La unidad de los socialistas
LA PROXIMIDAD de las elecciones y la creciente esperanza de que podr¨¢n realizarse dentro de l¨ªmites tolerables de veracidad y limpieza est¨¢n trabajando m¨¢s por la unidad de los socialistas que cualquier otro factor. Se ha revelado como Ilusoria la idea de que podr¨ªa existir un espacio electoral lo suficiente mente amplio como para que los diversos partidos socialistas pudieran obtener, cada uno por su lado y en mutua competencia, un n¨²mero satisfactorio de esca?os. Tambi¨¦n parece cada d¨ªa m¨¢s evidente que la eventual dispersi¨®n (le los sufragios entre los diversos representantes de la familia socialista se distribuir¨ªa de forma irregular: salvo en Catalu?a y quiz¨¢ en Arag¨®n y algunas zonas de Andaluc¨ªa, el PSOE es el m¨¢s firme candidato a cosechar la gran mayor¨ªa de los votos de esta especie.Este es,, seguramente, el principal motivo de los ¨²ltimos acercamientos de la Federaci¨®n de Partidos Socialistas y del Partido Socialista Popular, o al menos de sectores importantes de sus direcciones y de sus bases, a la organizaci¨®n que dirige Felipe Gonz¨¢lez. Son muchos los observadores que, -desde fuera, hab¨ªan pronosticado que el PSOE ser¨ªa el eje real del movimiento socialista. El incondicional apoyo de la II Internacional (espectacularmente puesto de relieve en el congreso de diciembre), el acierto de un relevo generacional compatible con el mantenimiento de las tradiciones hist¨®ricas, y la pol¨ªtica de distancias respecto al Partido Comunista (ni tan lejos como para romper la unidad de la izquierda, ni tan cerca como para convertirse en su sat¨¦lite), son algunos de los argumentos que daban fuerza al vaticinio.
Por otra parte, ninguno de los restantes grupos socialistas ha conseguido perfilar n¨ªtidamente su imagen. El PSOE (sector hist¨®rico) ha hecho del anticomunisino su caballo de batalla, pec¨® de oportunismo (mal retribuido) al someterse al humillante tr¨¢mite de la ventanilla, y ha puesto en marcha un plan de alianzas electorales cuando menos poco prestigioso.
El PSP ha dado excesivos bandazos en su estrategia (desde la fundaci¨®n de la Junta Democr¨¢tica hasta sus contactos con el Gobierno), ha incurrido en contradicciones al pronunciarse sobre la estructura federal del socialismo y no ha logrado borrar su imagen de partido de ¨¦lites intelectuales. En cuanto a la FPS, a la inevitable heterogeneidad de su constituci¨®n federal, se han unido diversas crisis internas de los grupos, que anulan, al menos parcialmente, el mayor arraigo que tienen en algunas regiones.
En una perspectiva electoral, pocas dudas puede caber sobre la necesidad de la unidad socialista. Si todos esos grupos concurrieran por separado, muchos votos que normalmente ir¨ªan a un socialismo unido y coherente, se desviar¨ªan hacia otras zonas del espectro pol¨ªtico, por rechazo y como protesta ante el espect¨¢culo poco edificante de la disgregaci¨®n. Sobre todo si se piensa que las diferencias de familia, cuyo fondo s¨®lo puede ser perceptible para los iniciados, s¨®lo llegan a la mayor¨ªa de los futuros electores en forma de invectivas y personalismos.
Este tema, aunque concierna fundamentalmente a los socialistas, interesa a los dem¨®cratas de todo signo. La consolidaci¨®n de las instituciones representativas en Espa?a precisa la creaci¨®n de grandes bloques electorales, entre otras cosas para privar a los enemigos de la democracia de argumentos sobre su presunta ineficacia.
?Cu¨¢les pueden ser las formas concretas en que se instrumente ese anhelo y esa necesidad unitaria? La ?rendici¨®n incondicional? de los dem¨¢s grupos ante el PSOE no s¨®lo ser¨ªa una soluci¨®n desagradablemente prepotente, sino que, adem¨¢s, resultar¨ªa a la larga perjudicial tanto para la organizaci¨®n que la impusiera como para la causa del socialismo. Los partidos son una compleja realidad que no puede reducirse al esquema simplista de que los dirigentes son elegidos por las bases. Las direcciones de los partidos tienden a controlar a la organizaci¨®n que un d¨ªa les eligi¨® para sus puestos y a mantenerse indefinidamente en ellos. La unidad socialista no puede pasar por la receta de que los afiliados de los dem¨¢s grupos socialistas ingresen en la base del PSOE.
Los procedimientos para llevar adelante la unidad socialista pueden encontrarse si de verdad se buscan. El PSP y la FPS, dentro de lo que el amor propio de toda organizaci¨®n permite, han dado claras muestras de desearla. Al PSOE le corresponde ahora tomar la iniciativa. Si la celebraci¨®n de un congreso extraordinario de unificaci¨®n resulta t¨¦cnicamente imposible antes de las elecciones, Y si la cooptaci¨®n de los l¨ªderes de otros grupos es estatutariamente inviable pueden encontrarse otras f¨®rmulas. El PSOE acord¨® en su ¨²ltimo congreso acudir en solitario a las elecciones. Nada le impide -pensamos- presentar en sus listas a personalidades socialistas independientes, procedentes de los grupos autodisueltos e iniciar as¨ª el camino de la unificaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.