El hombre, en la Soledad de las grandes ciudades
La soledad del hombre en las grandes ciudades es un viejo tema habitual del cine americano. S¨®lo es preciso recordar aquel Marty de Mann y Chayefsky, tambi¨¦n premiado en Cannes, y su gran ¨¦xito comercial, que supuso la revisi¨®n de los planteamientos comerciales en numerosas productoras de Estados Unidos.Pues este taxista mit¨®mano y sentimental, fiscal riguroso de la miseria en que se mueve y enamorado de una muchacha rubia, casta y de aspecto virginal, viene a ser pariente cercano, por no decir hermano menor, de aquel carnicero solitario enamorado de una institutriz que, a pesar de su edad y su marchita belleza, ven¨ªa a representar para ¨¦l todo cuanto en la vida se le antojaba deseable.
Taxi Driver
Gui¨®n de Paul Schrader. Musica: Bernard Hernnann. Direcci¨®n: Martin Scorsese. Int¨¦rpretes: Robert de Niro, Jodie Foster, Albert Brooks, Harvey Keitel, Cybill Shepherd. EEUU. Color. Dram¨¢tica. 1976. Local de estreno: Palacio de la M¨²sica Mola, Cartago.
Los tiempos, sin embargo, han cambiado. Los a?os cincuenta se hallan lejos ya, y el mundo en que nuestro taxista vive y trabaja ahora es un planeta de prostituci¨®n, drogas, sexo y violencia, un costa cercana y a la vez inasequible que ¨¦l observa y juzga desde detr¨¢s de sus cristales, sin llegar a formar parte nunca de ella, si no es a trav¨¦s de sus ocasionales pasajeros o las conversaciones con otros compa?eros de volante. Toda su historia es una lucha pat¨¦tica por romper esta soledad por llegar a formar parte de un mundo que supone existir¨¢ en alguna parte de la ciudad seg¨²n pregonan los discursos electorales. Cuando su intento de integraci¨®n fracasa, vuelve a otro tipo de soledad: la soledad amiga de las armas, refugio com¨²n de iconoclastas y asesinos en potencia de toda clase de h¨¦roes y mitos.
Como buen solitario, en la serie alucinada de papeles que a s¨ª mismo se atribuye no falta el habitual de fiscal y ¨¢ngel exterminador de pecadores que al final llevar¨¢ a cabo con el pretexto de salvar a una menor dedicada a la prostituci¨®n.
Realizada de modo muy brillante por Mart¨ªn Scorsese, aun que a ritmo mucho m¨¢s lento que su anterior Alicia ya no vive aqu¨ª, la interpretaci¨®n es baza fundamental en esta pel¨ªcula, destacando, sobre todos, Robert de Niro en un protagonista entre sic¨®pata y alucinado, y Jodie Foster, que ya aparec¨ªa en el anterior filme de Scorsese estrenado entre nosotros. Veterana en las dos pantallas, en la chica y la grande, con nueve filmes y dos series, su papel de prostituta en ¨¦ste provoc¨® en su d¨ªa una serie de dificultades en lo que a su edad se refiere, orilladas en parte cuando el realizador acept¨® ciertas condiciones. No desabrocharse la blusa ante los clientes, ser doblada por una hermana suya mayor en las escenas m¨¢s escabrosas y nunca aparecer haciendo el amor con ning¨²n hombre. Adem¨¢s la muchacha tuvo que ir a la consulta de un psiquiatra por si el hecho de aceptar tal papel a sus trece a?os supon¨ªa alg¨²n desequilibrio psicol¨®gico. Y, sin embargo, a pesar de su rodaje conflictivo, su realizaci¨®n excelente y sus premios numerosos, Taxi Driver ha debido pagar para su realizaci¨®n, el impuesto m¨¢s necio que el cine, desde su nacimiento, ha creado: el del final feliz. La historia en realidad termina con la masacre de la casa de citas. Devolvemos despu¨¦s al protagonista resucitado, paseando con su amor frustrado, y a la peque?a prostituta en su pueblo, dedicada a sus estudios y a la vida familiar, es algo que marca un hito en la historia de los finales comerciales, capaces de dar la medida, no de aquellos que los imponen o los crean, sino de aquellos otros que los aceptan y los premian.
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