Prudencia en la prensa francesa ante el caso Amalrik
La actuaci¨®n del disidente sovi¨¦tico Andrei Amalrik, que culmin¨® anteayer con el asedio del palacio del El¨ªseo, ha dejado huellas en Francia. La negativa a recibirlo por parte del presidente Valery Giscard d'Estaing origin¨® ayer en toda la opini¨®n gala manifestaciones excepcionales. Salvo los extremistas de izquierda y de derecha, que criticaron abiertamente la actitud del jefe del Estado, el resto de los comentaristas, aun sinti¨¦ndose molestos, intentaron explicar la dif¨ªcil conciliaci¨®n entre la moral y la eficacia pol¨ªtica.
El se?or Amalrik anunci¨® que pedir¨ªa autorizaci¨®n al Gobierno yugoslavo para asistir a la conferencia de Belgrado, que se celebrar¨¢ a mediados de junio, y tratar¨¢ sobre la aplicaci¨®n de los acuerdos de Helsinki. Tambi¨¦n revel¨® que hab¨ªa pedido el visado para visitar China, con objeto de enterarse, personalmente, de lo que ocurre en la Rep¨²blica Popular. Amalrik se refiri¨® a los pr¨®ximos Juegos Ol¨ªmpicos de 1980, en Mosc¨², como la gran ?ocasi¨®n que se le presentar¨¢ al mundo para presionar a las autoridades sovi¨¦ticas?.De su experiencia parisiense a favor de la aplicaci¨®n de los derechos del hombre en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, resalt¨® el comportamiento del PC franc¨¦s: felicit¨® la ?audacia del secretario general del partido, Georges March¨¢is, dialogando conmigo?, y a?adi¨® en el mismo sentido: "Me asombra comprobar que los comunistas franceses se preocupan m¨¢s que el Gobierno de la defensa de los derechos del hombre. O de lo contrario, hay que creer que Giscard tiene m¨¢s miedo a Brejnev que a Marchais.?
La prensa, en su gran mayor¨ªa, fue cr¨ªtica y, al mismo tiempo, prudente, al considerar que el problema de los disidentes de la URSS, tal como lo plante¨® el se?or Amalrik, ?es complejo?. El editorialista del independiente Le Monde compar¨® la actitud opuesta de los presidentes Carter y Giscard d'Estaing, recordando que ?cada pa¨ªs tiene sus tradiciones y su manera de afirmar sus posiciones pol¨ªticas?. A pesar de ello consider¨® ?insuficiente? la raz¨®n expuesta por la presidencia de la Rep¨²blica.
El diario L'Aurore, ultraconservador, estim¨® fastidioso que ?Carter pueda asumir riesgos que, al parecer, no puede asumir Giscard d'Estaing?. El ¨®rgano gaullista Lettre de la Nation se quej¨® de no poder manifestarse ?orgulloso? del comportamiento franc¨¦s, pero reprochaba igualmente al se?or Amalrik que hubiese declarado: ?El comportamiento de la polic¨ªa francesa conmigo ha sido comparable al de la sovi¨¦tica, aunque esta ¨²ltima es m¨¢s prudente cuando hay periodistas delante.?
En el conservador Le Figaro, el reputado comentarista Raymond Aron se pregunta si Francia no hab¨ªa actuado con ?falta de dignidad?. Al margen de la prensa izquierdista, s¨®lo Le Quolidien de Paris, independiente, cuya influencia es muy limitada, calific¨®, sin ambages, de ?odiosa hipocres¨ªa?, la actitud francesa.
Por su parte, el Partido Socialista desminti¨® que se haya negado a recibir al disidente de la URSS, recordando que Amalrik convers¨® con su primer secretario, Fran?ois Mitterrand, en diciembre ¨²ltimo. El presidente del PRP gaullista, Jacqu¨¦s Chirac, declar¨® que ?la libertad es indivisible? y que ¨¦l no estaba en el lugar del Gobierno para responder al llamamiento del se?or Amalrik. El ministro de Estado, Jean Lecanuet, anunci¨® que ?si Amalrik llama a mi puerta, lo recibir¨¦?.
Finalmente, el se?or March¨¢is, de quien el disidente afirm¨® que ?hab¨ªa sido stalinista?, consider¨® qu¨¦ tal juicio era ?una pu?alada trapera?, despu¨¦s de haberse prestado al di¨¢logo con Amalrik.
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