Ernst Robert Curtius o el placer de comprender
Con muy buen acuerdo, la prestigiosa editorial mexicana se ha propuesto, seg¨²n parece, reeditar aquellos de sus ambiciosos t¨ªtulos que la calidad excepcional que ofrecieron hab¨ªa consagrado y hecho agotarse con fulminante y tal vez inesperada prontitud. As¨ª ocurri¨® en concreto con los que integraban la colecci¨®n Lengua y estudios literarios, entre los que se cuenta el formidable M¨ªmesis de E. Auerbach, comentado hace unos d¨ªas en estas mismas p¨¢ginas por el profesor Aranguren. Y otro tanto ha de decirse de la obra magistral de Ernst Robert Curtius de la que vamos a ocupamos ahora. Literatura europea y Edad Media latina es el brillante resultado de una prolongada, paciente y dificultosa elaboraci¨®n. Tan brillante aqu¨¦l y tan esforzada ¨¦sta, que el lector que posea nada m¨¢s que una medianamente despierta sensibilidad acaba, por sentirse un poco avergonzado al advertir la facilidad con que la lectura le est¨¢ brindando tan suculento acopio de datos, tan compleja erudici¨®n y tan sugestivas conexiones de sentido. ?El an¨¢lisis de textos - resume E. R. Curtius parcamente- nos ha llevado a la conclusi¨®n de que la Edad Media debe ser vista en su continuidad con la antig¨¹edad, y tambi¨¦n con la edad moderna. S¨®lo as¨ª habremos logrado un intelligible field of study, como dice Toynbee; y ¨¦ste ha sido, en nuestro caso, la literatura europea.? Lo somero de la frase pudiera encubrir lo espectacular del descubrimiento. A decir verdad, nos encontramos ante un aut¨¦ntico ?huevo de Col¨®n?. Que las distintas literaturas europeas, incluso las no latinas, tuvieron sus ra¨ªces m¨¢s o menos ocultas en esos siglos de uso literario exclusivo del idioma del Lacio que se prolongan hasta por lo menos bien entrado el siglo XII, era una verdad que muchos hab¨ªan rondado. Pero que a lo largo de esos siglos se deslizara toda una tradici¨®n de rigurosa continuidad, materializada en la transmisi¨®n de m¨²ltiples t¨®picos, sorprendente especie de c¨®digo gen¨¦tico hereditario que confiere unidad de sentido y radical aire de familia a las m¨¢s diversas y entre s¨ª lejanas manifestaciones literarias de nuestra cultura europea, ¨¦sa es la verdad con la que en exclusiva pertenencia se ha alzado Curtius, y nadie m¨¢s que ¨¦l.No dejaron de hac¨¦rsele al autor, a la aparici¨®n de su vasta obra, algunas observaciones, ni de manifest¨¢rsele algunas extra?ezas. Por ejemplo, a prop¨®sito de su afirmaci¨®n de que Espa?a, Francia, Alemania, no tuvieron Renacimiento, sino s¨®lo un per¨ªodo de ?italianismo?. Lo que no implica desestima de las literaturas en cuesti¨®n -todo lo contrario: es inequ¨ªvoca su apreciaci¨®n de la singularidad del Siglo de Oro espa?ol-; pero s¨ª introduce una conceptuaci¨®n cultural que resulta cuando menos discutible. Porque es evidente que en Espa?a, en Francia, en Alemania, hubo, como en la misma Italia, una deliberada voluntad de Renacimiento que se tradujo en multitud de gestos y obras, as¨ª en la literatura y en el arte como en el ¨¢mbito del pensamiento y del humanismo.
Literatura europea y Edad Media latina, M¨¦xico, Fondo de Cultura Econ¨®mica 1976
(A prop¨®sito de la reedici¨®n, espa?ola de su libro).
Restablecer la memoria
En cualquier caso, el ingente esfuerzo intelectual de E. R. Curtius, servido por un saber de amplitud absolutamente excepcional, se rinde a un prop¨®sito ejemplar. En la situaci¨®n actual del esp¨ªritu, nos dice ¨¦l mismo, no hay necesidad m¨¢s urgente que el restablecimiento de la ?memoria?. Los programas educativos y reeducativos de toda suerte son quiz¨¢ menos importante que la tarea de ver y hacer ver la funci¨®n de la continuidad de la cultura. ?C¨®mo dudar de que desde la aparici¨®n de este libro en 1948 la importancia de semejante tarea haya hecho otra cosa que crecer y volverse m¨¢s urgente?Pero nadie piense que estamos ante eso que se acostumbra a considerar como un mamotreto erudito. Ni por un momento el hombre de cultura que fue ante todo E. R. Curtius sucumbe ante el hombre de erudici¨®n que tambi¨¦n fue y ante su presumible deformaci¨®n profesional. Nuestro autor sab¨ªa que el olvido es tan necesario como la memoria, y que para que se conserve lo esencial es preciso que se olviden muchas cosas. Su sentido de la perspectiva es irrepochable. Nadie m¨¢s ajeno que ¨¦l a la pretensi¨®n del erudito que empareja como figuras canjeables a Juan de Salisbury o a Alain de Lille con Virgilio o con Dante. Pero tampoco nadie m¨¢s sensible que ¨¦l al valor y m¨¦rito de los transmisores de cultura a trav¨¦s del conmovedor trabajo intelectual de los tiempos oscuros. No confunde las estaturas, pero tampoco le abandona nunca la emoci¨®n: esa misma emoci¨®n que Curtius no deja nunca de trasmitir al lector que aspira al supremo placer de saber y de comprender.
En la primera p¨¢gina de su Diario de lecturas, ?se apunta? orgullosamente Curtius esta hermosa cita de Bacon: ?Puesto que ni el trabajo ni la vida del hombre pueden llegar a alcanzar la perfecci¨®n del conocimiento, es el saber de la tradici¨®n lo que inspira la satisfacci¨®n de la continuidad y el progreso.? La lectura de Literatura europea y Edad Media latina nos revela hasta que punto fue Curtius fiel a esta convicci¨®n. Sus p¨¢ginas son en realidad un homenaje a ese ?saber de la tradici¨®n? que en definitiva ha hecho posible a Europa. Esa misma Europa hoy denostada y a merced de tantos ciegos y aciagos impulsos autodestructores.
Al releer ahora este libro, descubierto con sorpresa en su primera edici¨®n castellana de 1951, en a?os de aprendizaje que ya nos parecen tan lejanos, se lo recomendar¨ªamos de buena gana a los j¨®venes estudiosos que se hallen en estos momentos en trance de acceso a esa primera e imborrable impresi¨®n que produce el primer encuentro con la belleza intelectual de nuestra tradici¨®n literaria. Esa tradici¨®n cuyo conocimiento y cuya estima nos vacunan contra la vejez que acecha a los irrespetuosos.
En 1937 le escrib¨ªa Ortega a Curtius: ?No le demos vueltas; ni usted ni yo seremos nunca viejos porque ambos tenemos una aut¨¦ntica vocaci¨®n intelectual, es decir, vivimos m¨¢s que de lo externo, de un inagotable lirismo, de un manantial ¨ªntimo que es la verdadera fuente de Juvencio. Ya pueden echarnos encima situaciones negativas: nuestro fuego interior sabr¨¢ siempre fundirlas en su crisol y devolverlas convertidas en puras posibilidades, en metales preciosos.? La lectura de la obra de Curtius es estimulante: encierra muchas de esas puras posibilidades, capaces de convertirse en progreso y futuro de la comprensi¨®n.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.