?Qu¨¦ ha sido del "libro-blanco"?
La reciente remoci¨®n de altos cargos del Ministerio de Trabajo ha puesto sobre el tapete uno de los temas con que, de una u otra forma, m¨¢s, tarde o m¨¢s temprano, ten¨ªa que encararse el pa¨ªs: la Seguridad Social.Tres son las l¨ªneas en que la Seguridad Social se ha venido moviendo en los ¨²ltimos meses. Por parte del Poder hab¨ªa, y hay la promesa, a¨²n no cumplida, de elaborar y publicar un libro blanco de la Seguridad Social. Por parte de los empresarios hemos asistido, a una campa?a de severas cr¨ªticas a la pol¨ªtica de financiaci¨®n seguida por la Seguridad Social, en tanto que los trabajadores han centrado sus cr¨ªticas en la insuficiencia de las prestaciones econ¨®micas (desempleo y pensiones especialmente), y en la baja calidad de la asistencia sanitaria ambulatoria en las ¨¢reas a las que la Seguridad Social ha llegado.
El libro blanco fue prometido en febrero de 1976, por el entonces ministro de Trabajo, Jos¨¦ Sol¨ªs, que encarg¨® la labor de coordinaci¨®n al Instituto de Estudios Laborales.
Te¨®ricamente el libro blanco deber¨ªa servir para poder conocer el aut¨¦ntico cuadro de situaci¨®n de la Seguridad Social. Un trabajo de tal envergadura y naturaleza debe servir, de estar bien elaborado, para detectar los problemas de la Seguridad Social, para diagnosticar las enfermedades de un anquilosado monstruo de cientos de cabezas, y, a partir de ah¨ª, para proponer soluciones.
De acuerdo con lo dicho, el libro blanco de la Seguridad Social deb¨ªa ser el punto de partida de una reforma de la Seguridad Social, de un total replanteamiento de la financiaci¨®n, de la gesti¨®n, de la prestaciones y, por supuesto, del control, hoy inexistente, de la Seguridad Social.
Estas finalidades, a las que te¨®ricamente debe responder el libro blanco, estaban, sin embargo, hipotecadas por la propia naturaleza del proceso de elaboraci¨®n del libro, ya que para ello no se ha contado ni con la opini¨®n de los trabajadores asegurados, ni con la opini¨®n de los beneficiarios, ni con la de los empresarios, ni con la opini¨®n de los miles de personas que como administrativos, t¨¦cnicos, sanitarios, etc¨¦tera, trabajan en las entidades gestoras de la Seguridad Social.
Ni que decir tiene que tampoco han tenido oportunidad de dar sus opiniones al respecto instituciones de progresiva implantaci¨®n en nuestra vida social, como las asociaciones de vecinos, que, como nadie, conocen las insuficiencias de la infraestructura sanitaria de la Seguridad Social.
Pero a¨²n ha habido m¨¢s ausentes del proceso de elaboraci¨®n del libro blanco de la Seguridad Social. Me refiero concretamente a los a sindicatos obreros, cuyas opiniones no aparecer¨¢n recogidas en las 1.800 p¨¢ginas del libro blanco, tal vez porque su condici¨®n de ilegales era motivo m¨¢s que suficiente para que los pusil¨¢nimes legales no les escucharan. Tal marginaci¨®n no supone, sin embargo, que el sindicalismo democr¨¢tico haya permanecido al margen del an¨¢lisis de la Seguridad Social y de sus problemas, como lo prueba que en septiembre pasado la Coordinadora de Organizaciones Sindicales incluyera en su plataforma reivindicativa un punto, el n¨²mero veinte, en el que CCOO, UGT y USO piden: Residencias con todos los servicios para cada zona, unidades hospitalarias en cada barrio o demarcac¨ª¨®n; control de los fondos de la Seguridad Social y Mutualidades por los trabajadores y usuarios; participaci¨®n de los profesionales de la medicina y personal sanitario; inclusi¨®n de todos los trabajadores de la industria, servicios y agricultura en la Seguridad Social, sea cual fuere su situaci¨®n laboral..
El cambio de titular en el Ministerio de Trabajo, tras el nombramiento de Adolfo Su¨¢rez como presidente del Gobierno, supuso una ratificaci¨®n, reiterada, de la vieja promesa de elaborar el libro blanco, pero no supuso una apertura de participantes en el proceso de elaboraci¨®n del libro, del que han seguido marginadas hasta el final las aut¨¦nticas fuerzas sociales.
Con todo ello, el libro blanco estaba condenado a seguir siendo lo que siempre hab¨ªa sido: una obra voluminosa, de varios tomos, hecha por respetables funcionarios y por expertos en la materia, pero, pol¨ªticamente, un trabajo autocr¨¢tico de los muchos a que estamos acostumbrados. Sin embargo, ni aun en el mencionado contexto antidemocr¨¢tico en que el libro ha sido engendrado se puede hablar de que haya existido una elaboraci¨®n coordinada. Todo indica que m¨¢s que una aut¨¦ntica direcci¨®n que m¨¢s que una real coordinaci¨®n entre los mil autores del libro, lo que se ha hecho es yuxtaponer diversos trabajos parciales, unos, buenos y otros menos buenos, desiguales en todo caso.
El lento proceso de elaboraci¨®n del libro blanco ha sido aprovechado, de una parte por los empresarios, para pedir y obtener aplazamientos en el proceso de progresiva aproximaci¨®n de las bases de cotizaci¨®n a los salarios reales, proceso iniciado en 1972, y, de otra parte, por quienes, sin dar importancia a las opiniones de los trabajadores y de los sindicatos, quieren, desde ya, por decreto-ley, cambiar lo que sus antecesores montaron durante cuarenta a?os, pretendiendo pasar a la historia como renovadores, cuando lo cierto es que, como he se?alado, para nada han contado con la opini¨®n de los 31.000.000 de espa?oles a quienes, mejor o peor, llega la Seguridad Social.
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