La "escuela comunal", una idea democr¨¢tica
Durante cincuenta a?os, cuatro ideas diferentes se han disputado la escuela espa?ola. Sin embargo, hoy es necesario elaborar una totalmente nueva, que est¨¦ a la altura de una posible Espa?a democr¨¢tica. Se trata de una escuela adaptada a una realidad que, en verdad, hoy es solamente un futurible. Pero pasando revista a las cuatro ?alternativas?, propuestas a lo largo de estos a?os, queda claro que se impone la elaboraci¨®n de una ?quinta escuela? como forma estable y coherente con el futuro car¨¢cter de la sociedad espa?ola.La llamada ?escuela tradicional?, esencialmente mon¨¢rquica en su estilo y contenido. fue impuesta por la derecha espa?ola. Se caracteriz¨® por su confesionalidad y el intento de fomentar los sentimientosjer¨¢rquicos. Su pedagog¨ªa, presuntamente espiritualista, fomentaba la receptividad como la virtud espiritual b¨¢sica. Esta escuela luch¨® decididamente por mantener el cr¨¦dito de la opci¨®n derechista que se ofrec¨ªa a Espa?a. Algo demasiado elitista y estrecho. que, naturalmente, no pudo resistir el advenimiento de las masas a la cultura.
Fue la Segunda Rep¨²blica la que se hizo cargo del desaf¨ªo, y la respuesta dio lugar a la ?escuela unificada?. As¨ª apareci¨® un m¨¦todo m¨¢s activo basado en el trabajo escolar y en una mayor generosidad de los fines sociales. Esto exig¨ªa ?apertura? y la consiguiente eliminaci¨®n del anacronismo confesional. Pero el problema m¨¢s grave fue la necesaria creaci¨®n de ?maestros nuevos? y de miles de escuelas distribuidas por toda la geograf¨ªa espa?ola. La guerra civil detuvo este intento casi en su inicio. Hoy esta ?escuela unificada? y republicana es pura nostalgia y e imposible restablecerla. pues lo problemas son otros.
La instauraci¨®n de la ?escuela franquista? cort¨® los avances pedag¨®gicos y el car¨¢cter inicialmente democr¨¢tico de la experiencia republicana. Primero fue la depuraci¨®n masiva de los maestros, s¨®lo superada por la del sufrido cuerpo de carteros, despu¨¦s la cr¨®nica falta de fondos destinados a la educac¨ª¨®n. Pero lo m¨¢s grave result¨® ser la instauraci¨®n del confesionalismo m¨¢s r¨ªgido y la imposici¨®n de una pedagog¨ªa autoritaria. En conjunto, una caricatura de la escuela tradicional. Sin embargo, en cuanto reaparece la presi¨®n demogr¨¢fica se da una soluci¨®n ?original? al problema. Se subvenciona a los centros privados, normalmente religiosos, para la construcci¨®n de nuevos centros. El Estado, consciente de su falta de mensaje social, tuvo que pagar con ladrillos sus deficiencias ideol¨®gicas. Ese apoyo se pag¨® con generosidad creciente.
En medio de la descomposici¨®n moral y pol¨ªtica de los ¨²ltimos a?os se ha elaborado la teor¨ªa de la ?escuela p¨²blica?. Un reciente art¨ªculo de Valeriano Bozal es -a este respecto- importante. Pero tal como aparece formulada la ?escuela p¨²blica? presenta s¨ªntomas de instituci¨®n provincial y de transici¨®n. El nuevo ideal ha sido concebido en medio de la oscuridad represiva, en momentos en que una democracia para Espa?a era todav¨ªa una posibilidad amenazada. Por esto, la ?escuela p¨²blica ? se define, ante todo, a nivel de controles. Son precauciones a instalar para no caer de nuevo en la desmesura reaccionaria. Para conseguirlo se propone control a la subvenci¨®n de los centros privados que te¨®ricamente hab¨ªa de ser ejercido por los padres de los alumnos y los profesores asalariados, se propone, igualmente, el control ideol¨®gico para mantener el pluralismo y la libertad del ni?o y por ¨²ltimo un control para el funcionamiento interno de los centros, ejercido por todos los que participan en la vida educativa.
Es evidente que s¨®lo con un enorme cautela se podr¨¢ desarma el artefacto represivo de los ¨²ltimos cuarenta a?os, pero los te¨®ricos de la ?escuela p¨²blica? se enredan, sin duda, en el montaje de las precauciones y no practican, con la debida audacia, la imaginaci¨®n democr¨¢tica. Y sin embargo, esto ser¨ªa necesario y urgente.
El nombre de la nueva escuela, destinada a superar el recelo y la transitividad, es a¨²n discutible. Se ha propuesto que se la denomine ?escuela comunal?, pensando no s¨®lo en su ubicaci¨®n, sino en el origen de su gesti¨®n. Quiz¨¢ el rasgo m¨¢s definitivo de esta, escuela es brotar de las necesidades de los espacios concretos, frente a la escuela pensada desde arriba, es decir, la ?escuela especulativa? a que estamos acostumbrados. Los movimientos de vecinos nos han hecho comprender que algo faltaba en el cuadro de la vida pol¨ªtica y que el barrio es tambi¨¦n una dirilensi¨®n de los ?problemas universales?. Esta escuela no especulativa, realmente popular, recoger¨ªa lo mejor de la pedagog¨ªa activa de la escuela republicana y vivir¨ªa de la autogesti¨®n vecinal. Ser¨ªa la encargada del nombramiento de los profesores, de su revocaci¨®n, de fijar los gastos escolares (material y textos), de la determinaci¨®n de los ciclos y, sobre todo, del problema magno que ning¨²n Ministerio puede solucionar: la bifurcaci¨®n de las ense?anzas profesionales y acad¨¦micas. La Escuela del Magisterio estar¨ªa regida por una federaci¨®n de ?escuelas comunales? que tratar¨ªan de tener en ella el lugar de experimentaci¨®n y de la formaci¨®n de nuevos maestros seg¨²n las necesidades reales. As¨ª la vida comenzar¨ªa de nuevo desde las ra¨ªces, que es desde donde debe comenzar. Ante este planteamiento algunos creer¨¢n que se est¨¢ proponiendo el caos, pero quiz¨¢ los que piensan esto sean gentes que ignoran que es en el barrio donde ahora palpita la historia y, el tiempo nuevo. La escuela ha de ser una prolongaci¨®n de esta vida y de este tiempo, de lo contrario, ser¨ªa la prolongaci¨®n de una instituci¨®n muerta.
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