"El diluvio que viene", gran fiesta teatral
Una delicia. Un encantador y bell¨ªsimo aparato de relojer¨ªa. Una espl¨¦ndida clase sobre qu¨¦, c¨®mo y de qu¨¦ manera se hace una comedia musical. Una fresca y clara v¨ªa de salida para el delicado tema de los grandes espect¨¢culos. Una zona en que tenemos poca suerte. Quiz¨¢ por el encerramiento tem¨¢tico, por la pobre idea sobre la esperanza del p¨²blico en lo que se le puede servir, por la timidez de los presupuestos o por lo que sea. Y llegan ahora dos muy grandes hombres de teatro -de teatro de consumo directo- italianos y colocan de pie, en el Monumental, dos horas de alegr¨ªa sencilla, de rica composici¨®n visual, de gratas sonoridades. El secreto es muy sencillo: se dialoga con encanto un tema que bordee la fantas¨ªa pura sin que quede desasido del todo de nuestra pobre tierra, se materializa sobre unos personajes de f¨¢cil y claro reconocimiento, se encarga a un buen m¨²sico que componga una partitura con posibilidades para todos, se elige un reparto simp¨¢tico, se conf¨ªa el trabajo escenogr¨¢fico a un pl¨¢stico de alta imaginaci¨®n y profundo oficio, se pide a un gran core¨®grafo que regule hasta el ¨²ltimo de los movimientos y, con todo eso, se ensaya, se afina, se, gasta, se trabaja hasta alcanzar un ritmo vivaz y ligero, se estrena cuando ya no hay fallos y a esperar el aplauso.Parece una gram¨¢tica f¨¢cil. Pero rara vez la superarnos. Por eso es de esperar que El diluvio que viene sacuda la somnolencia de nuestras gentes. Est¨¢ claro que se puede hacer. laia Fiastri, partiendo de Despu¨¦s de m¨ª, el diluvio, de David Forrest, cuenta graciosarnente la turbaci¨®n del joven curita de un pueblo que recibe la orden suprema de construir un arca para que su pueblo se salve del nuevo diluvio universal con que la humanidad va a ser sancionada. Tal arranque prolongado con las t¨ªpicas anotaciones que el neorrealismo facilit¨®, permite una encarnaci¨®n humor¨ªstica de las peque?as y grandes inquietudes humanas -el amor juvenil, la avaricia simple, el pecado directo, la integraci¨®n comunal- y descubre el tierno mundo de las lealtades, la amistad y la solidaridad. Sobre esta atm¨®sfera se instala una partitura amplia y muy completa, de tratamiento moderno y claros hallazgos mel¨®dicos. Un d¨²o juvenil arrasa las simpat¨ªas de la sala. Mar¨ªa El¨ªas y Lorenzo Valverde, Zarzo, Lia Uy¨¢ y Franz Johan ofrecen una interpretaci¨®n estilizada y transparente. Claro est¨¢ que hubo un joven h¨¦roe: Lorenzo Valverde, luminoso, simp¨¢tico, entra?able y estupendo actor y cantarte. Su alocado y encantador curita arrebat¨® literalmente al p¨²blico. Los coros y los ballets no dejaron un hueco y soldaron los bailes con una buena expresi¨®n corporal. Giulio Coltellacci cre¨® un espacio esc¨¦nico modelado escult¨®ricamente sobre limpia y desnuda madera. Y sobre todo ello flotaba la deslumbradora concepci¨®n del espect¨¢culo de Garinei y Giovannini, los dos grandes creadores teatrales de Italia, a quienes se deben ¨¦xitos permanentes por su capacidad de asumir la gran tradici¨®n europea -inglesa- del musical y su ingenio para latinizar y caldear ese mundo fr¨ªo y perfect¨ªsimo de los grandes espect¨¢culos sajones.
El diluvio que viene
de Laia Fiastri y Armando Trovaioli .Escenograf¨ªa, Giulio Coltellacci. Coreograf¨ªa: Gino Landi. Di¨¢logos espa?oles: Ram¨®n y Antonio Riba. Direcci¨®n: Garinei y Giovannini. Int¨¦rpretes: Lia Uy¨¢, Marla El¨ªas, Josefina G¨¹ell, Franz Johan, Lorenz Valverde, Manuel Zarzo, Franco Ricchio, Jos¨¦ Guardiola. Teatro Monumental.
Yo pienso que el teatro Monumental se obliga a mucho con esta arrancada valentisima. Pero pienso tambi¨¦n que la perfecci¨®n de los giratorios, la alta clase de la inegafon¨ªa, el buen equipo de luces y la competencia de su gran personal t¨¦cnico le est¨¢ indicando el papel que el teatro puede y debe asumir en la renovaci¨®n de nuestras venerables musirrevistas. El aplauso constante y el emborrachador final, que levant¨® al p¨²blico hasta integrarlo en una gran fiesta, se?alan que ah¨ª hab¨ªa, un hueco y que por ah¨ª hay un buen camino. Sucede, adem¨¢s, que este camino se recorre sin una groser¨ªa, sin una ca¨ªda banal, sin un fallo. El diluvio que viene es una fiesta teatral, constre?ida a su g¨¦nero: es superficial, es convencional, es puramente evasionista. Pero es, en todo eso, en su terreno, en su acotado campo, en su limitaci¨®n, la perfecci¨®n misma. Tiene lenguaje propio. Y los signos todos de ese lenguaje -los signos ac¨²sticos, visuales, generales o individualizados- componen un sistema teatral de singular eficacia.
La verdad es que a esto hay que llamarle creaci¨®n colectiva. Son muchos granitos de arena. Pero la gloria final pertenece, claro est¨¢, a Garinei y Giovannini. Todo ese mundo claro y, sin embargo, complejo, responde muy directamente a una idea del espect¨¢culo musical, del espect¨¢culo teatral, que no tiene desperdicio. La idea, en definitiva, viene a ser tan vieja como el teatro: la imaginaci¨®n debe rellenar ¨ªntegramente todos los puntos de un espacio esc¨¦nico. As¨ª de f¨¢cil. El equipo espa?ol -Rafael Ibarbia, Antonio y Ram¨®n Riba- tambi¨¦n lo ha entendido y mantiene ¨ªntegras las limpideces y relampagueos del original. La verdad es que hemos estado cantando muchas veces las glorias del teatro pobre y cuaresmal. Ahora hay que seguir siendo justos. Cuando se pone el mismo talento y la misma energ¨ªa en hacer un teatro rico la gran fiesta de un escenario puede convertirse en inolvidable
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