Proteccionismo industrial
DESDE HACE hace aproximadamente dos a?os, el proceso de industrializaci¨®n se ha detenido en Espa?a. Este hecho, con toda su carga de preocupaciones referentes al incremento del paro que origina y al lastre que constituye para volver en un futuro pr¨®ximo a tasas de crecimiento elevadas, constituye una de las inc¨®gnitas m¨¢s graves que hoy en d¨ªa tiene planteada la pol¨ªtica econ¨®mica del pa¨ªs.Reconociendo la necesidad de un replantamiento a fondo de toda la pol¨ªtica industrial, pueden se?alarse v¨ªas inmediatas de reforma medidas relativamente sencillas que contribuir¨ªan a mejorar las perspectivas de la empresa privada en este delicado momento.
El primer paso en esa senda tendr¨ªa que consistir en la derogaci¨®n de la ley de 1939 seg¨²n la cual se encomienda al Ministerio de Industria la facultad de autorizar nuevas industrias, as¨ª como la de traslados y ampliaci¨®n de las ya existentes. Dicha ley gobern¨® con implacable esp¨ªritu intervencionista la pol¨ªtica industrial de los sue?os de autarqu¨ªa (1949 a 1959).
Desde esta ¨²ltima fecha hasta finales de 1965, aproximadamente, predomin¨® una interpretaci¨®n m¨¢s bien liberal de la misma, que qued¨® definitivamente arrumbada a partir del a?o siguiente. Volvieron entonces a florecer los laberintos del arbitrismo administrativo y una vez m¨¢s se procedi¨® a una pormenorizada e in¨²til divisi¨®n entre industrias que requieren autorizaci¨®n previa, industrias de libre instalaci¨®n bajo requisito de cumplir ciertas condiciones, e industrias totalmente libres... una vez inscritas en el Registro de Propiedad Industrial, lo que equivale en la pr¨¢ctica a un dif¨ªcil requisito m¨¢s.
En el r¨¦gimen de autorizaci¨®n previa se hallan adem¨¢s incluidas una serie de industrias con elevado contenido monopol¨ªstico y que practican una pol¨ªtica de precios excesivos. Por si este ?cobijo? fu¨¦ra escaso, la importaci¨®n de muchos de los productos fabricados por dichos sectores no es libre. La paradoja, por calificarla de alguna forma, es clara: se prohibe la importaci¨®n para proteger la industria nacional, pero se ponen trabas a la libre instalaci¨®n de nuevas industrias que podr¨ªan abastecer el mercado interior. El resultado es ruinoso para el pa¨ªs, pero sanead¨ªsimo para quien ha conseguido montar una industria en coto tan celosamente protegido.
La simplificaci¨®n ganar¨ªa tambi¨¦n mucho con una reconsideraci¨®n de los llamados requisitos de dimensi¨®n m¨ªnima. So capa de luchar contra el minifundismo industrial, la realidad es que se ha introducido otro tr¨¢mite, equivalente en este casoal de la autorizaci¨®n previa. Un largo rosario de ejemplos mostrar¨ªa de nuevo la coincidencia entre la exigencia de tales requisitos y la ausencia de libertad para importar; es decir, el deseo inconfesado, pero conseguido de no pocos sectores industriales de vivir aislados de las competencias exterior e interior gracias a la complaciente actitud de la Administraci¨®n.
En la actual situaci¨®n de fuerte aton¨ªa inversora, una soluci¨®n. factible consistir¨ªa en la suspensi¨®n temporal,de la legislaci¨®n sobre autorizaciones previas y m¨ªnimos t¨¦cnicos. Esta sencilla medida servir¨ªa, en primer lugar, para evitar por razones coyunturales el posible rechazo de proyectos de inversi¨®n. El alcance fundamental de dicha medida residir¨ªa, sin embargo, en el ataque frontal a una serie de sectores fuerte e injustificadamente protegidos y con una elevada contribuci¨®n a la tasa de inflaci¨®n que el pa¨ªs entero soporta.
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