Conciertos de Bitteti y de la Orquesta Filarm¨®nica de Varsovia
Madrid atraviesa por estas fechas unos d¨ªas de m¨¢xima intensidad musical. Tres y cuatro convocatorias de inter¨¦s coinciden a la misma hora.Entre ellas, cabe destacar el recital del guitarrista argentino Ernesto Bitetti, organizado por ADAMUM en el Real. Una vez m¨¢s este m¨²sico hizo gala de t¨¦cnica y sensibilidad a lo largo de un programa que inclu¨ªa obras de Gaspar Sanz, Bach, Sor, Tom¨¢s Marco, Villalobos, Alb¨¦niz, Piazzola y Brouwer. Entre todas ellas se puede destacar las dificil¨ªsimas Variaciones sobre un tema de Mozart, de Sor, tocadas con gran pulcritud, o el muy sugerente Paisaje grana, de Marco. Es Bitetti int¨¦rprete delicado, detallista, sensible; su sonido antes que en¨¦rgico o grande es rico en matices y timbres. Todo ello es bueno, pero a veces se echa en falta potencia, energ¨ªa, visi¨®n de conjunto: Bitetti puede muy bien permitirse el lujo de perder una cierta dosis de preciosismo. El p¨²blico, tan poco numeroso como entusiasta aplaudi¨® muy calurosamente hasta el punto de que el solista tuvo que regalar dos propinas.
Erenesto Bitetti, guitarra
Obras de Sanz, Bach, Sor, Marco, Villalobos, Alb¨¦niz,Piazzola, BrouwerOrquesta Filarmonica de Varsovia W. Rowicki, director K. Kulka, viol¨ªn Obras de Lutoslawski, Prokofieff y Rimsky-Korsakov Teatro Real. D¨ªas 28 y 2
El mi¨¦rcoles, el concierto de la Filarm¨®nica de Varsovia, dirigida por Witold Rowicki. En primer lugar la obra de Lutoslawsky Libro para orquesta, p¨¢gina de escritura avanzada, pero lejos de la vanguardia (est¨¢ escrita hace diez a?os). Se caracteriza por la claridad de la escritura, por el tratamiento perfecto de la materia sonora, por el gran sentido orquestal (as¨ª, el empleo del metal, de la percusi¨®n), por la creaci¨®n de ambientes t¨ªmbricos.
Junto a esto, la ausencia de motivos mel¨®dicos o r¨ªtmicos, la reiteraci¨®n de algunos dise?os, la estructura poco cerrada, que parece basarse en la yuxtaposici¨®n de bloques sonoros, hacen de Libro para orquesta una obra poco atractiva. Despu¨¦s, el Primer concierto para viol¨ªn de Prokofieff, en el que el famoso violinista Konstanty Kulka demostr¨® su enorme t¨¦cnica y virtuosismo, su sonido grande, caliente, hermoso y su buena musicalidad. Este concierto, con su curiosa disposici¨®n de tiempos (lento-alegre-lento), pese a estar escrito en 1911 y ser obra por tanto juvenil, contiene rasgos del Prokofieff maduro en el l¨ªrico melodismo de los tiempos extremos, que contrastan con el car¨¢cter obsesivo, entre gracioso y angustiado, del schrsezo central. Obra interesante, con fragmentos muy bellos como el pasaje de la flauta, adornado con el dise?o virtuosista del viol¨ªn, o como el est¨¢tico final, est¨¢ todav¨ªa muy lejos, con su lirismo un tanto distante de obras posteriores como el segundo concierto para viol¨ªn. Kulka fue excelentemente acompa?ado en el dif¨ªcil cometido orquestal.
Por ¨²ltimo, la Scherazade, de Rimsky-Korsakov. Rowicki es sin duda director eficaz, de muy buena t¨¦cnica, pero su versi¨®n de esta obra estuvo falta de sensualidad, de exotismo y misterio. Es una obra a la que el impresionismo debe demasiado para ser interpretada sin una absoluta depuraci¨®n t¨ªmbrica. Hay tanto del primer Stravinski, que es dif¨ªcil escucharla sin el lirismo espont¨¢neo y poco serio de Petrouchka.
La Filarm¨®nica de Varsovia es muy buena orquesta: excelente afinaci¨®n, gran virtuosismo, solistas muy destacados (especialmente el viol¨ªn, arpa, fagot, oboe).
Su sonido, nada latino, es de calidad, salvando cierto desequilibrio en la calidad (toc¨® demasiado fuerte el metal -excelente por lo dem¨¢s-, la percusi¨®n -sobre todo caja-, el clarinete), posiblemente, debido a la falta de familiaridad del director con la ac¨²stica del Real, en que la parte posterior del escenario suena m¨¢s que la anterior. El ¨¦xito fue grande para todos.
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