Femando Carballo: "M¨¢s de un grupo fue a por Franco
—?C¨®mo fue su trayectoria pol¨ªtica?
—Ya mi padre me llevaba de peque?o a las casas del pueblo donde empec¨¦ a meterme un poquito. Despu¨¦s cuando lo asesinaron en 1936, me di cuenta de que algo no marchaba. Y despu¨¦s de la guerra me metieron cinco meses en la c¨¢rcel por no rectificar y decir que mi padre hab¨ªa sido ejecutado, como quer¨ªa el comisario. Aqu¨ª, en la c¨¢rcel, conviv¨ª con la flor y nata del proletariado y los intelectuales espa?oles, y me di cuenta del salvajismo que es acusar a esos hombres de cooperar a la rebeli¨®n, cuando fue al rev¨¦s, que reaccionaron para evitar la rebeli¨®n contra la Rep¨²blica y el pueblo espa?ol. Luego, cuando empiezo a trabajar como tratante de animales, conozco a los campesinos que han sido despojados de las tierras que trabajaban en las colectividades. En fin, me di cuenta de que nos faltaban hombres que lucharan contra estas salvajadas, y que eran los pol¨ªticos quienes has hac¨ªan. Por esto me inclin¨¦ directamente por el sindicalismo. El carnet de la CNT no lo tuve hasta 1963, pero se me concedi¨® ser considerado miembro desde 1936.
—Usted era decano de los presos pol¨ªtico ?podr¨ªa recordar brevemente su paso por las c¨¢rceles?
—Cuando mataron a mi padre nos quedamos en la absoluta miseria. Nos quisieron dar una indemnizaci¨®n de 3.000 pesetas por hijo, pero no la aceptamos. La primera vez, como le digo, fue por insistir en que mi padre hab¨ªa sido asesinado.
Despu¨¦s, en 1946, en la ¨¦poca del estraperlo, un sereno me cogi¨® me quiso quitar el aceite que llevaba. Al resistirme, sac¨® una pistola y me dispar¨®. Por fortuna fue leve pero en el juicio, parad¨®jicamente, me ped¨ªan trece a?os por intento de homicidio a la autoridad. Por lo visto, el sereno dijo que yo le hab¨ªa tirado un ladrillo. No obstante, cuando llegamos al juicio, que sali¨® a los dieciocho meses a pesar de que mi abogado meti¨® prisa, la defensa anul¨® por completo a la acusaci¨®n y sal¨ª libre.
Segu¨ª trabajando como tratante de animales y tambi¨¦n llevaba lo que recog¨ªa a los presos. La polic¨ªa me detuvo y me acus¨® de ser miembro del Socorro Rojo Internacional. Me tuvieron nueve d¨ªas en la comisar¨ªa esposado. Era en 1948. Quer¨ªan que les diese informaci¨®n, pero claro, de eso no hab¨ªa nada. Entonces me propusieron firmar una declaraci¨®n en la que se dec¨ªa que yo hab¨ªa cometido un robo en un pueblo, amenaz¨¢ndome con hacerme la coletilla. Esto era que te met¨ªan tres meses en la c¨¢rcel como preso gubernativo, y al salir te volv¨ªan a meter una y otra vez hasta que les parec¨ªa. Firm¨¦ porque ten¨ªa documentos que probaban que yo estaba en otra parte el d¨ªa del robo, pero en el juicio no dejaron hablar a mi abogado. Aquello fue un pitorreo, un di¨¢logo entre el fiscal y el Tribunal, y al final me condenaron a trece a?os de prisi¨®n menor. Sal¨ª en 1955, en libertad condicional.
-En 1963 se dijo que usted colaboraba en la preparaci¨®n de un atentado contra Franco. ?Es esto exacto?
—Yo me dedicaba a la propaganda. Efectivamente ten¨ªa explosivos pl¨¢stico, fulminantes y ¨¢cido sulf¨²rico, pero me faltaba clorato mezclado al 50% con az¨²car.
—?El clorato no lo venden en las farmacias?
—En las farmacias venden pastillas, y cuando lo intentas moler, estalla, peta. En una farmacia le dije al dependiente que el m¨¦dico me hab¨ªa recetado g¨¢rgaras y necesitaba clorato en polvo, pero me respondi¨® que ten¨ªan prohibido venderlo. Este material pues ten¨ªa que venir de fuera. Ah¨ª est¨¢ el quid.
—?Para qu¨¦ dijo, entonces, que ten¨ªa esos explosivos?
—Mire, no hay nadie que pueda averiguar el pensamiento o la intenci¨®n. Tal vez como antifranquista yo necesitaba tener aquello. Puede que alg¨²n d¨ªa hubiese llegado el momento de usarlo, o no; pero no se puede forjar una acusaci¨®n sobre esa base. Efectivamente, la ¨²nica acusaci¨®n fue posesi¨®n de explosivos. El problema es que en esa ¨¦poca hab¨ªa m¨¢s de un grupo que iba directamente a por Franco. Incluso, en el partido Espa?a-Rusia, que se celebr¨® en el estadio Bernab¨¦u en 1964, hubo un explosivo preparado que no lleg¨® a explotar porque pusieron fulminante normal, cuando ten¨ªan que haber puesto especial.
Por eso, cuando nuestro juicio, se nos acus¨® de que ¨ªbamos a intentar algo contra Franco, y de ah¨ª sali¨® la campa?a internacional de protesta, porque cre¨ªan que nos pedir¨ªan la pena de muerte.
—?Cuando se celebr¨® el partido, usted ya estaba detenido?
—No yo fui detenido en agosto y el partido se celebr¨® en junio. Mi enlace, Stuart Cristie, llevaba una mano vendada. Yo le ten¨ªa que preguntar si le dol¨ªa, pero no me entendi¨®. Entonces, cuando fui a cogerle del brazo para llevarle aparte y me diera lo que tra¨ªa, propaganda o lo que fuese, o explosivos, se me echaron encima diez hombres pistola en mano. All¨ª mismo quer¨ªan que hablase, pero no pod¨ªa hablar: me hab¨ªan puesto el h¨ªgado en la boca de un pu?etazo.
Me llevaron, junto a Stuart, a la Direcci¨®n General de Seguridad. Yo ten¨ªa la experiencia de la comisar¨ªa de Tarragona, y sab¨ªa m¨¢s o menos lo que pasaba en aquellos calabozos. Una vez, estando sentado y con las manos esposadas al espaldar de la silla, me tiraron al suelo de un pu?etazo.
Luego, en el Consejo de Guerra, s¨®lo hubo una buena defensa: la de Stuart, para quien la embajada inglesa hab¨ªa nombrado un abogado civil. En fin, nos condenaron a treinta a?os, a m¨ª, y a veinte a Stuart. Pero este ten¨ªa un padrino muy poderoso, el Gobierno ingl¨¦s, que le hizo poner en libertad a los dos a?os.
Pas¨¦ a la prisi¨®n de Burgos y me sent¨ª enfermo. Entonces, al decirle al m¨¦dico lo ocurrido, me respondi¨® que si llegan a darte un poquito m¨¢s no sales de ¨¦sta. De Burgos pas¨¦ en 1971, a C¨®rdoba. De Valencia me trasladaron a Ja¨¦n, y de aqu¨ª, por una huelga de protesta volvieron a mandar al penal de Alicante, de donde me han arrebatado del poder franquista.
—Usted defiende la amnist¨ªa para los presos comunes. ?Por qu¨¦?
—Yo he vivido en la miseria y entre la miseria, y las calamidades que he visto me han hecho comprobar que la mayor parte de los delincuentes lo son por necesidad. Cuando a uno le falta una alpargata para sus hijos, tiene que conseguirla como sea. Si un desgraciado va y roba un saco patatas, le meten seis o doce a?os de c¨¢rcel. En cambio, vamos a coger a los responsables de Matesa, de Sofico... ?No habr¨ªa que ponerle m¨¢s? Sin embargo, es al contrario.
En fin, conviviendo con ellos, conociendo sus causas, es como he llegado a la conclusi¨®n de que la injusticia social m¨¢s descomunal es la que se hace contra estos hombres. Muchos de los delitos llamados comunes se podr¨ªan denominar, no pol¨ªticos, pero s¨ª sociales.
—?A qui¨¦n cree que le debe su salida de la c¨¢rcel?
—A la amnist¨ªa, desde luego que no. Yo ten¨ªa un sumario limpio, sin engorros de ninguna clase. Yo no ten¨ªa todo lo necesario para hacer explosivos, pero tampoco nadie me demostr¨® que fuera a colocar nada. Me ten¨ªan que haber aplicado la amnist¨ªa, pero no lo hac¨ªan. No, a mi me ha sacado el pueblo.
—?Que opina del actual Gobierno?
—Un Gobierno m¨¢s, de los que nos hemos encontrado, desde que se empez¨® a fundar Espa?a. Yo quisiera que alg¨²n historiador me dijese que estoy equivocado, que tuvimos tal presidente, tal rey o tal dictador que fue un gobernante porque miraba hacia el pueblo con respeto. Hemos sufrido con todos persecuciones privaciones y explotaciones.
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