De los sindicatos amarillos a los sindicatos con etiqueta

Creo que hay mucha confusi¨®n y los culpables somos los que, m¨¢s atentos a nuestras opciones ideol¨®gicas y partidarias que a las necesidades de la clase obrera (nuestra clase), convertimos nuestro inter¨¦s en medida de lo verdadero.En el futuro del sindicalismo coexisten dos peligros que nos llevan a un mismo mal: la divisi¨®n. Uno es el sindicalismo amarillo, planta innoble que crece a la sombra de los que se resisten a desaparecer despu¨¦s de estar tantos a?os en el candelero. Otro es el sindicalismo de etiquetas, ideol¨®gico que no ideologizado.

Declararse sindicato socialista o comunista es de alguna manera dejar fuera a los que, no siendo ni una cosa o la otra, desean organizarse notanto al margen y s¨ª por encima de las particularidades ideol¨®gicas, que son precisamente las que dividen al movimiento sindical.

No hay duda que hacemos un flaco servicio a la unidad de la clase cuando bautizamos con nombre y apellidos lo que ha de ser de todos y no de unos cuantos, y para eso es necesario que organicemos el sindicalismo por encima de las tendencias partidarias; por encima de las concepciones filos¨®ficas, religiosas o ideol¨®gicas, aunque consecuente con la lucha de clases existente, tampoco debe caer en el amarillismo ?as¨¦ptico? y pesetero.