La "socialdemocracia" y el PSOE
En los ¨²ltimos tiempos se habla y se escribe mucho sobre la ?socialdemocracia?. Los grupos que se autodenominan ?socialdem¨®cratas? son numerosos, pero la socialdemocracia, en el sentido que este t¨¦rmino tiene en Europa, brilla por su ausencia. En estas semanas se ha anunciado a bombo y platillo la formaci¨®n de un grupo selecto -un think-tank, a la espa?ola, que estar¨ªa al servicio de una operaci¨®n pol¨ªtica de altos vuelos, promovida por el m¨¢s ?brillante? de los grupos ?socialdem¨®cratas?. Se trata del grupo integrado en el Centro Democr¨¢tico. La operaci¨®n pol¨ªtica consiste en reequilibrar hacia la izquierda -por supuesto, sin comillas- el grupo que naci¨® bajo el amparo del Partido Popular.El punto fundamental de la operaci¨®n ?socialdem¨®crata? parte de la hip¨®tesis, relativamente razonable, de que como resultado de la imagen izquierdista y ?arcaica? que presenta el PSOE, los resultados electorales de este partido ser¨¢n catastr¨®ficos. Entonces, los restos del desmantelado PSOE ser¨ªan acogidos por los ?socialdem¨®cratas? del Centro Democr¨¢tico para formar lo que podr¨ªamos llamar, y tal vez se llame, el ?Partido Socialista (reconstituido)?. Esta es, en s¨ªntesis, la brillante operaci¨®n montada por el grupo ?socialdem¨®crata? que forma parte del Centro Democr¨¢tico.
Ahora bien, la socialdemocracia es la expresi¨®n pol¨ªtica concreta, en las sociedades industriales de occidente, de grupos pol¨ªticos que nacen en el seno de la tradici¨®n socialista y que encuentran sus ra¨ªces en el ansia de libertad y de justicia de amplias capas de la sociedad.
En las democracia industriales de Occidente los partidos que representan la tradici¨®n socialista son socialdem¨®cratas porque en nuestros d¨ªas los partidos no pueden ser grupos testimoniales. En tal situaci¨®n el dogmatismo y las grandes recetas historicistas no tienen validez. No se trata de un problema te¨®rico y de resucitar est¨¦riles e in¨²tiles pol¨¦micas del pasado entre el marxismo y el revisionismo. Es una cuesti¨®n de praxis pol¨ªtica. Los grupos pol¨ªticos que asumen la tradici¨®n socialista en Occidente son socialdem¨®cratas. Independientemente de su origen, e incluso cuando por razones t¨¢cticas o electorales niegan ser soci¨¢ldem¨®cratas. El Partido Socialista Alem¨¢n tiene claros or¨ªgenes marxistas y revolucionarios y pas¨® a ser formalmente- socialdem¨®crata despu¨¦s de los desastres electorales sufridos bajo la direcci¨®n pat¨¦tica y heroica de Kurt Schumacher. El Partido Laborista, si bien representa la tradici¨®n socialista de los ?socialistas ricardianos?, nunca fue marxista. Los or¨ªgenes del socialismo franc¨¦s son marxistas y humanistas-Guesdes y Jaur¨¦s-, pero el actual Partido Socialista franc¨¦s, pese a negar la etiqueta socialdem¨®crata, tiene las mismas clientelas electorales que los partidos socialdem¨®cratas de la Europa industrial, y cuando se trata de temas concretos dice las mismas cosas.
Parece aceptable decir despu¨¦s de lo expuesto anteriormente que la socialdemocracia es el socialismo -reformador y emp¨ªrico- de los pa¨ªses industriales de Occidente en esta etapa hist¨®rica. Indudablemente, su origen, su tradici¨®n y sus esperanzas est¨¢n en el movimiento socialista y no fuera de ¨¦l y menos contra ¨¦l. Desde este punto de vista resulta razonable afirmar que en el caso de nuestro pa¨ªs la socialdemocracia tiene su puesto y sus ra¨ªces, y lo que es m¨¢s, su futuro, en el ¨²nico partido socialista enraizado. Este partido, nos guste o no, tengamos objeciones para militar en ¨¦l o no, le sobre la E o haya que quitarle la O, es el PSOE. El primero que deber¨ªa reconocerlo as¨ª y abandonar dogmatismos y posturas excluyentes es el propio PSOE.
Parece que ha llegado el momento de examinar la hip¨®tesis b¨¢sica sobre la que descansa la operaci¨®n ?socialdem¨®crata?. Seg¨²n ¨¦sta, el PSOE sufrir¨¢ en las pr¨®ximas elecciones un serio rev¨¦s como resultado de la imagen negativa que presente actualmente el PSOE. La hip¨®tesis de partida, desgraciadamente, parece probable. Ahora bien, la negativa imagen, desde el punto de vista electoral, es, en parte, comprensible. Las circunstancias han convertido al PSOE en un partido de aluvi¨®n. En parte, la situaci¨®n se explica tambi¨¦n por un error pol¨ªtico t¨¢ctico. Por miedo a perder militantes a su izquierda se ha deteriorado la imagen electoral del PSOE. En esta etapa de la vida espa?ola las clientelas naturales del PSOE est¨¢n a su derecha y no a su izquierda. Las clientelas potenciales del PSOE son interclasistas.
Por si algo faltaba, la situaci¨®n se ha complicado en la toma de posici¨®n respecto a los comunistas. El complejo comunista ha llevado al intento disparatado de querer restar votos a los comunistas. Esta postura no es una actitud adulta respecto al PCE. De los comunistas no hay que ocuparse. Ellos se ocupan con responsabilidad de sus propios asuntos.
Por otra parte, ha sido lamentable la imagen que se ha creado en torno al PSOE. Aunque las declaraciones, art¨ªculos y discursos de Felipe Gonz¨¢lez, Enrique M¨²gica, Luis Y¨¢?ez, Nicol¨¢s Redondo, etc¨¦tera, eran moderadas, la imagen del PSOE como partido ha estado determinada por las declaraciones incesantes y fren¨¦ticas de los espont¨¢neos que confund¨ªan la utop¨ªa verbal con la propaganda pol¨ªtica. Un buen d¨ªa, en una revista de gran difusi¨®n pod¨ªa leerse que la socialdemocracia no era el socialismo y que reclamar un puesto para, la socialdemocracia en el PSOE era peligroso. Otro d¨ªa, el espa?ol que le¨ªa los peri¨®dicos se enteraba que el PSOE era ?republicano y marxista no reformista?, lo cual quiere decir que el PSOE es un partido ? revolucionario ?, cosa que no es. Conforme aumentaba el nivel cultural del auditorio, aumentaba el confusionismo. Despu¨¦s de serios y profundos an¨¢lisis ?marxistas?, se anunciaba la desaparici¨®n de la familia y el matrimonio; unos d¨ªas despu¨¦s, alg¨²n iluminado, a?orando, sin duda, el milenio cristiano en el que durante tiempo so?¨®, daba algunos apuntes sobre un milenio nuevo y secular.
Afortunadamente, parece que este per¨ªodo de ?enfermedad infantil? ha terminado y que los di rigentes del PSOE se han dado cuenta o empiezan a darse cuenta de que es necesaria una rectificaci¨®n. El PSOE no puede ser un partido de militantes testimoniales dispuesto al lirismo revolucionario permanente. A nivel individual, estos hombres honestos y atractivos pueden ser, tal vez, ?Ia sal del socialismo? como llama Duverger a los izquierdistas franceses. A nivel pol¨ªtico y cara a unas elecciones en las que va a votar un pueblo que aspira a la democracia, pero que ha sido privado durante cuarenta a?os de cualquier tipo de educaci¨®n pol¨ªtica los espont¨¢neos y los cient¨ªficos ?marxistas? son pe ligros¨ªsimos y pueden barrer del mapa pol¨ªtico del pa¨ªs el ¨²nico partido que tiene sus ra¨ªces en un pasado que, pese a todo, es glorioso. El futuro electoral del PSOE y su reimplantaci¨®n hist¨®rica como un gran partido implica la socialdemocracia. Ahora bien, el camino es dif¨ªcil y est¨¢ lleno de trampas internas y externas. La ¨²ltima -y se trata de una trampa externa- ha sido la legalizaci¨®n de los hist¨®ricos coincidiendo con el anuncio del llamado Partido Institucional. La operaci¨®n est¨¢ destinada, como acertadamente ha se?alado Enrique M¨²gica, a situar a la izquierda en un ghetto. La intenci¨®n de la maniobra -la trampa tendida al PSOE- la refleja claramente la nota informativa del bolet¨ªn de Europa Press que afirma que ?en estos momentos viene bien al PSOE esta nueva postura radical, de cara a su base y con vistas alas pr¨®ximas elecciones?. Es exactamente lo contrario. En realidad, se trata de una amplia y ambiciosa operaci¨®n, de algunos miembros del Gobierno, que trasciende el puro oportunismo electoral. El intento de crear un Partido Institucional -gubernamental- para marginar al PSOE y situarlo pol¨ªticamente como el enemigo a abatir es una operaci¨®n peligros¨ªsima, no tanto para el PSOE como para el futuro de mocr¨¢tico de nuestro pa¨ªs. Significa reimplantar de nuevo la siniestra dial¨¦ctica amigo-enemigo y, aunque pueda ser un buen instrumento al servicio de los intereses de alg¨²n grupo del Gobierno, va contra los intereses de la Corona. La Corona en este momento es tal vez el ¨²nico motor y la ¨²nica esperanza, a nivel del Estado, del restablecimiento de la democracia en nuestro pa¨ªs. Esto implica la integraci¨®n del socialismo en la legalidad de mocr¨¢tica futura que la Corona ha prometido y representa. Nohay que olvidar que la tradici¨®n republicana del PSOE -y de Catalu?a- m¨¢s que una opci¨®n libre fue el resultado, de los errores de la Corona en el pasado. La Corona tiene una nueva oportunidad hist¨®rica respecto a estas dos cuestiones y tiene que jugarla a fondo. En ello est¨¢ su consolidaci¨®n y el futuro de la democracia espa?ola en nuestros d¨ªas.
Como dijo Enrique M¨²gica en su declaraci¨®n al abandonar en nombre del PSOE la Comisi¨®n Negociadora, ?habr¨ªa que recordar al Gobierno que cuando reinaba el abuelo del actual monarca, las fuerzas dominantes no quisieron o no pudieron integrar en el panorama pol¨ªtico espa?ol a la izquierda y a las nacionalidades. Las consecuencias de aquello son de todos conocidas?. Esta es una declaraci¨®n important¨ªsima, puesto que implica el deseo del PSOE de apoyar a la Corona en el proceso democratizador. Esto no ha sido comentado por nadie y el se?or Ruiz Gallard¨®n no s¨®lo ha silenciado esta importante declaraci¨®n, sino que, adem¨¢s, afirma en ABC que el PSOE se atribuye ?la facultad de descalificaci¨®n de la instituci¨®n mon¨¢rquica?.
Todo lo anterior pone de manifiesto la dif¨ªcil situaci¨®n presente y los obst¨¢culos -internos y externos- que encontrar¨¢ el PSOE antes de poder llegar a ser el cauce a trav¨¦s del cual se ex presen las corrientes socialdem¨®cratas honestas del pa¨ªs. El problema se complica ya que, en realidad, nunca ha existido una tradici¨®n socialdem¨®crata en el PSOE. Bien es verdad que tampoco ha existido otro tipo de tradici¨®n. El PSOE cuenta con una larga historia de luchas y testimonios individuales y colectivos, pero no puede hablarse de una, tradici¨®n socialista espa?ola con creta. Estos m¨²ltiples testimonios son la historia del socialismo espa?ol. Pero el PSOE tiene que dejar de ser un grupo testimonial m¨¢s o menos numeroso para llegar a ser un partido pol¨ªtico moderno: una m¨¢quina electoral preparada, para la lucha democr¨¢tica, para la conquista del poder pol¨ªtico, condici¨®n necesaria para sentar las bases del futuro del pa¨ªs. Pero la lucha electoral no implica s¨®lo la existencia de una m¨¢quina electoral eficiente. Se necesita, y m¨¢s ahora como resultados de los errores del pasado reciente, un partido que presente una imagen atractiva y responsable, que tenga credibilidad ante el electorado.
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