Disidentes del Este...
DURANTE SU visita al Club de Prensa Extranjera de Roma, Luis Corval¨¢n, secretario general del Partido Comunista de Chile, ha opinado, con escasa fortuna, sobre la situaci¨®n pol¨ªtica en Europa oriental. Recientes a¨²n las declaraciones de Pliutch y Bukovsky y la Carta 77 de Checoslovaquia, el dirigente comunista chileno, que ha padecido en. su propia carne la dictadura pinochetista, hace el siguiente y asombroso comentario: ?En la URSS los disidentes son cuatro gatos. Si alguna vez son detenidos, ello ocurre seg¨²n la ley, guste o no guste. ?Lo que, realmente se est¨¢ produciendo en el movimiento comunista europeo es una transformaci¨®n hist¨®rica de hondo calado. No es una casualidad que su centro impulsor se halle en las sociedades industriales avanzadas. Ni tampoco que los comunistas latinoamericanos o de otras zonas del Tercer Mundo donde reina la miseria sean todav¨ªa insensibles a esa nueva visi¨®n, que pone en duda el car¨¢cter socialista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica o se?ala su progresiva degeneraci¨®n. Resulta comprensible que, quienes han sido testigos del apoyo de sucesivas Administraciones estadounidenses a los Gobiernos m¨¢s reaccionarios de sus pa¨ªses, sientan el reflejo de acercarse a la otra gran superpotencia en busca de apoyo y de omitir cualquier cr¨ªtica que pudiera enturbiar sus relaciones de amistad. Pero desde la madurez cultural, social y econ¨®mica de Europa, las cosas se contemplan de forma bien distinta.
Por un lado, cada vez es menos seguro que la rivalidad entre USA y la URSS excluya amplios acuerdos sobre el reparto del mundo en campos de influencia, o sobre la soluci¨®n de conflictos en las zonas de mayor tensi¨®n. As¨ª, incluso la liberaci¨®n de Corval¨¢n puede ser el resultado de una negociaci¨®n ruso -norteamericana como primer paso para una salida a la inviable situaci¨®n chilena. Y las perspectivas de una Europa unida y democr¨¢tica debe ser tema de honda preocupaci¨®n y temor tanto para Mosc¨² como para Washington.Por otro, los sesenta a?os transcurridos -desde 1917en espera de que la propiedad estatal de los medios de producci¨®n y el sistema de planificaci¨®n central produzca en la Uni¨®n Sovi¨¦tica el comienzo del ?reino de la libertad? han sido un plazo demasiado cargado de sangre, sudor y desilusiones, como para no decepcionar incluso a los propios comunistas. ?Los derechos humanos -ha declarado Corval¨¢n- comprenden tambi¨¦n el derecho al trabajo, a la seguridad social, al estudio, que son asegurados en los pa¨ªses socialistas y no en los capitalistas. ? S¨®lo la supina ignorancia de c¨®mo funcionan la seguridad social, la educaci¨®n p¨²blica y el seguro de desempleo en los grandes pa¨ªses industriales europeos puede justificar la parte negativa de la frase; y el recuerdo de los campos de trabajo forzoso, la utilizaci¨®n de los manicomios como c¨¢rceles y la r¨ªgida censura sobre la letra impresa, arrojan una siniestra luz sobre los logros conseguidos por los sovi¨¦ticos en los terrenos del empleo, la sanidad y la educaci¨®n.
Pero, sobre todo, lo que permanece en pie es la cuesti¨®n del poder, el derecho de los ciudadanos a elegir libremente a sus gobernantes y a controlar su gesti¨®n, y el derecho de los trabajadores a participar en las decisiones que afectan a su vida cotidiana. Tambi¨¦n en la Espa?a franquista nuestros gobernantes, en los per¨ªodos m¨¢s oscuros de represi¨®n, se jactaban de que los disidentes eran ?cuatro gatos?. Porque esos escasos animales eran los ¨²nicos que arriesgaban su vida o su libertad para ofrecer a sus atemorizados conciudadanos una alternativa de cambio. No. es de extra?ar que en reg¨ªmenes polic¨ªacos tan perfeccionados como el sovi¨¦tico, los disidentes sean poco numerosos.
Es posible que el futuro del pueblo ruso est¨¦ prefigurado por esos ?cuatro gatos? y no por la burocracia gubernamental que disfruta de todos los privilegios que niegan a su pueblo. Y tambi¨¦n saben que unas sociedades maduras como las europeas no est¨¢n dispuestas a experimentos de ingenier¨ªa social tan crueles Como ineficaces. La democracia y la libertad son los grandes valores de nuestro continente. Y los que deseen a?adir a ese legado formas de organizaci¨®n socialista, no pueden sino respetar e incluso desarrollar los mecanismos de elaboraci¨®n democr¨¢tica de las decisiones.
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