La po¨¦tica de Bouso?o
Desde la aparici¨®n de sus Poes¨ªas completas en 1960, Carlos Bouso?o ha escrito tres libros m¨¢s de poes¨ªa, los dos ¨²ltimos, Oda en la ceniza (1967) y Las monedas contra la losa, (1973), galardonados con el Premio de la Cr¨ªtica. Ahora, el incansable poeta nos presenta no s¨®lo un pormenorizado an¨¢lisis de su t¨¦cnica po¨¦tica, sino adem¨¢s una selecci¨®n de los poemas, a veces revisados, que el considera muestras esenciales de su visi¨®n.Bouso?o siempre ha sido un poeta m¨¢s bien del aire, y en sus contrastes de luz y sombra, indaga la odisea del esp¨ªritu. Dif¨ªcil ser¨ªa mejorar la definici¨®n que dio del ?protagonista? de su poes¨ªa en la introducci¨®n a Poes¨ªas: ?La sensaci¨®n de existencia precaria que la realidad posee.? A ra¨ªz de lo precario de la vida, y, en consecuencia, la duda y el miedo que el hombre siente, brota todo el drama y la angustia vital que este autor expresa.
Antolog¨ªa po¨¦tica 1945-1973, de Carlos Bouso?o
Plaza y Jan¨¦s. Barcelona, 1976. 395 p¨¢ginas.
En su nuevo Ensayo de autocr¨ªtica, Bouso?o perge?a su definici¨®n del arte (?contemplaci¨®n desinteresada de la forma?) y la manera en que el poeta percibe el mundo. Cuando declara que la mirada po¨¦tica pone entre par¨¦ntesis o en suspensi¨®n la practicidad del objeto, emplea precisamente los dos t¨¦rminos que us¨® el fil¨®sofo alem¨¢n Edmund Husserl, fundador de la fenomenolog¨ªa, para describir la suspensi¨®n de la creaci¨®n natural en la existencia, lo que el llam¨® epoch¨¦. Esta actitud fenomenol¨®gica en Bouso?o no es ignorancia: se trata de una postura de radical inocencia metaf¨ªsica, arenas movedizas donde no puede quedar un dogma.
Bouso?o, por temperamento, lleva un sentido parad¨®jico del ser. Su inteligencia no puede ni quiere librarse de la emoci¨®n que de sentido a sus estados opuestos de ¨¢nimo. Su definici¨®n de la muerte (la misma en la introducci¨®n y el ensayo) es bien contradictoria: ?Un c¨¢lido manantial, una fragancia irrenunciable una suprema fuente de posibilidad, una luz, una primavera... pat¨¦tica. Admirable y angustiosa, delicada y terrible.? La muerte insuflada de vida; la vida adivinando la muerte. Con toda raz¨®n su colega, Claudio Rodr¨ªguez, le llama ?apocal¨ªptico?.
Quiz¨¢ para situarse m¨¢s hondamente en el limbo, al borde de la nada y la luz, Bouso?o ha recortado algunos poemas de manera significante, mientras otros los ha dejado de incluir. De sus Eleg¨ªas desesperanzadas en Primavera de la muerte (1946) suprime poemas con declaraciones categ¨®ricas como ?niego que los hombres vivan? o ?que exista luz? para dejar el alma m¨¢s serena. Desaparece el poema desesperanzado que da t¨ªtulo a esta colecci¨®n, y para mantener la fuerza afirmativa y simb¨®lica de la muerte, omite las cinco estrofas finales de ?Sinfon¨ªa de la muerte? que describen su l¨²gubre llegada.
En la selecci¨®n para Noche del sentido (1957), Bouso?o abre con un poema nuevo que descansa un viejo amor mientras describe quiz¨¢ lo que son aut¨¦nticamente unas ?Palabras en la noche?, subt¨ªtulo del libro y nombre de un poema omitido. Otro poema de amor, Regreso, pierde dos es mujer como una alusiva ?rosa de la penumbra? ... ? Meditaci¨®n desde la noche ya queda sin tres estrofas en las cuales el poeta desconfiaba de su ?sue?o? para dejar como final la dis¨¦mica paradoja de un poema hecho en una p¨¢gina ?donde nada escrito queda?. El poema titular del libro Noche del sentido, ya sin las dos ¨²ltimas estrofas con su caricia de una mano posiblemente divina, se aumenta en tentadora irresoluci¨®n.
Estos fascinantes cambios (no nos detenemos con los otros dos textos nuevos, Cierto instante y Al llegar a mi cuarto, ni con los cuatro poemas a?adidos a Noche, por razones tem¨¢ticas, de cuatro otros libros) indican que Bouso?o busca a¨²n m¨¢s coherencia y carga m¨¢gica en su obra. El siempre ha sido un poeta meditativo, con im¨¢genes de un orden reducido, no tanto un minucioso observador como, al modo de Wordsworth, un creador subjetivo frente al objeto. Luz, sombra, el r¨ªo de la vida, manos fantasmales o reales, no son s¨ªmbolos est¨¢ticos sino din¨¢micos a trav¨¦s de toda su obra, multiformes logros de un esp¨ªritu inquieto. Aunque el plano B de sus met¨¢foras puede arrimarse a los cerros de Ubeda, con s¨®lo tenues relaciones emotivas con su referido, su sobrecarga, a veces, de vocablos abstractos pueden poner en riesgo los efectos conmovedores, y su sintaxis algo barroca, fraguada en muchos a?os de elucubraci¨®n cr¨ªtica ensaya las fuerzas de los lectores, no nos enga?emos: Bouso?o demuestra una de las m¨¢ximas inteligencias en la Espa?a de esta ¨¦poca, y dentro de una limitada tem¨¢tica, permanece entre sus m¨¢s firmes sensibilidades po¨¦ticas.
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