La fiesta a¨²n tiene salvaci¨®n
No demos la fiesta por perdida. Los conflictos laborales, aunque graves (o precisamente por graves) son la consecuencia inmediata de a?os de abuso que los toreros quieren sacudirse de encima, y hacen bien. Las empresas han estado a ganar millones, sin ninguna previsi¨®n de futuro, sin importarles el da?o que hac¨ªan a la fiesta.La consecuencia ha sido un toro decadente, unos toreros sin ambici¨®n o sin ilusiones, un toreo limitado y vulgar, una afici¨®n cada vez m¨¢s diezmada, un p¨²blico desinteresado del espect¨¢culo.
La misma concepci¨®n estructural de c¨®mo debe ofrecerse el espect¨¢culo es una pura incoherencia. No nos gusta comparar toros con f¨²tbol, no lo hab¨ªamos hecho nunca en estas p¨¢ginas, pero quiz¨¢ por esta vez tenga sentido: en una sola temporada no se celebran, por ejemplo, en Madrid, m¨¢s partidos de f¨²tbol de primera divisi¨®n que corridas de toros (poco m¨¢s de la treintena, en ambos casos). Pero aqu¨¦llos tienen lugar una vez a la semana y se alternan los buenos encuentros con los de menor inter¨¦s, mientras la mayor parte de las corridas de toros se dan en un solo mes, todas seguidas, veinte o m¨¢s. La afici¨®n al f¨²tbol, con lo que ¨¦sta supone en Espa?a, no resistir¨ªa semejante atrac¨®n.s¨ª sucede con los toros. Si el aficionado a la fiesta quiere ver en Madrid buenos carteles, ha de ir a la plaza durante todo el mes de mayo, como quien va a la oficina; hacer un fuerte desembolso de golpe al adquirir el abono; prescindir de sus obligaciones profeSionales, familiares y sociales, para cambiarlas por un espect¨¢culo que, encima, no ofrece ninguna garant¨ªa de calidad.
Donde hay feria verdadera -casos de Sevilla, Pamplona. fallas y otras muchas localidades se justifica el serial taurino y aun s¨®lo si ¨¦ste es corto. Donde no hay feria, como en Madid. un abono como el de San Isidro constituye una solemne barbaridad. porque, si bien la empresa obtiene con ¨¦l sustanciosas ganancias, esal precio de producir la selecci¨®n de la clientela a trav¨¦s de un tarraz clasista: s¨®lo los aficionados hasta la chaladura, s¨®lo los desocupados, s¨®lo los ricos y s¨®lo los que se conformen con asistir a alguna corrida de la feria, por curiosidad .o porque es de buen tono Nierse y dejarse ver en el tendido en tan se?alada ocasi¨®n.
La salvaci¨®n de la fiesta no es imposible: a lo mejor basta con programarla con l¨®gica, ayudar a los nuevos valores, promover la calidad del toreo y la autenticidad del toro y pagar a cada cual lo justo.
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