Caneja:
"La generaci¨®n del 27 absorbi¨® a la del 36, artistas incluidos"
-La Generaci¨®n del 27 y la Generaci¨®n del 36, pr¨®digas (especialmente la primera) en poetas renombrados, escribieron dos claros cap¨ªtulos de la literatura castellana, de imprescindible cita, pese a todo pesar, a lo largo de estos cuarenta ¨²ltimos a?os. ?Crees, Caneja, que existieron dos generaciones equivalentes en el campo de las artes pl¨¢sticas?-S¨ª. Entre los que se fueron a Par¨ªs, por los a?os veinte, y los que aqu¨ª nos quedamos, no es dif¨ªcil congregar dos grupos de escultores y pintores del -todo equivalentes a los poetas a que t¨² aludes.
-?Es posible fijar los l¨ªmites entre una y otra?
-Posible, s¨ª, pero nada f¨¢cil. La generaci¨®n del 27, la de los poetas, absorbi¨®, de hecho, a la de los poetas del 36 y tambi¨¦n a los pintores y escultores de ambas.
-Pese a su renombre, los poetas del 27 constituyen, en cuanto que tales, y junto a los del 36, dos generaciones frustradas por la guerra civil. ?Ocurri¨® otro tanto con los artistas pl¨¢sticos?
-S¨ª, y por las mismas causas. Se trata realmente de dos holgados grupos de escultores y pintores, o ,exiliados o erradicados, y generacionalmente desconexos a partir del a?o 36.
-Distingu¨ªas antes entre los que se fueron a Par¨ªs y los que permanec¨ªsteis aqu¨ª. ?Medi¨® alg¨²n v¨ªnculo entre unos y otros?
-Pr¨¢cticamente ninguno, pudiendo en todo caso descubrirse un s¨ªmbolo de unidad (casi coincidente con el nacimiento oficial de la Generaci¨®n del 27) en la exposici¨®n del Jard¨ªn Bot¨¢nico, patrocinada por la Sociedad de Cursos y Conferencias de la Residencia de Estudiantes. En ella participaron los de aqu¨ª y los de all¨¢, y la muestra colectiva, como ocurriera con la de ?Artistas Ib¨¦ricos?, del a?o 25, tuvo un car¨¢cter eminentemente popular.
-?Cuando llegaste a Madrid?
-En 1923. Vine de Palencia, mi tierra, con el prop¨®sito de estudiar arquitectura. Para preparar la asignatura de dibujo acud¨ª al estudio de V¨¢zquez D¨ªaz. All¨ª mismo concluy¨® mi carrera de arquitecto y se inici¨® la de pintor.
El verdadero magisterio
-?Qu¨¦ clase de maestro era V¨¢zquez D¨ªaz?-Era, ante todo, un creador o perpetuo animador del ambiente. Jam¨¢s impuso a nadie un estilo determinado o un canon acad¨¦mico. Buena prueba de ello es que habiendo sido tantos y tantos los que hemos desfilado por su estudio, ninguno, absolutamente ninguno, de todos nosotros, tiene algo que ver con la particular manera de pintar de V¨¢zquez D¨ªaz.
-Hay un verso de Garc¨ªa Lorca que creo ejemplifica a las mil maravillas el verdadero magisterio:
Los maestros ense?an a los ni?os una luz maravillosa que viene del monte. ?Est¨¢s de acuerdo con la definici¨®n lorquiana? ?Hab¨ªa algo de ello en el estudio de don Daniel?
-Estoy de acuerdo, y lo hab¨ªa todo V¨¢zquez Diaz hablaba y hablaba (historias de Par¨ªs, sucesos con Picasso, con Juan Gris ... ) incansablemente, y estoy seguro de que a trav¨¦s de sus encendidos relatos llegaba a brillar esa luz maravillosa que viene del monte. A la hora de la pr¨¢ctica, cada uno pod¨ªa hacer cuanto le viniera en gana. Era un gran tipo, de vida harto modesta y escaso reconocimiento, de repulsa incluso, por parte del gran p¨²blico.
-?Y como pintor?
-Un gran pintor (sobre todo, un gran dibujante) frustrado. Se vino de Par¨ªs (nadie supo jam¨¢s por qu¨¦), apenas concluida la Gran Guerra, y se fue paulatinamente desvinculando de la vanguardia, hasta perderse. Creo que ha sido ,injustamente tratado, si hacemos excepci¨®n del calor con que le acogieron y le celebraron los poetas del 27.
-?Alguna otra ense?anza?
-Una y muy singular: la que a todos nos proporcionaron los magistrales Cahiers d'Art que en Par¨ªs dirig¨ªa Z¨¦rvos. Esper¨¢bamos con avidez la llegada peri¨®dica de los Cahiers y, apenas llegados, nos dedic¨¢bamos a interpretar en color las reproducciones de los cuadros, fundamentalmente cubistas, que en ellos aparec¨ªan en blanco y negro, Cuando m¨¢s tarde fui a Par¨ªs recib¨ª m¨¢s de una sorpresa en, cuanto al acierto o desatino de nuestras interpretaciones crom¨¢ticas. Desde entonces estoy persuadido de que el cubismo deber¨ªa constituir una disciplina obligatoria en la ense?anza de la pintura.
-?Qu¨¦ a?o fuiste a Par¨ªs y cu¨¢l fue all¨ª la lecci¨®n m¨¢s provechosa?
-En 1929, a lo largo de un invierno, y la lecci¨®n de las lecciones fue el descubrimiento de Matisse. Picasso es, si quieres, un¨ªa fuerza de la naturaleza, pero el pintor m¨¢s grande de nuestro tiempo ha sido Matisse.
-?Y Jacques Villon? ?No se da en tu obra un cierto influjo del mayor de los incre¨ªbles hermanos Duchamp?
-No es la primera vez que se me emparenta con Villon. He de decirte, sin embargo, que yo he conocido su obra cuando la m¨ªa estaba ya perfectamente conformada y definida.
Retirarse a un pueblo
-No tengo escr¨²pulo alguno en afirmar que eres el mejor paisajista espa?ol (tras las consecuencias, al menos, del cubismo), el m¨¢s original, el m¨¢s esencialista y tambi¨¦n el de m¨¢s variados matices, bajo una aparente austeridad crom¨¢tica y formal. ?Desde cu¨¢ndo cultivas el paisaje.-Gracias por tus elogios, y que corran de tu cuenta. Mi paisajismo arranca fundamentalmente de la postguerra. Antes me hab¨ªa dedicado prioritariamente al bodeg¨®n y a la figura. La postguerra supuso un tiempo de desconcierto absoluto, siendo la entrega al paisaje, para m¨ª, y para otros muchos, una senda de evasi¨®n, un par¨¦ntesis voluntario, una especie de coartada ante lo que suced¨ªa o lo tr¨¢gicamente sucedido. Era preciso callar, concentrarse, alejarse...
-?Y d¨®nde hallaste ese pueblo, fuente del nuevo paisaje?
-Dentro de m¨ª mismo. Yo no me mov¨ª de Madrid. El paisaje, surg¨ªa de dentro, con toda la fuerza del recuerdo (del tiempo perdido) y en toda la extensi¨®n de la Castilla palentina, del Cerrato, de la Tierra de Campos.
-Tus paisajes siempre me han tra¨ªdo la sugerencia de una obra memorable de Picasso (las Se?oritas de Avignon) y en un sentido muy preciso. El c¨¦lebre cuadro picassiano tiene, a juicio m¨ªo, algo de una gran vidriera que ha sido desmembrada de una pedrada. Algunos de tus paisajes parecen obedecer a una nueva y m¨¢s violenta pedrada sobre el escombro, policromo y sonoro, de las Se?oritas de Avignon, quedando reducido el espacio a una suerte de cristalograf¨ªa geom¨¦trica, m¨¢s y m¨¢s fragmentada.
-Me parece acertada y original tu definici¨®n de las Se?oritas de Avignon. La cristalograf¨ªa, como t¨² dices, de mis paisajes, creo yo, sin embargo, que responde a la propia luminosidad fragmentada de la Castilla palentina: el yeso, all¨ª, se convierte en cristal, en tanto el adobe (paja brillante y barro endurecido) de las construcciones populares reverbera,, bajo el sol, como ba?ado en geom¨¦tricas part¨ªculas de oro.
-La Castilla austera, mon¨®tona, opaca, sorda de color, de muchas y ajenas interpretaciones paisaj¨ªsticas, aparece, en la tuya, plena de fracciones y matices crom¨¢ticos, suaves, serenos, diluidos, refinados. ?Hay algo de lugar com¨²n en la versi¨®n de esa Castilla a la brava, des¨¦rtica y penosa, sarmentosamente varonil e inapelablemente deshauciada?
-Todo un t¨®pico, debido fundamentalmente a los hombres del 98, que, o no la vieron, o interpretaron err¨®neamente, a favor de una simbolog¨ªa t¨¦trica y preconcebida, una porci¨®n de tierra, Particularmente delicada. Para m¨ª, Castilla entra?a el paisaje m¨¢s remansado y suave, el paisaje m¨¢s femenino que yo haya contemplado. El paso insensible de las luces lo va transfigurando tersamente, sin sobresaltos, como piel de mujer.
Cubismo y paisaje
-?Hay cubismo en tus paisajes?-Hay un inicial planteamiento cubista para la ulterior y libre emisi¨®n del color.
-Los elementos paisaj¨ªsticos del cubismo anal¨ªtico de Picasso obedecen m¨¢s al estudio del cuadro de C¨¦zanne que a la contemplaci¨®n de la naturaleza. De aqu¨ª que los ocres y los verdes de ¨¦ste, propios del paisaje natural, se vean transportados por aqu¨¦l a g¨¦neros como el bodeg¨®n o el retrato, que nada tiene que ver con el medio natural ?Cabe un paisajismo cubista, de cara a la naturaleza, pero a merced de una libre interpretaci¨®n crom¨¢tica?
-Ese es uno de mis prop¨®sitos. Antes te dije que el planteamiento general de mis paisajes responde a un fundamento cubista, para luego liberar en ¨¦l los colores, vol¨¢tiles, como ¨¢tomos, de la Castilla del Cerrato palentino, de Tierra de Campos... o de Pozo de Urana, mi pueblo. En su radiante extensi¨®n, el paso de las horas va dejando, sobre la tierra o bajo el recuerdo, fragmentos y m¨¢s fragmentos multicolores.
-?Se ha prestado alguna atenci¨®n, a lo largo de estos cuarenta a?os, a las artes y. oficios de las dos generaciones antedichas o al cap¨ªtulo espa?ol de la Escuela de Par¨ªs?
-Ninguna. Ahora parece que empieza a recuperarse su memoria, en forma, a veces, de libros m¨¢s lujosos y confusos que did¨¢cticos, y en el empe?o tambi¨¦n de ciertas exposiciones (adornadas de una documentaci¨®n seria y agudamente elaborada) como algunas de las ofrecidas por Multitud.
-?Y la propuesta de la representaci¨®n espa?ola en la Bienal de Venecia?
-De eso prefiero no hablar. Omitir la n¨®mina general de las dos generaciones frustradas por la guerra civil, y los nombres propios, entre otros, de Solana, V¨¢zquez D¨ªaz, Dal¨ª, Arteta, Bores..., -me parece tan peregrino como trazar una panor¨¢mica de la po¨¦tica de ese mismo tiempo con olvido o premeditada omisi¨®n de Garc¨ªa Lorca, Alberti, Cernuda, Guill¨¦n... Una injusticia y un disparate.
Babelia
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