Dimensiones pol¨ªtica y sindical
La reforma de cualquier parcela importante de la vida social, y la Seguridad Social lo es por el volumen de recursos que maneja, por las 250.000 personas que emplea y por los 31 millones de espa?oles a que llega, para ser una reforma seria, debe ser, ante todo, una reforma congruente con las demandas de las capas sociales a las que la reforma afecte, y, adem¨¢s, una reforma congruente con el marco pol¨ªtico que en el futuro va a regir la vida pol¨ªtica del pa¨ªs.En las actuales circunstancias de la vida espa?ola, quienes tienen la responsabilidad gubernamental de una parte del poder, por importante que sea, deben tener presente que forman parte de un Gobierno, que por estar gobernando la transici¨®n del franquismo a la pre-democracia, es un Gobierno gestor. Tal calificaci¨®n comporta que el Gobierno Su¨¢rez no debe olvidar que tiene que cambiar cuanto sea obst¨¢culo insalvable para el establecimiento de la democracia pluralista y burguesa que dice querer establecer, pero nada m¨¢s. A un Gobierno gestor del presente, por importante que sea ese presente, no puede admit¨ªrsele veleidades de futuro, pues el futuro no se sabe a¨²n de quien es.
Rebasar el l¨ªmite de los cambios necesarios e ineludibles, y entrar en el ¨¢rea de lo que corresponde cambiar a quienes ganen las pr¨®ximas elecciones generales, es hipotecar el futuro trabajo pol¨ªtico del Gobierno que tengamos a partir de julio, y, por supuesto, condicionar el trabajo legislativo del Congreso de Diputados y del Senado.
La Seguridad Social pertenece a las parcelas necesitadas de reforma, pero no de una reforma parcial, por racional que sea al suprimir m¨²ltiples organismos, sino de una reforma total en la que, adem¨¢s de la gesti¨®n, que habr¨¢ que reestructurarla a fondo para simplificarla y para democratizarla haci¨¦ndola transparente, habr¨¢ que reformar el marco de la acci¨®n protectora de la Seguridad Social tanto en cuanto a las personas protegidas, que deben ser todos los espa?oles, como en cuanto a la capacidad econ¨®mica de las prestaciones, que deben ser suficientes.
Por supuesto que habr¨¢ que tocar la financiaci¨®n. Reformar el sistema financiero de la Seguridad Social pasa por una necesaria reforma fiscal que permita que el Estado sea el principal financiador del sistema. Ello comporta transformar la propia base de nuestra actual Seguridad Social que, de ser un sistema basado en las cotizaciones profesionales de empresarios y trabajadores, debe: pasar a ser, al modo anglosaj¨®n, un sistema basado en la financiaci¨®n presupuestaria.
Intentar en estos momentos reformar s¨®lo una parte del sistema de la Seguridad Social, la gesti¨®n, ser¨ªa incurrir en los mismos defectos de reformas parciales realizadas en 1963 (reforma Romeo Gorr¨ªa) y en 1972 (reforma Licinio de la Fuente). En 1963 se normaliz¨® la Seguridad Social espa?ola, se cre¨® el sistema previamente inexistente, se pas¨® de los fragmentarios seguros sociales a la Seguridad Social global, pero ni se hizo la necesaria reforma fiscal, ni se simplific¨® la gesti¨®n, con la excepci¨®n de la desaparici¨®n de las compa?¨ªas privadas aseguradoras del riesgo de accidentes de trabajo.
En 1972 se puso especial ¨¦nfasis en la mejora de las prestaciones, y para ello se reorden¨® la financiaci¨®n de la Seguridad Social, a base de caminar hacia la progresiva cotizaci¨®n sobre los salarios reales, para poder mejorar prestaciones y servicios. La reforma de 1972 ha tenido, adem¨¢s de claras consecuencias inflacionistas, el negativo efecto de inhibir el empleo de una mano de obra, que cada vez era m¨¢s cara, porque las cuotas de la Seguridad Social sub¨ªan, aunque con frenazos.
No basta que una reforma parcial sea racional para que deba ir adelante. La racionalidad intr¨ªnseca a la simplificaci¨®n del aparato burocr¨¢tico de la Seguridad Social, aun siendo necesaria, no es valor absoluto y pierde sentido si se tiene en cuenta que una reforma parcial, en cuanto que olvida la reforma del todo, es una clara opci¨®n pol¨ªtica.
O mucho me equivoco, o tras la pretendida reforma de la gesti¨®n de la Seguridad Social hay toda una filosof¨ªa pol¨ªtica, en virtud de la cual, la Seguridad Social que, con sus continuos aumentos de cuotas, habr¨ªa puesto en tela de juicio la continuidad del sistema neocapitalista, tender¨ªa a plegarse a un valor que para los reformistas es superior, la propia continuidad del sistema econ¨®mico neocapitalista.
De ser cierta esta hip¨®tesis, nos encontrar¨ªamos con que la reforma de la Seguridad Social no pretender¨ªa s¨®lo la mejora de la gesti¨®n, sino tambi¨¦n la no realizaci¨®n de la reforma en profundidad que el pa¨ªs est¨¢ pidiendo a voces.
Ante esta situaci¨®n y ante el riesgo de reformar una parte para que todo siga igual, creo que debe quedar claro que ha pasado la hora de las reformas parciales, por honesta que sea personalmente la intenci¨®n de sus promotores. La reforma de la Seguridad Social, hoy y aqu¨ª, entre los espa?oles de 1977, es un tema macropol¨ªtico, un tema que no puede desconectarse de la din¨¢mica pol¨ªtica y sindical del pa¨ªs, y, por tanto, es un tema para el primer Gobierno democr¨¢tico.
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