Maruja Mallo: "La forma expresa el contenido de una ¨¦poca"
-Me asombraba, en mi infancia, lo inesperado, lo que se me representaba a trav¨¦s de unas enormes galer¨ªas de cristales, las ferias y mercados que llegaban de la periferia a aquella placita cercana al rosado monte del Pindo.-Despu¨¦s de La Coru?a, Madrid..
-La infancia es trascendental para la vida del hombre. Mal¨¦fica influencia la de la tradici¨®n o educaci¨®n at¨¢vica. En la Escuela de Bellas Artes de Madrid, donde ingres¨¦, conoc¨ª a Dal¨ª, que me present¨® a Lorca y a Bu?uel. Sal¨ªamos mucho juntos Dal¨ª, Lorca, Margarita Manso y yo. Ibamos al jazz, yo escondi¨¦ndome porque no hubiera estado bien visto que una se?orita frecuentara esos sitios. Recuerdo a Federico ense?¨¢ndonos los negros a trav¨¦s del pippermint. Iniciamos la moda del sinsombrerismo. Margarita y yo ten¨ªamos planeado cortarnos el pelo como si fu¨¦ramos chicos, e irnos a Silos. Recuerdo el d¨ªa en que llegu¨¦ en bicicleta hasta el altar mayor de una iglesia en Ar¨¦valo; era una misa solemne y sal¨ª con mucha calma saludando con el brazo, entre el estupor de los fieles, que me tomaron por un ¨¢ngel de Fra Ang¨¦lico.
-Tu primera exposici¨®n fue en los salones de ?Revista de Occidente?, en 1928. Ram¨®n G¨®mez de la Serna, dice: ?Aparece Maruja Mallo como una verdadera primavera nueva en el aire de Madrid, como un regalo de mayo en confundida ortograf¨ªa. ?
-La exposici¨®n fue patrocinada por Ortega. El d¨ªa de la inauguraci¨®n conoc¨ª lo m¨¢s selecto de Espa?a. Expuse diez cuadros y treinta estampas. Lo que m¨¢s me sorprende en esos momentos est¨¢ presente: la calle, lo popular. Reyes, ej¨¦rcito, clero, toreros, manolas, burgueses, soldados y ?menegildas?. Las fiestas son la afirmaci¨®n vital del pueblo, que hace parodias del orden celeste y de las jerarqu¨ªas demon¨ªacas.
-? Y las estampas?
-Ya en otros cuadros habla aeroplanos, barcos, trenes... En las estampas est¨¢n, sobre todo, la, ciudad y los maniqu¨ªes, caballeros; y damas envueltos en recetas medicinales y naftalina. Pero los maniqu¨ªes de hoy, como ya dije en una ocasi¨®n, est¨¢n ?enjaulados en las vitrinas de los escaparates, aturdidos por la velocidad, sobresaltados por las m¨¢quinas?. En mi primer viaje a New York, el gran Waldo Frank me revel¨® que muy pronto nacer¨ªa un hombre maldito, enamorado del dinero y sobresaltado por las m¨¢quinas.
Entre Madrid y Par¨ªs
-Tus conexiones con la vanguardia datan de aquellos a?os..
-Aparte de Lorca y Dal¨ª, c¨®mo no mencionar a Ram¨®n. Ram¨®n era Madrid y Madrid era Ram¨®n. En Pombo encontrabas un d¨ªa a Le Corbusier, otro a Strawinsky. Tambi¨¦n estuve en contacto con Gim¨¦nez Caballero cuando a¨²n era un combatiente de la modernidad, con su Gaceta Literaria, su cine-club, su galer¨ªa. Tambi¨¦n el c¨ªrculo de Palencia y Alberto... Recuerdo un d¨ªa magistral y mete¨®rico en que pas¨¢bamos por el cerro cuando se desencaden¨® una tormenta estallante con lluvia torrencial, rel¨¢mpagos y truenos. Unos campesinos, a lo lejos, nos gritaron: ??Arr¨®jense al suelo!?, y Alberto les contest¨®: ? ?No nos alcanzar¨¢n los rayos porque somos inmortales!?. Tambi¨¦n recuerdo a los campesinos, abrasados, vi¨¦ndonos pasar a m¨ª y a Palencia a quien le encantaban las tres de la tarde: en agosto: ??A d¨®nde van con esa solana??. En fin, c¨®mo no mencionar a Torres Garc¨ªa, luchador heroico, como el tambi¨¦n uruguayo Rafael Barradas, al que tanto admiraban los chicos, especialmente Dal¨ª.
-Tus relaciones en Francia iban por otros derroteros..
-Fui a Par¨ªs con una pensi¨®n de la Junta de Ampliaci¨®n de Estudios y all¨ª conoc¨ª a los surrealistas. Andr¨¦ Bret¨®n me compr¨® Espantap¨¢jaros. A Eluard le hubiera gustado comprar Grajo y excrementos, me dec¨ªa con melancol¨ªa: ?Cet oiseau c'est une merveille, mais il n'y a pas d'argent?. Fui por el caf¨¦ de la Place Blanche, que entonces frecuentaban. Paul Rosemberg quiso firmarme un contrato, pero con la esperanza de la Rep¨²blica en marcha, regres¨¦ a Madrid.
La serie que expuse en la Galerie Pierre, en 1932, lleva por t¨ªtulo Cloacas y campanarios. Animales, vegetales, mineras, utensilios representados en claroscuro. Huellas, f¨®siles, despojos, todo como en los vertederos contemplados por los arrabales de Madrid. ?Las sotanas patean los techos moribundos, rodeadas de calaveras de burros. ? Tambi¨¦n tengo fotos m¨ªas en aquel momento, donde aparezco rodeada de emblemas como la cruz o la calavera de burro.
-Tu tercera exposici¨®n la celebras en 1936. La organiza ADLAN, en el Centro de la Construcci¨®n de Madrid.
-La organizaron Blanco Soler, Angel Ferrant y Guillermo de Torre. ADLAN, de Madrid, s¨®lo lleg¨® a organizar tres exposiciones: Picasso, Alberto y yo. Era un poco su opuesto: en lugar del ataque expresionista al mundo exterior, la edificaci¨®n de un mundo nuevo, constru¨ªdo, esperanzado. Hab¨ªa ? arquitecturas ?, dibujos, cer¨¢micas, decorados de teatro y el mura Sorpresa del trigo.
-Hablemos de los decorados teatrales.
-Utilizaba elementos naturales: serr¨ªn, fragmentos de madera, corcho, paja, esparto, lana. Arquitecturas o edificios inventados que se mover¨ªan en el espacio introduciendo en su interior el cuerpo humano. Todo esto proyectado con Rodolfo Halffier para el Clavile?o, de Cervantes; pero el exterminio total de la guerra lo evit¨®.
La noble Rep¨²blica
-Tal vez el cuadro m¨¢s signfficativo de tusbbra de 1936 sea ?Sorpresa del trigo ?.
-El 1.? de mayo de 1936 con templ¨¢bamos desde Col¨®n la manifestaci¨®n popular. Viendo pasar un cortejo de notables, me di cuenta de que si la Rep¨²blica depend¨ªa de esos hombres, por honrados que fueran, no ten¨ªa nada que hacer. En cambio, las agrupaciones proletarias marchaban con una im presionante decisi¨®n. De repente apareci¨® un brazo sosteniendo, como en consagraci¨®n eucar¨ªstica, una desmesurada barra de pan. De ah¨ª sale el cuadro. En relaci¨®n al mismo tema, nos fuimos Miguel Hern¨¢ndez y yo a recorrer un camino de la zona triguera, entre Perales y Morata de Taju?a. Era magn¨ªfico el rito p¨¢nico de las eras en verano. Hoz, trigo, hombre, sumergidos en oro y rojo. De esa Castilla la Nueva, tan distinta de la siniestra Castilla la Vieja, surgi¨® El canto de las espigas, que pint¨¦ en Buenos Aires.
-?Cu¨¢l era tu actitud hacia la Rep¨²blica?
-La noble Rep¨²blica fundada por prohombres de aquella hora, y que tanto hizo por la cultura, el arte, la ciencia, la justicia social, hab¨ªa nacido en un momento anacr¨®nico y desarmada, mientras a nivel mundial se preparaban mayores conflictos. Ese conjunto de humanistas fue atropellado por traici¨®n cainista y poderes extranjeros, ante la indiferencia de una Europa que no cre¨ªa disfrutar tan pronto de una guerra.
La guerra civil fue como todas: la criminalidad cainita provocada por el capitalismo internacional. -?C¨®mo evocar¨ªas Am¨¦rica del Sur?
-En primer lugar, hay que agradecer a estos pa¨ªses lo bien que nos recibieron. Nos consideraron europeos y ocupamos una situaci¨®n superior a la que conoc¨ªamos en Espa?a. Luego est¨¢ la realidad f¨ªsica. Nunca antes me hab¨ªa sorprendido tanto la geograf¨ªa, salvo, tal vez, en Canarias. Recuerdo mi asombro ante la Isla de Pascua, a donde fui con Neruda. Quinientos gigantes, p¨¢jaros/hombres que contemplan el cielo, pueblan la isla. O Vi?a del Mar, a donde me invit¨® el presidente Aguirre Vargas, a quien le coment¨¦, tras ver Magallanes y la costa volc¨¢nica, que deb¨ªan cambiar el nombre del Pac¨ªfico. O la cumbre del Corcovado, en Brasil, con la bah¨ªa y los archipi¨¦lagos de Petr¨®polis y Teres¨®polis... y el Carnaval.
El exilio y otros lances
-? Y el exilio?
-Mi itinerario empez¨® en Lisboa. Luego me traslad¨¦ a Buenos Aires, que es para m¨ª la capital de Am¨¦rica del Sur. Per¨®n lo fastidi¨® todo. All¨ª pint¨¦ mucho y mantuve una intensa vida social, rodeada de la m¨¢xima cordialidad. -Tus primeros cuadros, tras ? El canto de las espigas?, fueron de ?gente del mar?.
-Agua, plata y azul. Red, pez, hombre. Mientras los trabajadores de la tierra son contemplativos, los del mar son m¨¢s activos. En Buenos Aires tambi¨¦n pint¨¦ las series de razas y otras.
-Vuelves a Espa?a en 1963. ?Qu¨¦ piensas de la pintura espa?ola actual?
-Dejando a un lado el reducido n¨²mero de los creadores respetables, creo en la existencia de un estilo franquista con sus ansias comerciales y de copia. Hay una nueva picaresca filial de la jodida m¨ªstica. Los copistas y estafadores acaban en su suicidio.
-?Qu¨¦ crees se puede hacer hoy?
-El artista completo es un intelectual. A una humanidad nueva corresponde un arte nuevo con sus nuevos mitos creadores. Sin mitos no existir¨ªa el universo; lo mejor de los hombres son los dioses. En cuanto a Espa?a, despu¨¦s de cua-
Maruja Mallo: "La forma expresa el contenido de una ¨¦poca"
renta a?os de exterminio, de destrucci¨®n total, creo que la ¨²nica soluci¨®n es el orden y la reconstrucci¨®n. Deshechos los partidos, atropellados los hogares y la palabra, origen de nuestra civilizaci¨®n, son la base para la edificaci¨®n de un mundo nuevo, la comunicaci¨®n y el di¨¢logo. Creo firmemente en parte de la juventud actual incorporada a la civilizaci¨®n europea.En cuanto al arte, la forma por s¨ª sola expresa el contenido de una ¨¦poca y denuncia la psicolog¨ªa de las ¨¦pocas. En la pintura espa?ola, El Greco es el sabio; Vel¨¢zquez, el t¨¦cnico; Goya, el hombre. En cada uno de ellos aparece Espa?a y sus conflictos; del mismo modo, Solana, bandera de Espa?a, sarcasmo de su hampa social, o Picasso, escudo mundial.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.