En La Mina, un partido de colegio

El f¨²tbol, como espect¨¢culo que es, est¨¢ basado y debe su actual auge a un gran n¨²mero de personas, muchas de ellas trabajadoras, que depositan semanalmente una nada despreciable cantidad de dinero por disfrutar de las ?art¨ªsticas? evoluciones que veintid¨®s se?ores debieran realizar sobre el terreno de juego. Esto, por lo visto, est¨¢ claro; por lo menos a la hora de pasar por taquilla donde la cuant¨ªa del desembolso ( 175 pesetas cuesta ver de pie al Carabanchel), nos hace pensar en un buen espect¨¢culo.Intentar decir que el domingo por la ma?ana hubo un partido de f¨²tbol en el campo de La Mina es una exageraci¨®n. Una exageraci¨®n si entendemos por jugar al f¨²tbol que- unos jugadores lleven el bal¨®n hacia la puerta contraria mediante evoluciones m¨¢s o menos ordenadas.. Desde luego eso no sucedi¨® en,tre el Carabanch.el y el Moscard¨®. Mal, muy mal andan los dos equipos. El Carabanchel, eri su terreno suele ganar, aunque con muchos apuros. Le va a ser dif¨ªcil, adem¨¢s, encontrar cuadros que ofrezcan una endeblez en todas sus l¨ªneas tan patente como el Moscard¨®. Desconcertados y sin orden jugaron los dos equipos durante los noventa minutos y esto es m¨¢s inexplicable en el Carabanchelque -tuvo la fortuna de conseguir su primel- gol, nada rfi¨¢s comenzar el encuentro. Eso es todo lo que puede dar de s¨ª la cr¨®nica; por haber, hubo, bien es cierto, dos goles m¨¢s, ambos de penalti, que si no, ni eso.