Revisi¨®n del plan energ¨¦tico
Tres a?os despu¨¦s de planteada la crisis, Espa?a sigue sin una pol¨ªtica energ¨¦tica eficaz. Por el contrario, este sector es hoy el m¨¢ximo desestabilizador de la econom¨ªa espa?ola tanto en t¨¦rminos de dependencia exterior como en cuanto a su creciente apelaci¨®n al mercado de capitales.Existen razones para pensar que la traslaci¨®n del coste total de la energ¨ªa no se hace por medio de una adecuada pol¨ªtica de precios, y la prueba m¨¢s concluyente ha sido la ¨²ltima elevaci¨®n de precios de la electricidad que se ha traducido en el m¨¢ximo crecimiento mensual de la demanda desde la crisis (+ 10,73 % en noviembre 1976 sobre 1975). En estos momentos se propugna un ?racionamiento? de la energ¨ªa bloqueando los topes de consumo, medida que dar¨ªa mayor rigidez a¨²n al sistema econ¨®mico ya que se consolidan altos consumos a precios relativos muy favorables. De esta forma, seguiremos alcanzando producciones y exportaciones muy intensivas en energ¨ªa que har¨¢n cada vez m¨¢s insostenible nuestra dependencia exterior.
Frente a esta situaci¨®n, que puede calificarse, sin ser alarmista, de econ¨®micamente grave, se insiste en la pol¨ªtica energ¨¦tica seguida hasta ahora y cuyos resultados est¨¢n a la vista. Se intenta seguir el Plan Energ¨¦tico, la misma estructura de aprovisionamiento y con un sector p¨²blico falto de orientaci¨®n clara en cuanto a su papel futuro. Sobre estos aspectos giran las observaciones que siguen.
El Plan Energ¨¦tico Nacional (PEN) est¨¢ pr¨®ximo a cumplir los dos a?os desde su aprobaci¨®n. Constituy¨®, en su d¨ªa, la alternativa defendida por la Administraci¨®n para, la evoluci¨®n del sector energ¨¦tico aunque no ha resultado viable. Los acontecimientos mundiales en este sector est¨¢n en la mente de todos y sus consecuencias han alterado profundamente la estructura de las actividades con elevados consumos de la energ¨ªa.
La demanda futura
Las previsiones de demanda sobre las que se sustentaba la alternativa presentada en el PEN no se han alcanzado ni en 1974 ni en 1975. A lo largo del pasado a?o, a pesar de la situaci¨®n de casi estancamiento de la econom¨ªa espa?ola, el consumo de energ¨ªa primaria ha crecido considerablemente, lo que implica que la relaci¨®n entre PNB y la magnitud considerada por el PEN no se corresponde con la prevista. Concretamente, en 1974, el consumo de energ¨ªa primaria creci¨® alrededor del 6%; en 1975, alrededor del 0,5 % y, en los once primeros meses de 1976, un 6%. Esto indica que, dadas las circunstancias actuales del sector energ¨¦tico y de la econom¨ªa espa?ola, hay que reconsiderar la ¨®ptica bajo la que se ha venido analizando la evoluci¨®n de la demanda de productos energ¨¦ticos. En este momento, no se puede predecir con unos m¨¢rgenes de racionalidad suficiente cu¨¢l va a ser la evoluci¨®n de esta magnitud en los pr¨®ximos cinco a?os.
Es lamentable la escasez de datos estad¨ªsticos que permitan seguir la evoluci¨®n del consumo de energ¨ªa en respuesta a las distintas variables que influyen en su comportamiento. Con todo, parece observarse que en 1974 y 1975, cuando coincidieron un estancamiento de la producci¨®n y un importante alza de los precios de energ¨ªa, el consumo se detuvo; en tanto, que en 1976, en que no hubo elevaciones de precios o fueron reducidas, se registr¨® un fuerte crecimiento del consumo de energ¨ªa a pesar de que el Producto Nacional. Bruto aument¨® tambi¨¦n, en muy escasa medida. Lo anterior induce a pensar que la utilizaci¨®n de energ¨ªa responde m¨¢s a variaciones relativas de precios y rentas monetarias que a alteraciones de los vol¨²menes reales de producci¨®n. Si esta hip¨®tesis se confirmase, el abaratamiento de la energ¨ªa en relaci¨®n con los restantes precios habr¨ªa estimulado el incremento de su consumo respecto al del PNB.
De cualquier forma, las incertidumbres sobre el comportamiento de la demanda de energ¨ªa condicionan la pol¨ªtica a seguir, que no puede tener como objetivo exclusivo asegurar el abastecimiento que el consumo exige, ya que ni se sabe cu¨¢l va a ser dicho consumo ni puede permitirse que evolucione m¨¢s all¨¢ de ciertos l¨ªmites.
Como consecuencia de esta situaci¨®n, y para elaborar una nueva pol¨ªtica, una de las primeras cosas a revisar deber¨¢ ser la relaci¨®n ya citada entre el crecimiento del consumo energ¨¦tico, y el del PNB. Seg¨²n el PEN, dicha relaci¨®n se establec¨ªa en 1,3. Para un futuro pr¨®ximo no s¨®lo habr¨¢ que reconsiderar la cifra en s¨ª, sino lo que es m¨¢s importante, el mismo concepto. Hasta ahora se trataba de saber cu¨¢nto crecer¨ªa la demanda energ¨¦tica aceptando un cierto aumento del PNB; en la actual situaci¨®n parece m¨¢s correcto decir cu¨¢l es el m¨¢ximo crecimiento posible del consumo energ¨¦tico que no represente un obst¨¢culo para el aumento del PNB. Dada la capacidad de financiaci¨®n externa de nuestra econom¨ªa y los resultados de la balanza de pagos, no es realista estar a la espera del crecimiento del consumo energ¨¦tico que pueda producirse, o incluso desear que sea tan alto como el previsto en el PEN para lograr su cumplimiento.
Si se aceptara la hip¨®tesis de que las inversiones previstas en el PEN van a realizarse -a¨²n con el retraso impuesto por el comportamiento del sector durante 1974 y 1975- ser¨ªa necesario plantearse ?c¨®mo? financiarlas. El grueso de dichas inversiones estaba destinado a la construcci¨®n de centrales nucleares. Sin embargo, la firma de la Acci¨®n Concertada con estas empresas para una gran parte del plan de inversiones indica que tanto la Administraci¨®n, como ellas mismas han aceptado que sin una colaboraci¨®n de la financiaci¨®n p¨²blica las inversiones previstas no podr¨¢n efectuarse.
Las cifras aprobadas en las Acciones Concertadas no encajan dentro del Presupuesto del Estado, ni en las sumas disponibles para Cr¨¦dito Oficial. Reproducir el sistema de financiaci¨®n que tradicionalmente asume el sector el¨¦ctrico en Espa?a -20% recursos internos, 35% emisiones de capital y 45% emisiones de obligaciones- supone crear una tensi¨®n creciente a todo el mercado de capitales cuyo desenlace final es la desestabilizaci¨®n monetaria. Por otra parte, el recurso masivo a la financiaci¨®n extranjera se mueve en unos l¨ªmites cada vez m¨¢s estrechos, dado el d¨¦ficit de la balanza de pagos y el alto nivel de endeudamiento exterior.
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