Olvidar diferencias

No quisiera que se interpretara mi intenci¨®n como querer aconsejar a quien, por su capacidad y trayectoria, est¨¢ muy por encima no s¨®lo de m¨ª, sino de la gran mayor¨ªa de los espa?oles. Me refiero a don Jos¨¦ Mar¨ªa Gil Robles y Qui?ones.Este gran pol¨ªtico a quien casi toda la derecha del 36 consider¨® blando por no haber dado el golpe de Estado que pudo, comodamente, dar cuando ten¨ªa la mayor¨ªa en el Congreso de Diputados, y que hoy reconocemos que su aut¨¦ntica formaci¨®n democr¨¢tica se lo impidi¨®, se encuentra, a mi entender, en la disyuntiva de aceptar o no formar parte de este Centro Democr¨¢tico que se est¨¢ formando, y aqu¨ª es donde entro yo a dar mi opini¨®n, que como m¨ªa no vale nada, pero que acaso represente la de muchos espa?oles que no somos nadie, pero que con nuestros votos podemos hacer que alguien sea alguien.

Tenga en cuenta, don Jos¨¦ Mar¨ªa, que en 1936 la gran mayor¨ªa de los espa?oles ¨¦ramos franquistas, entre ellos don Juan, que solicit¨® luchar a su lado, por considerar que Franco se enfrent¨® al establecimiento en Espa?a de una sucursal bolchevique, pero que a medida que fuimos comprobando que el inter¨¦s general del pa¨ªs se iba postergando al particular de unas ideas, fuimos, gran parte de aquella mayor¨ªa,y entre ellos don Juan, no abandonando al franquismo, sino dejando que ¨¦l se alejase de nuestras constantes ideas democr¨¢ticas.

No se tenga en cuenta el tiempo que haga que se colabor¨® con Franco, si unos a?os, como Ruiz-Gim¨¦nez, o unos meses como P¨ªo Cabanillas, sino la sinceridad de sentir y pensar democr¨¢tico de cada uno, y f¨®rmese con todo el que realmente lo sea esa tercera Espa?a que pueda salvarnos de aquellas otras dos de las que tan amargamente nos hablaba el gran don Antonio y que, forzosamente, hay que identificar con esos extremos, derecha e izquierda, que a tan mal nos traen y a peor nos pueden llevar.