente, sus presuntos delitos anteriores a la fecha en que fue promulgada. Pendiente todav¨ªa la anunciada -y deseada- unidad jurisdiccional, es de presumir que el Juzgado de Orden P¨²blico reclame su com petencia en este caso. No queda sino esperar la decisi¨®n de los ¨®rganos de la justicia. En cualquier caso, conviene apuntar que el reajuste de las leyes y de su interpretaci¨®n a la cambiante realidad espa?ola se ha venido realizando en los ¨²ltimos meses a gran velocidad y en una direcci¨®n inequ¨ªvocamente democratizadora. Se trata, en'¨²ltima instancia, de un esfuerzo paralelo al que el actual Presidente del Gobierno emprendi¨® bajo, el signo de ?convert¨ªr en normal lo que en la calle es simplemente normal?.
Hace poco m¨¢s de un a?o, Felipe Gonz¨¢lez, primer secretario del PSOE, era perseguido y acechado; y hasta la reforma, en el pasado mes de julio, del C¨®digo Penal, en pura teor¨ªa deber¨ªa haber sido procesado y encarcelado. A comienzos de la primavera, Sim¨®n-S¨¢nchez Montero fue encarcelado en prisi¨®n incondicional una vez m¨¢s en su vida; pero hace poco m¨¢s de dos meses Gregorio L¨®pez Raimundo -hom¨®logo de Carrillo en el partido comunista catal¨¢n- fue puesto en libertad bajo fianza.
Del buen sentido y de la prudencia pol¨ªtica del Gobierno cabe esperar que no adopte medidas administrativas jur¨ªdicamente improcedentes, y de la organizaci¨®n de la justicia espa?ola en sus diversas instancias cabe igualmente esperar una interpretaci¨®n que adecue la letra de la ley al esp¨ªritu de los tiempos.
Carrillo encarcelado, o Carrillo expulsado, es un escandalo innecesario, una torpeza pol¨ªtica y una amenaza para la credibilidad democr¨¢tica interior e internacional del Gobierno.
La Polic¨ªa se manifiesta
EN EL cargado ambiente de estos d¨ªas, las manifestaciones que protagonizaron en Madrid el pasado viernes varios centenares de miembros de las fuerzas de orden p¨²blico constituyen un nuevo e imp¨®rtant¨ªsimo factor de tensi¨®n. Hasta ahora, la informaci¨®n facilitada es confusa e incluso contradictoria.
Se dice que las reivindicaciones eran esencialmente profesionales y, sobre todo, econ¨®micas (aumento lineal de sueldos, pago de trienios). Parece, sin embargo, que algunas peticiones rebasaban el techo puramente corporativo para plantear cuestiones relacionadas con la forma de responder a los alborotos callejeros y tratar a los detenidos y con la naturaleza estatutaria y disciplinaria de las fuerzas de orden p¨²blico. Pero esa interpretaci¨®n no es congruente con los violentos incidente producidos ante el Ministerio de la Gobernaci¨®n.
Dejando a un lado las cuestiones que entran en ¨¦l marco de la disciplina militar, resulta preocupante la eventual aplicaci¨®n de un tratamiento diferenciado a los manifestantes del otro d¨ªa. De acuerdo con la ley de Reuni¨®n promulgada el pasado mes dejulio, actos como los realizados el viernes en Madrid por polic¨ªas armados y guardias civiles requieren autorizaci¨®n expresa del Gobierno Civil. Y las autoridades siempre tienen a su alcance un medio para impedir que una manifestaci¨®n no autorizada se lleve a cabo: precisamente utilizar los ser vicios de esas fuerzas de orden p¨²blico que el viernes se manifestaron ilegalmente.
Independientemente de las dimensiones disciplinarias y militares del caso -que, al parecer, ya han sido tornadas-, ?c¨®mo es posible que unos funcionarios a los que la comunidad confla el uso de armas y cede la capacidad de dirimir los altercados de orden p¨²blico lleven a cabo unos actos que, de ser realizados por otros conciudadanos, ellos mismos se encargar¨ªan de reprimir?
Lo ocurrido es muy grave y urge que se practique una encuesta para dilucidar las responsabilidades. Los ciudadanos tenemos derecho a una informaci¨®n puntual sobre este tema, desarrollado en plena calle y a la luz p¨²blica.
Pero volviendo al comienzo de este editorial: el Gobierno ha reaccionado autoritariamente en el caso de Oriol, r¨ªgidamente en el de Carrillo, desconcertadamente en el de la manifestaci¨®n; silenciosamente en las tres ocasiones, por cuanto las contadas intervenciones del ministro de la Gobernaci¨®n en RTVE no bastan para dilucidar los problemas.
Pues bien, pensamos que es hora de que el presidente Su¨¢rez aparezca ante los espa?oles no a pronunciar un mensaje ni a pedir un voto, sino a someterse a las preguntas que los espa?oles quieran hacerle, En una palabra, sabemos que el Gobierno est¨¢ siendo atacado y est¨¢ cometiendo errores. Sabemos tambi¨¦n que es deseo general que este Gobierno presida el proceso electoral -pues no se concibe f¨¢cilmente que hubiera elecciones si hay una crisis-. D¨ªas atr¨¢s escrib¨ªamos sobre la necesidad de respeto hacia el Gabinete. Hoy es bastante visible que una gran maniobra de desprestigio del poder est¨¢ siendo montada. Sin embargo, no cons¨ªderamos ni acertada ni conveniente esta pol¨ªtica del avestruz. El presidente merece la ayuda de los espa?oles, pero ¨¦stos no deben d¨¢rsela a ciegas.
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