... y del Oeste
A FINALES del pasado mes de febrero, las autoridades uruguayas ordenaron la retirada de los peri¨®dicos argentinos que comentaban la decisi¨®n norteamericana de reducir la ayuda exterior a ese pa¨ªs, debido a las violaciones a los derechos humanos cometidas por su Gobierno. La iron¨ªa de la noticia est¨¢ en que la propia Argentina tambi¨¦n se halla incluida en la lista de pa¨ªses sometidos a cuarentena por la Administraci¨®n norteamericana. Aun cuando menos comentada que la actitud de Carter en apoyo de los disidentes sovi¨¦ticos, la decisi¨®n presidencial de recortar la ayuda a las dictaduras del Cono Sur hace pensar en la posibilidad del definitivo abandono de Estados Unidos de la realpolitik, que Kissinger elev¨® a la categor¨ªa de norma b¨¢sica de la diplomacia norteamericana. Sin embargo, esa perspectiva parece lejana.Durante la mayor parte del siglo XIX, la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos estuvo dominada por la tensi¨®n entre la doctrina Monroe y la filosof¨ªa expansionista, que se tradujo en el reforzamiento de los intereses americanos en el Pac¨ªfico.
Con la guerra contra Espa?a en Cuba, Estados Unidos inici¨® una nueva etapa de la pol¨ªtica exterior, que alcanz¨® su culminaci¨®n con el presidente Woodrow Wilson, a quien1os norteamericanos citan como antecedente de Carter en el campo de la pol¨ªtica exterior. El recuerdo quiz¨¢ se deba a la semejanza entre la afirmaci¨®n wilsoniana de que su Administraci¨®n buscar¨ªa m¨¢s los ?derechos humanos y la integridad nacional... que los intereses materiales? y la frase de Carter en su discurso de toma de posesi¨®n: ?Porque somos libres no podemos jam¨¢s ser indiferentes ante el destino de la libertad allende nuestras fronteras. ?
Pero el precedente tiene un valor ambiguo cuando se recuerda que fue precisamente Wilson quien consinti¨® la permanencia de los marines en Nicaragua, extendi¨® la influencia americana en Santo Domingo, e intervino en Hait¨ª, Puerto Rico, Cuba y M¨¦xico.
La segunda guerra mundial desarroll¨® a¨²n m¨¢s el intervencionismo estadounidense, basado en la contenci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y el comunismo. Foster Dulles cre¨® la doctrina de la seguridad colectiva y a su sombra florecieron innumerables programas de asistencia a ?naciones amigas?, que casi siempre resultaron ser. reg¨ªmenes dictatoriales.
La guerra de Vietnam propici¨® en Estados Unidos un examen de conciencia, cuyo resultado fue que un n¨²mero creciente de ciudadanos americanos comprendiera la imposibilidad de disociar la imagen exterior de su pa¨ªs de los valores vigentes en el interior de la Uni¨®n, al tiempo que pon¨ªa en duda la necesidad de una tutela americana a escala global. No obstante, precisamente en esa ¨¦poca, la diplomacia Kissinger llev¨® a su ¨²ltimo extremo la pol¨ªtica del pragmatismo a toda costa.
El verano pasado, el entonces candidato dem¨®crata a la presidencia prometi¨® introducir criterios morales en el terreno de la pol¨ªtica exterior. Meses m¨¢s tarde, el presidente Carter ha empezado a cumplir su promesa en el Cono Sur. Pero no hay que olvidar que el secretario de Estado, Vance, ha precisado que la protecci¨®n de los derechos humanos quedar¨¢ subordinada a los intereses estrat¨¦gicos.
Carter ha mostrado su inter¨¦s por los objetivos del movimiento de los disidentes sovi¨¦ticos y por la seguridad personal de uno de sus inspiradores. Queda por ver si estar¨¢ dispuesto a mantener su postura cuando se le hagan cr¨ªticas semejantes a Estados Unidos a la hora de apoyar otras dictaduras en las que se violan los derechos humanos.
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