La degradaci¨®n del presupuesto
CON SOLO cinco votos en contra aprobaron las Cortes ayer la ley General de Presupuestos del Estado. Tan exiguo n¨²mero de cr¨ªticos podr¨ªa hacer creer en la solidez y coherencia de los presupuestos; sin embargo, lo cierto es m¨¢s lo contrario. Examinado en s¨®lo tres sesiones -unas veinte horas- por la Comisi¨®n de Presupuestos, el proyecto de ley que implica casi un bill¨®n de pesetas de gasto ha pasado sin pena ni gloria por una C¨¢mara incapaz de ejercer su derecho fiscalizador sobre tan importante instrumento de pol¨ªtica econ¨®mica.La ¨²nica justificaci¨®n de tal desinter¨¦s podr¨ªa residir en criterios econ¨®micos claros que caracterizan el discurso de presentaci¨®n pronunciado por el ministro de Hacienda. Dif¨ªcilmente podr¨ªa imaginarse f¨®rmula mejor para degradar el presupuesto a la condici¨®n de simple lista de gastos y de recetario de formas de allegar ingresos.
Puestos ante la dif¨ªcil tarea de destacar algo entre tanta grisura, podr¨ªan elegirse cinco cap¨ªtulos en la intervenci¨®n del ministro:
Primero, el resumen de lo que ha sido el a?o econ¨®mico apenas si merece unas apostillas a las cifras b¨¢sicas de cuadro macroecon¨®mico ya publicado por el instituto de Estad¨ªstica y que podr¨ªa resumirse lapidariamente en crecimiento bajo, precios altos y d¨¦ficit exterior grave.
Segundo, al describir las opciones de pol¨ªtica econ¨®mica que ante s¨ª ten¨ªa el Gobierno en 1976 y las medidas adoptadas no queda m¨¢s remedio que afirmar que el Gobierno parece no haber entendido la gravedad de la situaci¨®n actual. Decir, como afirma el ministro de Hacienda, que no se opt¨® ni por la ?estabilizaci¨®n dr¨¢stica? ni por la ?reactivaci¨®n a ultranza? implica la existencia de un justo medio en el cual reside la virtud. En el caso de la econom¨ªa espa?ola hoy ese sobreentendido es falso, ya que el justo medio es, simplemente, el desastre. En cuanto al cat¨¢logo de medidas glosado ante las Cortes, el mejor comentario es el contraste con la realidad: medidas ?respecto a las tensiones de precios? -crecimiento del 20% en el coste de la vida-, ?con relaci¨®n al desempleo? -m¨¢s del 5.5% de la poblaci¨®n activa en paro- ?respecto a la balanza de pagos? -4.200 millones de d¨®lares de d¨¦ficit por cuenta corriente-. ?Extraordinario palmar¨¦s!
Tercero, despu¨¦s de tan decepcionante comienzo el lector del discurso del ministro -y tal vez los no muy numerosos procuradores que encontraron tiempo para acudir al hemiciclo- esperar¨ªan una exposici¨®n detallada sobre los criterios de actuaci¨®n econ¨®mica en 1977. Nueva decepci¨®n. La pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno en el campo financiero, vino a decir el ministro, se limita a formular promesas en futuro condicional -?reforzamiento de los ingresos p¨²blicos, mediante reformas fiscales sucesivas?, ?saneamiento progresivo de la gesti¨®n de los entes p¨²blicos?, ?reforzamiento de los est¨ªmulos al ahorro privado?-, cuando no incurre en contradicciones y promesas peligrosas al no precisar los de actuaci¨®n para cumplirlas -?el sector p¨²blico se har¨¢ cargo de las insuficiencias que presenten las decisiones inversoras privadas?. En parecida vaguedad se abunda al analizar la pol¨ªtica monetaria -?c¨®mo calificar la frase de que ?la actualizaci¨®n de nuestro sistema financiero no puede realizarse mediante regulaciones independientes, aut¨®nomas y aisladas??- y el cr¨¦dito oficial.
Cuarto, tampoco resulta m¨¢s esclarecedor el examen de las l¨ªneas maestras del presupuesto aprobado. Nada nuevo podr¨ªa ser el resumen telegr¨¢fico de sus contenido. EL PAIS denunci¨® en su d¨ªa la falta de encaje del presupuesto en unas previsiones coherentes de la evoluci¨®n de la econom¨ªa, hoy s¨®lo queda repetir la cr¨ªtica y, utilizando palabras del ministro, afirmar que este presupuesto no tiene sentido ni est¨¢ relacionado con objetivos de pol¨ªtica econ¨®mica alguna.
Quinto, estas reflexiones r¨¢pidas podr¨ªan resumirse en un temor: del discurso del ministro de Hacienda ante las Cortes se desprende que el Gobierno ni tiene pol¨ªtica econ¨®mica adecuada a la crisis que padece la econom¨ªa espa?ola, ni tampoco est¨¢ seriamente empe?ado en poner los medios para conseguirla. Esta es una oposici¨®n que acus¨® se justifique en el terreno pol¨ªtico y cara a las elecciones, pero que puede costar muy cara al pa¨ªs en el campo econ¨®mico.
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