Previsi¨®n en pol¨ªtica agraria
Durante el mes de enero la Asociaci¨®n de Econom¨ªa y Sociolog¨ªa Agraria celebr¨® sus jornadas anuales de estudio dedicadas, en esta ocasi¨®n, a la agricultura espa?ola frente a la del Mercado Com¨²n. Parece indiscutible la oportunidad de esta reuni¨®n y habr¨¢ que esperar con inter¨¦s la publicaci¨®n correspondiente a los estudios realizados.Se sabe que Espa?a va a tener que recorrer a corto o medio plazo la integraci¨®n en la Comunidad Econ¨®rnica Europea. A medida que se despejan las inc¨®gnitas pol¨ªticas -que suponen la primera, pero no la ¨²nica muralla que nos separa de la Comunidad-, se presenta con urgencia la necesidad de acoplar las instituciones, los mecanismos econ¨®micos y la mentalidad de profesionales y funcionarios espa?oles a una nueva estrategia de funcionamiento.
El sector agrario espa?ol vive esta necesidad de manera especial. La programaci¨®n de la agricultura debe reconocer ya la ignoracia absoluta en que nuestra Administraci¨®n se encuentra con respecto a los caminos m¨¢s apropiados para obtener bazas sustanciosas en las futuras negociaciones con los pol¨ªticos y los bur¨®cratas comunitarios. Lo poco que se ha hecho hasta ahora en este sentido depende mucho m¨¢s de la capacidad de improvisaci¨®n de admirables funcionarios que del apoyo con estudios rigurosos que contemplen, la realidad de la agricultura espa?ola respecto a la comunitaria y muestren cu¨¢les son las transformaciones que es necesario comenzar ya y cu¨¢les las exigencias que ser¨¢ imprescindible sostener en las futuras negociaciones para la integraci¨®n.
En lo que se refiere a las puras decisiones de producci¨®n, la falta de previsi¨®n es a¨²n -si cabe, m¨¢s dram¨¢tica. Ah¨ª est¨¢ para demostrar lo la enorme inversi¨®n que su ponen las obras del trasvase Tajo-Segura sin que, hasta la fecha, se haya planteado claramente el tipo de producciones que se puede fomentar en las tierras de nueva irrigaci¨®n de acuerdo con la perspectiva de integraci¨®n en la Comunidad. No es posible pretender que los cultivos que vayan a implantarse en la zona amorticen en un plazo razonable los elevad¨ªsimos costes en los que incurre el proyecto y, por tanto, los criterios de elecci¨®n de producciones a fomentar no pueden ser otros que los de la mejora del d¨¦ficit exterior agrario y la perspectiva de integraci¨®n europea.
En primer lugar, parece evidente que deber¨¢ cultivarse ma¨ªz. Existe demanda insatisfecha de este producto tanto en Espa?a como en el resto de Europa, por lo que se puede paliar un problema interno sin crear ninguno exterior cara a las negociaciones con la CEE. Otro cultivo id¨®neo en la zona es el algod¨®n, producto en que la Comunidad es fuertemente deficitaria. Tambi¨¦n podr¨ªan implantarse semillas oleaginosas que se adapten a las condiciones de clima y suelo del sudeste; si no se puede cultivar soja, habr¨¢ que pensar en alg¨²n sustitutivo. En cualquier caso, no parece oportuno ampliar el cultivo de productos como frutas y hortalizas, cuyos mercados est¨¢n saturados.
Como se ve, hay posibilidades de aprovechar ¨®ptimamente las nuevas oportunidades productivas que esta obra fara¨®nica va a proporcionar. Pero en ¨¦ste y en otros muchos aspectos de la pol¨ªtica agraria hay que trabajar con la suficiente perspectiva. La Administraci¨®n espa?ola tiene, o debe tener, medios materiales y humanos suficientes para dise?ar una pol¨ªtica econ¨®mica previsora; resolviendo ¨²nicamente los asuntos de cada d¨ªa surgen sorpresas desagradables. Recu¨¦rdese que cuando el Reino Unido decidi¨® integrarse en las Comunidades Europeas, toda una legi¨®n de funcionarios hab¨ªa elaborado exhaustivamente una completa estrategia para el per¨ªodo de transici¨®n en la que, por cierto, estaba incluido el aprendizaje de idiomas.
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