El nuevo caso de espionaje policial agita la vida pol¨ªtica alemana
Un diario suizo, el Basler Zeitung, de Basilea, resume acertadamente el nuevo esc¨¢ndalo en torno al ministro del Interior alem¨¢n con este t¨ªtulo: ?Epidemia de chinches?. Este fin de semana, todo aquel que se mueve en este pa¨ªs con una cierta responsabilidad pol¨ªtica se devana el cerebro para convencer a otros de que ni ¨¦l, ni su partido, ni el organismo oficial al que pertenece tienen que ver con la escucha de conversaciones entre detenidos y abogados, cuya inviolabilidad garantiza las leyes. La pregunta clave hoy en la Rep¨²blica Federal de Alemania es d¨®nde y qui¨¦nes han conculcado un derecho fundamental del ciudadano -ciudadano tambi¨¦n cuando est¨¢ en la c¨¢rcel- mediante la plicaci¨®n de miniesp¨ªas conocidos aqu¨ª bajo el nombrede chinches.
El Partido Liberal, al que pertenece el n¨²nistro del Interior, Maihofer, primer responsable de la operaci¨®n, junto con la canciller¨ªa, parece decidido a no crear obst¨¢culos en la coalici¨®n gubernamental por causa de este incidente.Ello puede significar, quiz¨¢, que el partido aceptar¨ªa incluso la entrega de Maihofer como v¨ªctima propiciatoria antes de que se vean envueltos en el esc¨¢ndalo desde el canciller hasta la Democracia Cristiana, provocando una desestabilizaci¨®n pol¨ªtica desde el poder de graves consecuencias. Es posible que con la dimisi¨®n del ministro se apaciguasen los ?defensores de los de derechos ciudadanos?, nada conformes con la actuaci¨®n de la polic¨ªa encargada de defender la Constituci¨®n mediante este procedimiento de dudosa calidad legal. Por lo pronto, el Colegio de Abogados considera que el Poder Ejecutivo ha violado las leyes, puesto que la escucha oficial en la prisi¨®n de Stuttgart-Stammheim y otros establecimientos penitenciarios no se hajustificado hasta ahora con ning¨²n supuesto ?grave peligro? de nuevas acciones del grupo Baadermeinhof, excepci¨®n que tambi¨¦n contempla el C¨®digo Penal. O el Gobierno demuestra a toda prisa que exist¨ªa una verdadera conspiraci¨®n de la extrema izquierda contra el pa¨ªs, cosa poco probable, o el poder habr¨¢ incurrido en inobservancia de una ley que toca muy de cerca a los derechos fundamentales del individuo.
Con esta intervenci¨®n policial se ha dotado indirectamente de nuevos impulsos a los sectores de la izquierda marginada: el lunes pr¨®ximo comenzar¨¢ una huelga de hambre generalizada en la mayor parte de las c¨¢rceles alemanas; y en las calles renacer¨¢ la solidaridad con los militantes de las organizaciones tachadas de terroristas, especialmente con aquellos que esperan comparecer ante los tribunales. Los abogados de ¨¦stos insisten en que no cabe hablar ya de un proceso serio cuando la polic¨ªa tiene registradas sus conversaciones, para ventaja del fiscal del Estado. En estas circunstancias, abogados y defendidos han reanudado su campa?a para reclamar que cese el aislamiento de los reclusos, situaci¨®n que, seg¨²n ¨¦stos, ?no responde a las garant¨ªas m¨ªnimas exigidas por la convenci¨®n de Ginebra para los prisioneros de guerra?.
Antes de iniciarse una semana, dif¨ªcil para el Gobierno federal, algunos pol¨ªticos apenas si han logrado encontrar su papel en este asunto. Herbert Wehner, jefe de la fracci¨®n socialdem¨®crata en el Parlamento, se ha limitado a decir que se siente ?profundamente consternado?, y los jefes de la mayor¨ªa de los Gobiernos regionales tratan de anticiparse a sospechas diciendo que en sus circunscripciones no se ha controlado a nadie dentro de las c¨¢rceles.
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